Los recuerdos ya no ganan elecciones
Pocas veces una elección primaria legislativa y nacional tuvo tanta influencia en el día a día del municipio roquense.
Los resultados del domingo 12 abrieron un nuevo escenario, más vinculado a lo sensorial que a lo empírico. Pero la política se construye también desde las sensaciones. Los estados de ánimo siempre influyen. Y en la ciudad, la semana pasada se dividió entre entusiasmados y seriamente preocupados.
Primera conclusión relevante: la imagen de Carlos Soria ya no gana elecciones.
La cuenta quedó invertida y los hijos del intendente que cosechaba en las urnas el 70% de los votos ahora vieron que ese fue el volumen de electores que no los acompañó.
Es cierto, el apellido no aparecía en las boletas. Es cierto, las votaciones para cargos en el Congreso no son iguales a las definiciones para la Intendencia.
Pero también es cierto que, en la foto del acuerdo por la lista del Frente de Todos, la que aparece es la intendenta Soria. Difícil sacarse el sayo de la derrota cuando además los números muestran una fuerte caída.
Ni la más maquiavélica estrategia, que pondría al sorismo jugando a media máquina, para dejar expuesto al senador Martín Doñate, recuperando así el centro del ring en el PJ provincial, podría encajar en lo que finalmente ocurrió.
La intendenta se aferró en público a un dato objetivo: el FdT ganó en Roca. Esmeriló a Doñate afirmando que era él quien estaba a cargo de la valoración de los resultados y confió en la capacidad del gobierno nacional de revertir el escenario. Una vez más, todas las culpas afuera.
Pero hacia dentro del oficialismo el panorama es diferente.
El gobierno local sabe que llegan tiempos menos tranquilos, porque las PASO ofrecieron por primera vez un argumento a los opositores roquenses para pensar en un proyecto ganador.
Es difícil hablar de un “ciclo terminado” de los Soria, como lo presentó el diputado Luis Di Giacomo. Pero el solo hecho de animarse a presentar el cuadro en esos términos refleja el cambio de tiempo. Antes las urnas no dejaban esperanzas de alternancia. Ahora la idea de articular una alianza antisorista logró hacer pie y ese es el ruido con el que deberá convivir el poder local, al menos por varias semanas más.
Los pasos por delante requerirán precisión, porque tampoco quedan tantas paradas antes de llegar a los comicios municipales.
Si no jugaron a fondo el domingo 12 y ahora aceleran ¿le ofrendarán la recuperación a Doñate y su proyecto para ser candidato a gobernador en el 2023? Primer dilema.
Pero si jugaron a fondo y en noviembre se confirma que el 30% es el techo actual en la ciudad, ahí está el gran dilema.
Y a eso hay que sumar las altas chances de que la siguiente elección sea la provincial del 2023, en la que Juntos Somos Río Negro larga con ventaja para retener la gobernación.
Llegar a la votación local con un hilo de derrotas plantaría al sorismo en un inédito terreno.
Algo nuevo deberá surgir para capear este temporal impensado. Y deberá apelarse a la creatividad propia, porque los recuerdos ya no dan el mismo rédito y en Buenos Aires tienen otras urgencias como para pensar de qué manera se puede sostener a los intendentes.
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