Páginas de Neuquén: El niño científico y su madre perdida
Gregorio Álvarez nació de una mujer mapuche. A los 4 años fue arrebatado de sus brazos. La buscó durante muchos años, pero finalmente desistió al darse cuenta que era imposible encontrar a quien había visto pocas veces.
Quizás sea el doctor Gregorio Álvarez una de las personas que mejores historias ha ido sembrando por el territorio neuquino.
A lo largo de su vida fue dejando huellas no solo por sus libros sobre la Patagonia, sino también como médico especialista en piel y niños, como el primer maestro y galeno nacido en la región patagónica, por sus avances científicos nacidos del estudio de las algas de la zona del Domuyo…. Y la lista podría seguir pero ya es conocida por todos.
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Sin embargo, hay una historia en particular que mucho tiene que ver con el doctor de la Patagonia y que seguramente forjó al igual que otras, su destino.
Gregorio era hijo de una mujer mapuche, de la que fue arrancado siendo aún muy pequeño. Esta historia fue siempre un secreto muy bien guardado. Pero don Gregorio se encargó de quitar el velo, porque de nada tenía que avergonzarse.
Gregorio Álvarez nació en Ranquilón, departamento de Norquín, en 1889. Las crónicas históricas que se guardan en el Archivo Histórico Municipal aseguran que a los cuatro años de edad llegó a Chos Malal. Fue llevado por su padre, Gumersindo Álvarez, quien arrebató al niño de los brazos su madre mapuche, Eloísa Sandoval.
Es que el señor en cuestión estaba casado con Juana de Dios Roto, con quien ya tenía otros hijos. Introducir al pequeño Gregorio en el seno de su familia era la mejor manera que encontró para tapar su desliz porque por aquellos años lo que la sociedad podía opinar de los “hombres de bien” era todo.
Verdad que los manes de Pasteur, Koch, Ehrlich, Fleming, Ameghino y Muníz nutrieron mi cerebro, infundiéndole anhelos de investigación. Pero las musas de Hugo, Lamartine, Musset, de Vigny, Shelly, Lord Byron, Lugones, Darío y Rojas me acariciaron el corazón y el alma, y confío en que no se apaguen del todo las luces que han dirigido mi juventud ansiosa de saber y enseñar».
Gregorio Álvarez fue el primer médico y maestro nacido en la Patagonia.
Lo cierto es que Gregorio fue criado por Juana como si fuera un hijo más salido de su vientre. Él y sus hermanos se enteraron de la verdad cuando eran adolescentes. Ya los lazos de fraternidad estaban afianzados pero el futuro médico e historiador comenzó a sentir la necesidad de saber quién había sido su madre biológica y que había sido de su vida.
Él nunca negó a su madre ni a sus orígenes mapuche. Siendo ya prestigioso investigador, reconocido en todo el territorio argentino, hablaba con orgullo de la mitad de la sangre que corría por sus venas.
“Buscó a su madre incesantemente durante décadas, para desistir cuando se convenció que era imposible dar con una persona a la que había visto apenas un puñado de veces, hacía medio siglo atrás. En varias oportunidades cruzó a Chile, creyendo que del otro lado de la cordillera alguien le iba a poder contar qué había sido de ella. Pero nunca más supo nada”, cuentan los relatos aportados por la publicación digital masneuquén al archivo municipal.
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Quizás sea el doctor Gregorio Álvarez una de las personas que mejores historias ha ido sembrando por el territorio neuquino.
A lo largo de su vida fue dejando huellas no solo por sus libros sobre la Patagonia, sino también como médico especialista en piel y niños, como el primer maestro y galeno nacido en la región patagónica, por sus avances científicos nacidos del estudio de las algas de la zona del Domuyo…. Y la lista podría seguir pero ya es conocida por todos.
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