El chocolate que subió a la cumbre

Allá arriba, en el Cristo Redentor, en el límite entre Argentina y Chile, la mendocina Silvina Pastorutti empezó a darle forma a un alimento destinado en principio a los montañistas. Hoy, en Bariloche. hace piezas de chocolate únicas, que mezclan arte y cacao.

A 3.200 metros de altura, en un refugio de montaña en Las Cuevas, poco antes de llegar al Cristo Redentor en el límite de Argentina y Chile, surgió una iniciativa que hoy se expande en Bariloche.


En 2012, la mendocina Silvina Pastorutti comenzó a fabricar chocolate para compartir con sus amigos montañistas. “El chocolate era el principal alimento que llevábamos a la montaña y no me gustaban los que se vendían. De modo que empecé a elaborar una barra. Mis amigos lo llamaron ‘El goloso de América´, en alusión al Aconcagua, conocido como ‘El coloso de América´”, relató la chocolatera de 31 años.

Tiempo después, ideó el proyecto De Altura que combina el arte visual y el cacao, a través de “series únicas y limitadas”.

En 2016, la mujer se instaló en Bariloche, donde trabajó dos años como chocolatera en el hotel Llao Llao. Uno de sus jefes la incentivó para que potenciara su proyecto de arte en chocolate. Abrió su primer estudio y dictaba clases.

“Se fue volviendo un modelo de negocio. Hacía barras y bombonería que yo misma intervenía, las comercializaba y daba clases. Al principio, usaba aerógrafos, colorantes y fui perfeccionando la técnica hasta el día de hoy. Ahora, elaboro hasta los moldes y tallo el chocolate”, indicó Pastorutti que emplea chocolate ecuatoriano, libre de lactosa, para todos sus productos.

Como una pintora, con su paleta y pincel, pero para la pieza de chocolate.


El año pasado, en plena crisis económica por la pandemia, decidió vender su equipo de escalada y solo guardó un mosquetón del que salió “la primera serie 3D”. La serie limitada de mosquetones de escalada de chocolate y una pluma de cóndor “a tamaño escala” tuvieron gran éxito de venta el año pasado.

Para las fiestas de fin de año, elaboró una serie de libélulas que representan el nuevo ciclo y, a comienzos de septiembre, cuando los empleados de seguridad del Bariloche Center dieron cuenta de que habían visto un puma merodeando el edificio céntrico, lanzó una serie con la imagen de la huella del animal.

“De Altura se basa en que cualquier objeto sentimental se puede transformar en chocolate. Para el día del padre, me pidieron un cassette de chocolate. Por el día del artista plástico, elaboré pinceles de chocolates y ahora, trabajo en martillos de chocolate para unos chicos que son herreros”, detalló esta especialista en alta gastronomía.

Va tomando forma. El armado de la pieza única


Elabora moldes “de todo tipo” y para la matriz principal emplea botellas de PET (Polietileno Tereftalato), un tipo de plástico reciclable, utilizado en envases y botellas de gaseosa, agua y aceite. “Aliso las placas y corto las botellas, sacando las partes más lisas. Genero unas placas y en base a eso, hago la matriz del molde que suele ser en madera y porcelana. La idea es que ese plástico pueda emplearse para otra serie”, confió.

Durante la pandemia, el emprendimiento se focalizó en el cuidado del ambiente. “Caminando las calles desiertas, empecé a observar cajas tiradas por todos lados. Entonces, dejé de usarlas y empecé a coser unas bolsitas con almidón de papa y de mandioca. Envuelvo el chocolate en papeles aptos para alimentos que se pueden compostar y, para decorarlos, uso un sello con manteca de cacao y carbón activado”, comentó la artista en chocolate.


Una idea semifinalista entre emprendedores



El proyecto de Pastorutti es semifinalista en un programa de emprendedores de Río Negro que impulsan la Fundación Nobleza Obliga y el Banco Patagonia, para brindar capital semilla.

“En primer lugar, hacen una capacitación y seleccionan 30 proyectos. Quedé entre ellos. Se ha generado un catálogo virtual y en mi perfil, la gente puede dejar un comentario y un voto. Cuantos más sume, puedo pasar a la siguiente etapa”, explicó Pastorutti.

De Altura también ingresó al programa Alimentos con Valor del Ministerio de Producción de Nación. “A través de capacitaciones, avanzamos en un modelo de negocio para llegar a formar parte de la economía formal”, expresó.


A 3.200 metros de altura, en un refugio de montaña en Las Cuevas, poco antes de llegar al Cristo Redentor en el límite de Argentina y Chile, surgió una iniciativa que hoy se expande en Bariloche.

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