Un emotivo regreso para los estudiantes del agro en Roca
El primer año de pandemia fue duro para los alumnos del CET 17 ya que no pudieron estudiar de cerca a los animales, los frutales y las hortalizas del colegio. En agosto volvieron a la chacra.
En el CET 17 que tiene un predio de 50 hectáreas se respira un ambiente de reencuentro. Es que recién en agosto pudieron volver los chicos a los talleres de producción animal y vegetal que son la estructura de la escuela agropecuaria.
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Los 295 estudiantes durante más de un año y medio recibieron solo clases virtuales por las estrictas medidas por la pandemia del covid. El regreso fue pura emoción.
“No es lo mismo estudiar un animal leyendo hojas que tocarlo y sentirlo. Este año nos empezamos acomodar”, expresó con seguridad Axel un estudiante del taller de caprinos y bovinos.
Si bien ya se está cerrando el periodo todavía se ve concurrencia de chicos y profesores que dictan las clases al aire libre. “La pandemia no solo afectó las clases prácticas sino que no se pudo cuidar y mantener este espacio donde están las aves”, contó Martín profesor de avicultura.
Para él volver es como comenzar todo de nuevo, acomodar el taller. “Si bien había alguien que se encargaba del mantenimiento de los animales no daba abasto para todo, todavía estamos en el camino de volver a la normalidad”, manifestó.
Para el profesor Guillermo Cañete de producción vegetal realizar las prácticas desde la virtualidad fue complicado pero encontró algunas alternativas.
“La técnica agraria es que es un 50% de teoría y un 50% de práctica. Al principio se me hacía difícil compartir las clases de zoom, los mismos chicos me iban guiando. Lo que debíamos hacer acá en la escuela al aire libre, lo hicieron en la casa la mayoría y me enviaron registro de lo que hacían”, contó.
Cañete señaló que en el taller que dicta, “abordamos los pequeños cultivos desde una visión orgánica, los distintos tipos de riego por goteo, manual y por surco. Si yo tuviera que trabajar un riego por goteo desde la virtualidad se complica”, contó.
Lorena Mena que está a cargo del taller de producción animal de primer año contó que regresaron con todas las ganas.
“Vemos algo básico de la producción en pequeña escala que se daría en la granja familiar. Estamos haciendo lombricompuestos, todos los desechos de los mismos animales se tratan de aprovechar nuevamente y hacer un nuevo ciclo”, dijo.
Mena señaló que “el año pasado no tuvimos prácticas, fue todo teoría y prácticamente era imposible dar la materia así”.
La docente destacó que los estudiantes ansiaban volver. “Los talleres que se hacen afuera le fascinan, la parte teórica la reciben pero le agrada mucho más estar en contacto con la naturaleza”, expresó.
La profesora del taller de bovinos y caprinos, Sandra Guardia, también es veterinaria y hace cuatro años enseña el ciclo productivo de la majada. El objetivo es que los estudiantes sepan qué hacer durante cada mes del año con los animales desde iniciar el pre servicio, el servicio, las desparasitaciones y vacunaciones. Además se busca tener corderos después para la venta y generar fondos para el colegio.
“Este año mejoramos mucho los corrales, hicimos trabajos y proyectos con el profesor de cultivos protegidos para obtener árboles para la sombra de los animales”, contó.
Desde la comunidad educativa manifestaron que hace años necesitan un sala de industria para que los estudiantes puedan desempeñarse mejor ya que no cuentan con un espacio para desarrollar bien estas actividades. También necesitan un nylon para terminar la construcción de otro invernadero. Desde el colegio informaron que realizaron los proyectos correspondientes y están en la espera de que sean aprobados pero no tienen novedades.
«Sin las abejas no podemos sobrevivir»
“La pandemia nos perjudicó bastante, el año pasado no pudimos venir a ver a nuestras abejas, hubo una gran mortandad de estos insectos”, explicó el profesor Francisco Muñoz que dicta el taller apicultura para tercer año.
Destacó que a los chicos les encanta la materia, ponerse el traje y trabajar en las colmenas. “Entienden que sin las abejas no podemos sobrevivir, no son agresivas si uno no las provoca”, expresó.
El apiario tiene 13 colmenas, 11 están listas para la cosecha y funciona desde que se inició la escuela. “Este año tendremos más habitantes, pudimos con los chicos trabajar para que no se vayan las abejas”, contó.
El equipo del Diario Río Negro logró ver de cerca la producción que realizan estos laboriosos insectos. La experiencia fue única.
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