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Presupuesto y expectativas adaptativas

El proyecto de Presupuesto hacia el ejercicio 2022 ha ingresado en el Congreso de la Nación y se están dando las primeras conversaciones sobre qué prioridades de gestión pública serán convalidadas o no.


La actualidad del país es bastante compleja tanto por las dificultades de administrar un país que económicamente hace esfuerzos para recomponerse, pero al que le cuesta mucho por crónico problema de coordinación, como por la sensibilidad que la política les impregna a todos los temas de fondo. En lo económico aún nos debemos respuestas eficaces sobre cómo resolver la cuestión de la inflación, cómo abordar la problemática alrededor del tipo de cambio (la brecha entre dólar oficial y Blue es de casi el 100% al momento de escribir estas líneas), cómo se cerrarán las negociaciones por la reprogramación de la deuda externa, cómo resolvemos el déficit fiscal, siendo cada uno de estos temas clave en la formación de expectativas de crecimiento económico.


Por lo pronto, podemos decir que el proyecto del Presupuesto 2022 prevé un crecimiento del 4% del Producto Bruto Interno, una inflación del 33% y un dólar a $131,1, pero además no contempla el pago de vencimientos de capital al Fondo Monetario Internacional, prevé un incremento real del gasto social y una reducción de los subsidios energéticos.
Todos estos números deberían brindar algún tipo de certeza razonable sobre el desempeño económico de la gestión de gobierno, no obstante, dada la debilidad de los resultados observados a la fecha en lo económico y en lo político, pareciera que dichos números no reflejan el estado de las cosas presentes y, en consecuencia, las expectativas que se generan con estos datos resultan como tantas otras veces nulos.


Basado en la teoría de las expectativas adaptativas , a medida que van pasando periodos, las expectativas sobre una variable se ajustan (o adaptan) a la luz de la experiencia más reciente sobre su evolución, dando a la información sobre la anterior, un valor cada vez más pequeño (o hasta nulo a partir de un momento concreto). Por ejemplo, si la inflación ha sido alta en el pasado, los ciudadanos podrían esperar que sea alta en el futuro. A la fecha, según datos del REM, la inflación esperada para los próximos 12 meses es del 44%, el tipo de cambio nominal se ubica en torno a los $155,54 y según CEPAL, la Argentina crecerá en 2022 un 2,7%. En todos los casos, como podemos ver, números que distan bastante de la propuesta del ejecutivo nacional.


Con todo esto, puedo decir que lamentablemente hasta que no logremos tener claridad sobre la atención que debemos darle a la resolución de los problemas económicos crónicos, “los números” de la Ley de Leyes, no serán tenidos en cuenta por los decisores para la toma de decisiones. Si bien es cierto que los datos incorporados en el proyecto elevado a Congreso representan objetivos ideales a alcanzar, los mismos no resultan verosímiles a la luz del contexto de incertidumbre y complejidad económica – política que atraviesa el país.


* Economista. Director del Centro de Producción Documental


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