Femicidio de Agostina: ¿pudo una persona convencer a tres para que cometan el crimen?
La esposa de Juan Carlos Monsalve está acusada de instigar el femicidio. Los huecos que aún exhibe la investigación. Quién es quién de los imputados.
Que una persona logre convencer a otra para que asesine a sangre fría a un tercero es difícil. Que logre sumar a dos cómplices, ninguno de ellos criminal profesional, y que el compromiso se extienda a quemar el cadáver y mantener un pacto de silencio eterno y sin fisuras, es más difícil todavía.
Sin embargo la fiscalía de Homicidios de Neuquén está convencida de que logrará demostrar que Agostina Gifsman (22) fue asesinada por un trío de parientes y amigos entre sí, que siguieron las órdenes de una mujer que exigió a su marido que cometa el crimen como «prueba de amor» y para «perdonarle una infidelidad» (textuales de la fiscalía).
Escuchas telefónicas, cruces de llamadas, cámaras de seguridad y un centenar de testimonios son la prueba reunida hasta ahora por el equipo fiscal que integran Agustín García, Eugenia Titanti y Bruno Miciullo. A continuación, un quién es quién y qué rol habría cumplido.
Inseparables
Juan Carlos Monsalve (48), su sobrino Enzo Monsalve (33) y su amigo Julio Maximiliano Zapata (23) eran inseparables. Se dedicaban a la venta de verduras y de combustible en bidones. La vivienda familiar de Lago Correntoso, en Centenario, nunca explotó por los aires por casualidad, si se tiene en cuenta que las medidas de seguridad eran inexistentes.
El trío solía compartir un vehículo, una pick up Chevrolet S10 gris propiedad de Ana María Perales, esposa de Juan Carlos Monsalve.
Perales y Zapata mantenían un vínculo a espaldas de los Monsalve. Intercambiaban nudes, como se dice en el argot de internet, por una aplicación telefónica, y ese detalle le sirvió a la fiscalía para demostrar que el joven sí tenía teléfono, algo que él negó cuando lo interrogaron.
Hoy, Juan Carlos Monsalve, Enzo Monsalve y Maximiliano Zapata están detenidos con prisión preventiva. La fiscalía los acusa de coautores del femicidio de Agostina, agravado por haber sido ejercido con violencia de género, por alevosía, y por el concurso premeditado de dos o más personas.
Traducción: para el equipo de acusadores, los tres planificaron y fueron autores del crimen que el Código Penal castiga con prisión perpetua. Hay razones para creer que dos de los tres imputados no conocían a la víctima.
Violencia de género
En el futuro juicio por jurados, el fiscal jefe Agustín García intentará probar su teoría: que Juan Carlos Monsalve asesinó a Agostina de al menos dos puñaladas en el basural de Centenario donde hallaron su cadáver. La llevó hasta allí engañada, en una Chevrolet Tracker que alquiló horas antes.
El defensor particular de imputado, Marcelo Muñoz, murmura ante quien quiera escucharlo que la fiscalía no logrará probar que el crimen se cometió en un contexto de violencia de género. Habrá que estar atento a los argumentos que utiliza: cuando era juez, la perspectiva de género no brillaba en sus sentencias.
Enzo Monsalve y Zapata, asistidos por la defensa pública, estuvieron en el basural en el momento del femicidio. Fueron hasta allí en la S10 con la misión de garantizar que la joven no se escape aprovechando los serios problemas cardíacos y de desplazamiento de JC Monsalve.
Una vez consumado el crimen, el trío quemó el cadáver con combustible transportado en la S10 por los cómplices. Esto demostraría que habían planificado deshacerse del cuerpo.
La instigadora
A las 20:21 de ese 14 de mayo, iluminado por el fuego de su víctima, JC Monsalve llamó a su esposa Ana María Perales. Instantes después ella cambió su estado en Facebook: volvió a estar «en una relación».
