La invasión de tábanos en enero: consejos para evitar picaduras
Hay distintas variedades y en la región se hacen sentir en el verano. La especie es muy particular y tiene sus especificidades.
Con la llegada del calor, las salidas al aire libre se intensifican en la Patagonia. Y también los tábanos, un grupo de insectos, que enloquecen a los caminantes con sus zumbidos y picaduras. No hay repelente que los espante y los especialistas aseguran que no hay mucho por hacer para evitar ser picado, excepto algunos consejos.
Se estima que hay más de 40 especies en la Patagonia, donde la época de mayor abundancia se da a partir de diciembre hasta fines de enero. En el oeste de Bariloche, abundan los grandes de color negro y colorado; mientras que hacia la estepa, hay otros más pequeños, de color gris.
El biólogo Andrés Martínez recalcó que los tábanos “emergen en esta época y no se sabe bien qué dispara un año con más o menos tábanos. Es una incógnita”. Destacó que los tábanos son nativos de la zona, a diferencia de la chaqueta amarilla que fue introducida en la región -pero no como se piensa para el control de los tábanos-. “Estos no son carnívoros y son parte del ecosistema”, aclaró este investigador del Conicet del Inta Bariloche.
En este sentido, Juan Paritsis, biólogo investigador del Conicet en el Inibioma (Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente), insistió en que tanto “hembras como machos cumplen un rol ecológico. Son polinizadores de varias especies de plantas de la zona y sirven como alimentos para otras especies”.
La mayoría de los estudios científicos aborda la taxonomía de los tábanos. Hay escasos datos sobre las especies que ocupan determinados ambientes. Los llamados colihuachos, por ejemplo, están asociados a ambientes muy húmedos, como la selva valdiviana o Puerto Blest. Paritsis aseguró que son grandes y robustos, similares a los moscardones. “Son de color negro con mechones de pelos naranjas alrededor del cuello y al final del abdomen”, dijo.
Otras 30 especies corresponden al género Dasybasis, de color gris, y se los encuentra no solo en el bosque sino también en la estepa o en los matorrales.
¿Por qué pican?
Los machos se alimentan de néctar y el polen de las flores, mientras que las hembras son hematófagas. Esto significa que se alimentan de la sangre que extraen de vertebrados como mamíferos y aves.
Paritsis explicó que las hembras pican a fin de tener proteínas para generar huevos aunque aclaró que “es raro que lleguen a tomar la sangre de humanos”.
A diferencia de los mosquitos que perforan la piel, los tábanos tienen partes en la boca que funcionan como pequeños cuchillos que usan para abrir la piel.
“Los mosquitos tienen como una especie de aguja hipodérmica que succiona sangre como si fuera un sorbete; los tábanos, en cambio, hacen un tajito en la piel, brota la sangre y entonces, chupan. Por eso, la gente se da cuenta antes porque siente una molestia”, detalló.
Los biólogos recalcaron que ya que hubo varios intentos de crear repelentes para los tábanos aunque no funcionaron. “Con el repelente para los mosquitos, uno evita que se acerquen en un radio amplio. Los repelentes que se han probado funcionan para que el tábano no pique pero no evita que den vueltas alrededor de una persona, zumbando. También probamos repelentes europeos que evitan picaduras por dos horas, pero la gente no quiere solo eso”, puntualizó Paritsis.
Los estudios científicos demuestran que lo más eficiente a la hora de evitar a los tábanos es la indumentaria de color claro y “telas de tramas bien cerradas que permiten mantenerlos alejados”. La ropa oscura y de algodón resulta la peor opción porque los atrae.
Los tábanos responden a un estímulo visual y químico. “Si no te vienen persiguiendo y te tirás a dormir la siesta en algún lugar, hay menos probabilidad de toparse con tábanos que si uno va corriendo. Sucede que responden a lo que se mueve. También responden a estímulos químicos como el dióxido que exhalamos, el olor a sudor y la orina del ganado”, recalcó Paritsis.
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