Las claves del aislamiento térmico y el etiquetado

Por Carlos Soraire (*)

En la primera entrega de estas columnas de opinión explicamos los consumos que erogan los pilotos de gas y el volumen que mal gastamos por carecer de una política de estado inherente. Describimos además que la calefacción es la principal vía de consumo de gas domiciliario en invierno y el volumen utilizado supera los 25 millones de metros cúbicos por día. Esta segunda entrega la dedicaremos a un tema por demás especial que es el consumo excesivo de gas por construir viviendas sin el debido aislamiento.

Las teorías y las prácticas versan que el objetivo principal de una buena aislación es evitar las pérdidas de calor y para ello se han puesto en práctica diferentes soluciones.

La norma IRAM 11900 analiza en forma pormenorizada cómo varía el consumo de gas en una construcción estándar y una construcción aislada. Las diferencias son más que notables. Dicha norma establece una clasificación y las variaciones porcentuales que se pueden obtener en base a la incorporación de distintos parámetros de aislación.

Utiliza la misma categorización que el etiquetado de los electrodomésticos y gasodomésticos y, a modo de ejemplo, demuestra que el uso de paredes, techos y puertas debidamente aisladas sumado al doble vidrio (vivienda etiquetado tipo “C”) versus una vivienda etiquetada tipo “H” (la de menor aislación) implica un ahorro mayor al 50% del volumen de gas consumido.

De acuerdo a lo que detallamos, si en invierno se consumen 25 millones de metros cúbicos por día solo en calefacción, implica que el ahorro podría ser superior a 12 millones de metros cúbicos por día. Consumo muy abultado que se podría evitar simplemente aplicando solo lo que la norma IRAM 11900 define.

Existen en nuestro país numerosos ejemplos de construcciones “etiquetadas”, solo falta una adecuación de la legislación para que se adopte la norma en forma obligatoria.

Es lógico que no se pueden ahorrar 12 millones de metros cúbicos diarios en un año, pero la incorporación y adopción de una reglamentación relativa a construcciones aisladas no solo implica ahorro en el volumen de gas sino la inclusión de nuevas tecnologías y generación de mano de obra acreditada.

Como dato aleatorio, testimonios recogidos de gente que adoptó el doble vidrio en ventanas lograron una reducción en el consumo de gas en valores superiores al 40%.

Por último y a modo de conclusión: la suma de ahorros entre los pilotos de gas y la aislación de viviendas es superior al 10% del consumo de gas en pleno invierno. Todo es cuestión de gestión.

---

Etiquetado de eficiencia

---

La etiqueta de Eficiencia Energética o Etiquetado de Equipos es una herramienta que permite conocer de manera fácil y rápida la clase de eficiencia energética de los productos alcanzados por este régimen, electrodomésticos, gasodomésticos y viviendas, entre otros. Dicha clasificación comienza alrededor de 1995 y ha tenido cambios a medida que la eficiencia de los parámetros involucrados fue evolucionando.

En nuestro país tenemos hasta siete categorías de eficiencia energética, identificadas con barras de colores y letras en orden alfabético; desde el color verde y letra A para los equipos más eficientes, hasta el color rojo y la letra G para los menos eficientes.

Con el avance de la tecnología, los equipos son cada vez más efectivos y obligan en forma permanente a cambios en la clasificación. Cada parámetro involucrado (electrodomésticos, gasodomésticos, viviendas, etc.) tiene su propia tabulación.

La etiqueta no solo brinda información sobre la eficiencia energética del producto, también permite conocer consumos de energía, características técnicas y otros. Este tipo de información es sumamente importante al momento de adquirir un equipo nuevo, orientando la selección de compra hacia equipos más eficientes.

La compra de equipos de menor consumo o mayor eficacia nos puede sorprender gratamente en las facturas de electricidad.

La reingeniería y los adelantos tecnológicos introducen cambios en forma permanente y uno de los ejemplos innovadores destacado ha sido la inserción de la tecnología Inverter en heladeras, lavarropas, aire acondicionado, etc.
Una heladera común (etiquetado C o D) versus una con tecnología Inverter (etiquetado A o superior) consume por encima del 50% y si esto lo aplicamos sobre los más de 10 millones de equipos instalados en nuestro país, el ahorro en gas puede superar el millón de metros cúbicos por día (INTI considera que existen más de 11,7 millones de heladeras en funcionamiento).

Similar análisis lo podemos hacer sobre los 5 millones de equipos de aire acondicionado con la tecnología Inverter, considerando y a modo de ejemplo que los equipos de aire funcionen 8 horas, el ahorro puede ser superior a los 2 millones de m3 de gas por día. Como datos complementarios, el gas utilizado por los compresores de estos equipos no daña la capa de ozono y aplicado en los vehículos disminuye el consumo de combustible.

Es imprescindible que la legislación Argentina introduzca cambios para originar este tipo de ahorros. Según el INTI, la mayoría de los electrodomésticos con más de 10/15 años de antigüedad (heladeras que consumen más de 700 kw/año) y que no han sido etiquetados en su momento, son una usina de consumo que puede revertirse con un acertado plan de recambio.

Se suma a este desarrollo la generación genuina de puestos de trabajo y mano de obra especializada. Sintetizando: solo en heladeras se puede ahorrar alrededor de 1 millón de m3 día y en aire acondicionado alrededor de 2 millones de m3 día en los meses de verano.

(*) El autor es Ingeniero Industrial especializado en petróleo.