La hipótesis es que Perales fue la instigadora del femicidio. Es decir, «determinó», «logró que», «convenció a» su esposo de que matara a Agostina «como una prueba de amor», según la cita textual de la fiscalía, «después de esa infidelidad».
La mujer había abandonado a Monsalve cuando se enteró, también por las redes sociales, que el hombre había tenido una relación con Agostina allá por abril. Exigió, para reconciliarse, que «le hicieran daño» a la joven.
Bajo la mirada de los imputados, la vida de Agostina no valía nada: era una prostituta.
La banda
Perales, siguiendo la hipótesis de la fiscalía, convenció a su marido de que cometa el crimen, y ella misma o junto con Monsalve, convencieron al sobrino Enzo y al amigo Zapata para que participen del asesinato.
También involucraron al quinto detenido, Gustavo Alejandro Chianese (56), nexo de los encuentros sexuales entre Monsalve y Agostina.
Chianese jura que recibió al matrimonio Monsalve-Perales en su casa, y que cuando escuchó a la mujer exigiendo que le hagan daño a Agostina le pidió que se retirara. Pero otros audios de whatsapp posteriores lo contradicen. Además es autor de frases que demuestran su desprecio hacia las mujeres.
Audios ambiguos
¿Cuál es el poder de Ana Perales? ¿De verdad esta banda se armó siguiendo su voluntad y le respondió ciegamente?
Aunque la acusan de instigadora del femicidio triplemente calificado, no hay ninguna prueba que la involucre en forma categórica. El cambio en su estado de Facebook y los cruces de llamadas en horarios clave son insuficientes para una condena, y la fiscalía lo sabe.
En algunas escuchas telefónicas parece al borde de la confesión. El 27 de junio habló con Nieves Monsalve, hermana de Juan Carlos, quien le recriminó amargamente: «Lo que él hizo (en alusión al crimen cometido por Juan Carlos Monsalve) fue porque usted se lo ordenó».
«Sí, si quería volver conmigo… yo no le creía, porque su hermano vive con muchas mentiras» le respondió Perales, evasiva.
En otra escucha, del 2 de julio, Ana Perales habla con su esposo y no parece ser la mujer dominante que pinta la fiscalía: él le exige que alquile una vivienda en Neuquén para poder pedir prisión domiciliaria (la familia abandonó la casa común en Centenario y se mudó a San Javier, cerca de Viedma) y ella se niega.
«Mirá que si no lo hacés, yo hablo», la amenaza el hombre. «Si tengo que ir presa, iré», responde ella, agotada.
El pacto de silencio sigue, por ahora.
El día del hecho
Mediante las antenas de telefonía, el equipo de la fiscalía pudo reconstruir qué hizo cada uno de los imputados el viernes 14 de mayo:
18 hs: Monsalve alquila en Neuquén una Chevrolet Tracker negra.
18:37: Llama por teléfono a Ana Perales, quien se encuentra en San Javier, cerca de Viedma, desde donde monitorea el operativo.
19:20: Monsalve se encuentra con Agostina, quien sube a la camioneta.
19:31: Llama por teléfono a Zapata, quien se encuentra en una camioneta S10 propiedad de Perales manejada por Enzo Monsalve.
20:11: Monsalve en la Tracker y sus dos cómplices en la S10 ya están juntos en el lugar del hecho.
20:21: Monsalve la llama a Perales otra vez. A esa hora, una cámara de vigilancia detecta el comienzo del incendio del cuerpo de Agostina.
20:43: Los vehículos se retiran. Monsalve llama dos veces a Zapata, y de ahí no se comunican más.
Desde ese momento, los teléfonos de Monsalve y Zapata son captados en el domicilio de Monsalve, en Centenario. Allí se encontraron, durante un allanamiento, elementos quemados y bidones de combustible.
A la madrugada, Monsalve viaja en la Tracker a San Javier. En un lavadero, intenta borrar las manchas de sangre que igual serán detectadas luego por los forenses.
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