Vuelo al paraíso: las increíbles fotos de San Martín de los Andes desde el aire
Volcanes, lagos, valles, cerros, la ruta 40: ya sabés que la aldea de montaña neuquina es una maravilla. En esta nota, podés disfrutarla desde otra perspectiva con la crónica y las fotos de Patricio Rodríguez desde un Piper PA 18.
La cita era a las 17 horas en el aeropuerto de la ciudad. Desde allí y luego de los controles de rutina de seguridad y protocolos, iríamos hasta el Aero Club de los Andes. Nos esperaban, nada menos, un avión y los cielos de San Martín de los Andes.
Poco antes, a las 16 hs, me encontraba con Gustavo, amigo, colega y piloto, quien gestionó el vuelo. Al llegar a su casa las sensaciones eran enormes, un poco de exaltación, grandes ilusiones y algo de ansiedad… claro, volvería a volar!
Llegamos y nos encontramos con otro Gustavo, Alder, el piloto del avión “verde”, un capo, tipo amable, enorme piloto y querido vecino de la ciudad.
Fuimos hasta un hangar a guardar un Cessna 182, un lujo de avión. Hasta allí llego “Tato” Molina, piloto del avión “rojo”, otro capo y amable tipo que recién ahí conocería…
Las condiciones de viento no eran las óptimas, por momentos mucha intensidad, por momentos amable, pero fuerte como para hacer una vuelta “completa”.
El plan era fotografiar la experiencia, ir hacia Junín, poder pasar por el volcán Lanín y pegar una gran vuelta entrando por el lago Lácar y San Martín de los Andes, para aterrizar nuevamente en “Chapelco”.
Esperamos un rato largo hasta que el arrachado viento nos permitiera despegar. Pasadas las seis de la tarde nos subimos a los aviones, me tocó el verde.
Gustavo le sacó la puerta, así mi trabajo de hacer fotos se hacía más amable, sin el vidrio que refleja indeseables “fantasmas” y transforma los colores. Eso sí, “¿trajiste abrigo?, me preguntó”.
Sí que hace falta abrigo cuando volás sin puerta. Y antiparras, y un café caliente…Así y todo, con los auriculares para la comunicación entre piloto y pasajero puestos, el sonido del viento era ensordecedor, apenas dejaba escuchar los 180 hp del motor del Piper PA18!
Los primeros metros por sobre la pista despertaron sentires que no recordaba tener. Había volado por ultima vez, en un vuelo no comercial, hace muchos años, aun no era fotógrafo, en otro Piper, un Warrior, esos del ala por debajo de la cabina…
Una vez en los aires de San Martín de los Andes todo fue emoción y alegría. Los ojos no paraban de girar de lado a lado, y la cámara no paraba de “obturar”.
Ya por encima del valle del Lácar, comenzamos a divisar los barrios, a la derecha asomaba imponente el volcán Lanín, el lago Lolog y los cerros y montañas linderos.
A unos pocos minutos, el gran Lácar y a la izquierda, casi a tiro de una caricia, el gran cordón Chapelco, con su cerros aun nevados, la laguna La Quica, aun congelada y los bosques posando plácidos sobre las últimas nieves.
Siempre, a nuestra diestra, Tato y Gustavo en el Aero Boero, haciendo las veces de modelo para esta propuesta fotográfica desde los aires sanmartinenses.
Ya casi entrando en la caída del sol fuimos pegando la vuelta, el pueblo debajo, nuevamente el lago Lácar y una pasadita por Lolog, para sobrevolar su villa, el río Quilquihue.
Y, claro, siempre el majestuoso Lanín acompañando el vuelo, para ya buscar el descanso por el día de hoy, en las pistas del Aeropuerto Aviador Carlos Campos o “Cpc” en el código aeronáutico…
En fin… volar por los aires de San Martín es una experiencia maravillosa y gratificante.
Los cerros, enormes por donde se los mire, parecen estar a mano, casi tanto como para tocarlos…
Los lagos, inmensos y majestuosos, dueños de vida, y el Lanín, el coloso, casi mano a mano, pero aun, desde el aire, enorme y magnífico, imponiendo su lugar en esta mágica Patagonia Andina…
Sabina, el que canta, gustaba decir que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver…
Pues NO estimado Joaquín, le puedo asegurar que después de veinticinco años volví a estar feliz, en el lugar que me gusta, en los aires, esta vez, del queridísimo San Martín de los Andes!
Que seamos felices, todo el tiempo que deseemos!
El objetivo de los vuelos es recaudar fondos y poder arreglar el avión escuela para que puedan formarse nuevos pilotos que luego se desempeñen en líneas aéreas, vuelos sanitarios o combate del fuego, entre otras alternativas.
Reparar el motor del Aero Boero 115 cuesta tres millones de pesos. En el otoño empezaron los vuelos recreativos que hoy valen 4.800 pesos los de 15 minutos; $ 8.000 los de media hora y $ 13.500 la hora.
Gustavo Alder, presidente del Aero Club y Gastón Molina, entre otros integrantes, ponen sus propios aviones para los vuelos de los turistas y residentes.
Una vez descontado el gasto de combustible, el resto va al fondo para recuperar el avión escuela.
“Todos ponemos nuestro granito de arena. Nuestro sueño es que nuevas camadas de pilotos se formen, porque esa es la esencia del Aero Club”, dice Gustavo. En ese sentido, mencionó que han iniciado gestiones con el Copade para obtener un crédito blando que permita estar más cerca de la reparación del avión escuela.
¿Y cuál es su momento favorito del año para volar? Decisión difícil cuando sobra encanto. «El otoño explota de colores, en el invierno sobrevolás la nieve, en la primavera vuelve el verde y en el verano es hermoso salir bien temprano, cada momento tiene su magia», responde Gustavo y se despide para planificar la próxima salida.
Contactos: Gustavo Alder +54 9 2944 41-4101 / Gastón Molina: +54 9 2944 65-0844 https://www.instagram.com/aeroclublosandes/
La cita era a las 17 horas en el aeropuerto de la ciudad. Desde allí y luego de los controles de rutina de seguridad y protocolos, iríamos hasta el Aero Club de los Andes. Nos esperaban, nada menos, un avión y los cielos de San Martín de los Andes.
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