Esta granjera de Río Colorado invita a tomar el té entre animales y aves en plena libertad
María Fernanda Blanco ha hecho de su casa de té en La Llave un lugar increíble para disfrutarlo en familia.
Como alternativa al ingreso económico de las comunidades rurales son muchos los chacareros de Río Negro que han creado proyectos e iniciativas bajo el paraguas del agroecoturismo articulando trabajo e inversión, con la expectativa de generar una cadena de beneficios y efectos en el mejoramiento de la calidad de vida propia y de la comunidad a la que pertenecen.
La estrategia generalmente está enfocada en la puesta en valor de una fracción del territorio, recursos naturales y patrimonio cultural que poseen, ofertándolos en el marco de un conjunto de servicios turísticos. Bien grafica este recurso la emprendedora María Fernanda Blanco, que tiene su casa de té La Llave en la chacra que posee en la colonia Julia y Echarren, en Río Colorado.
La granja es un sueño para pasar una tarde en familia. Tiene una extensión de cuatro hectáreas y está a 17 kms de la ciudad. No solo se puede tomar té con exquisitices que elabora la familia anfitriona sino que también se puede recorrer el lugar y asombrarnos con cada animal y ave que circulan con total libertad.
“Elegimos vivir la ruralidad por la paz que brinda a nuestras vidas y es este el espíritu que queremos compartir con los visitantes”, comenta María Fernanda a “Río Negro”, a quien se la ve alegre y entusiasta, aún en los momentos que el trabajo le rebalsa.
“Vivimos acá desde junio de 2009. Somos una familia muy numerosa, mi esposo Joaquín… mis 6 hijos Josefina, Anastasia, Valentina, Juan Pablo, Emiliano, Antonella y mis tres nietos… La mayor ya es mamá y profesional, los otros cuatro están estudiando aún y en casa quedamos José de 5, mi esposo y yo”, comparte mientras va y viene en la cocina de su casa.
“Nos vinimos a vivir acá por dos razones. La primera fue porque debíamos solucionar nuestra situación habitacional: terminabamos nuestra casa en la parte urbana o ávendíamos todo y comprabamos una chacrita. No decidimos nomás por elegir la ruralidad como modo de vida, la paz, el silencio, producir nuestros alimentos, valorar tradiciones y trabajos y volver a ponerlos en práctica”, dice con aire de orgullo.
Fue todo un desafío, admite. “Vivimos con lo justo pero llenos de sueños, sin miedo a ensuciarnos las manos. Hicimos el 90% de lo que hoy se ve acá con nuestras manos, con mucho sacrificio y muy poco dinero”, resalta.
Ni bien llegaron empezaron a planta frutales y árboles para la sombra. Incorporaron animales de a poco. Usaron el guano para abonar la tierra. Empezaron a producir sus alimentos (huevos, carne, leche y derivados, entre otros). “Nuestra idea fue y sigue siendo ser felices con lo que hacemos. Es por eso que por la poca extensión de tierra sumado a la decreciente mano de obra familiar criamos lo que podemos cuidar”, expresa María Fernanda. “Los animales son parte de la familia, es por eso que viven sueltos y son respetados”.
La práctica agroecológia es lo de ellos. “Aquí se produce sin agrotóxicos, intentamos ser lo más amigables posible con nuestro planeta. Tratamos nuestros residuos y la idea es ir incorporando poco a poco energías alternativas”, suma.
“Hace unos años atrás empezamos a darle un perfil un poco más público a nuestra granja para poder comercializar lo que hacíamos de manera más sencilla. Pero al dar a conocer la granja nuestros fines de semana dejaron de ser lo que eran; la gente del pueblo empezó a venir a ver los animales. En un principio nos pareció lindo pero con el correr del tiempo nos empezó a faltar esa privacidad que tanto amábamos, cuestión que la fuimos resolviendo bien porque tenemos en claro que esto es un emprendimiento y que el servicio de excelencia es lo que nos debe caracterizar”, razona la entrevistada.
El temor al contagio en plena pandemia y la llegada sorpresiva de visitantes en grandes cantidades los llevó a darle un marco más formal al proyecto, incluso a acercarse al municipio de Río Colorado para organizar mejor las visitas con reservas previas y bajo un protocolo. Ahora, “la vuelta a la actividad nos llena de alegría y expectativas”.
En la granja hacen una visita guiada, posibilitan que los niños alimenten a los animales y aves y participar de algunas actividades rurales. “Una vez finalizado el recorrido los invitamos a nuestro patio de meriendas donde ofrecemos tortas, budines, panes, dulces y alfajores. Más té, chocolatadas, limonadas, jugos de fruta y licuados elaboradas por nosotros, utilizando productos de la granja y la zona. El invierno pasado anexamos una casita de té en un patio de invierno”.
María Fernanda descubrió el mundo del té por curiosidad y la atrapó totalmente. Tras capacitarse con cursos a nivel nacional descubrió un mundo apasionante, encontró a los asesores y proveedores indicados que la orientaron para armar una colección de blend propia, todo un orgullo para esta granjera versión “nueva ruralidad”.
Y concluye: “Falta tanto todavía… pero sé qué hay que mirar para adelante, apostar al trabajo y el estudio… todo cuesta mucho para vivimos del modo que queremos, en contacto con la naturaleza y en paz con nosotros mismos”.
Redes: Granja La Llave
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