Qué les pasa a los pulmones durante y después del COVID-19
Entrevista con el doctor Julián Ciruzzi, que es el presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. Atiende en Neuquén, y contó a RIO NEGRO qué hay que tener en cuenta después de pasar por la etapa aguda de la infección por el coronavirus.
Vive en el Alto Valle, y atiende a sus pacientes en Neuquén. Fue médico del Hospital Castro Rendón de Neuquén por 32 años. Por su capacidad profesional como médico se convirtió en un líder en neumonología en la Argentina. Desde el año pasado, el doctor Juián Ciruzzi preside la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria justo en un momento en que su especialidad médica se volvió una de las más requeridas por el impacto de la pandemia del COVID-19. Los pacientes necesitan atención por las neumonías bilaterales que son generadas por la infección con el coronavirus. O después de haberse recuperado, tienen secuelas que ya se engloban como el síndrome del COVID Prolongado.
En una entrevista con RIO NEGRO, el doctor Ciruzzi contó cómo se vivió desde la medicina respiratoria la pandemia y brindó recomendaciones sobre qué deben tener en cuenta las personas que tuvieron la infección por el coronavirus. También explicó que es importante vacunarse hoy y a la vez seguir usando bien el barbijo, el distanciamiento y la ventilación cruzada y permanente en los lugares cerrados, como las oficinas y las escuelas.
Las células que le permiten la entrada al coronavirus se encuentran en el sistema respiratorio. Por eso, los pulmones suelen ser los órganos más afectados. En ellos se puede desarrollar una neumonía bilateral durante la fase aguda de la enfermedad. Los pequeños sacos de los pulmones, que se llaman alvéolos, se llenan de pus y líquido, y esto limita la absorción de oxígeno y dificulta la respiración.
La neumonía bilateral por COVID-19 afecta a ambos pulmones. Puede presentarse de manera asintomática, con síntomas leves, moderados o generar cuadros graves que implican la internación del paciente en el hospital. “Principalmente en la primera ola de la pandemia, los especialistas en neumonología participamos en la atención de los pacientes con las neumonías bilaterales en las unidades de terapia intensiva”, contó el doctor Ciruzzi. Desde entonces, el rol de la especialidad también se amplió a las consultas por las maneras de prevención de la enfermedad y hacia la atención después de la infección.
Si bien la mayoría de los pacientes con COVID-19 se recuperan sin secuelas, algunos empiezan a desarrollar algunos síntomas un mes después de la fase aguda. “Las personas que tuvieron COVID-19 deberían prestar atención a algunos síntomas que pueden aparecer en los meses posteriores a la infección”, consideró el doctor Ciruzzi.
“Entre otros síntomas, el COVID-19 persistente se manifiesta con fatiga en exceso, falta de aire y tos persistente. Ya se ha detectado que en algunos pacientes los síntomas pueden perdurar hasta un año”, señaló. Generalmente, los pacientes con COVID Prolongado son personas que desarrollaron casos moderados o que fueron pacientes críticos en terapia intensiva. Pero también se han detectado casos en pacientes que tuvieron cuadros leves o que tuvieron la infección sin desarrollar síntomas.
Además, el COVID Prolongado puede producir la pérdida del cabello, trastornos en el sueño, y dolores musculares. Puede afectar la salud mental de las personas que tuvieron COVID-19. Pueden tener problemas de memoria y dificultad de concentración. “En algunos casos, se han diagnosticado cuadros de depresión y ataque de pánico”, comentó el doctor Ciruzzi.
El 9 de agosto, se publicó una revisión de estudios científicos que identificó que hay 55 efectos a largo plazo que pueden aparecer después de la enfermedad COVID-19. La revisión fue llevada a cabo por investigadores del Departamento de Neurociencia en Cirugía Neurológica del Colegio Médico Weill Cornell, en Nueva York y del Instituto de Investigación Metodista de Houston, Estados Unidos, con la colaboración de científicos de México y Suecia. Fue publicado en la revista Scientific Reports.
Según la revisión con 47.910 pacientes incluidos en el análisis, el síntoma del COVID prolongado más frecuente es la fatiga. Lo detectaron en el 58% de los pacientes que estudiaron. En segundo lugar, identificaron el dolor de cabeza (44%). Luego, con menor frecuencia, los síntomas que se identificaron fueron el trastorno de la atención (27%), la caída del cabello (25%), la falta de aliento (24%), la pérdida del gusto (23%) y la pérdida del olfato (21%).
Otros síntomas estaban relacionados con enfermedades pulmonares, como tos, molestias en el pecho, reducción de la capacidad de difusión pulmonar, apnea del sueño y fibrosis pulmonar; problemas cardiovasculares, como arritmias y miocarditis; y problemas inespecíficos, como acúfenos y sudores nocturnos. También se detectaron síntomas neurológicos, como demencia, depresión, ansiedad y trastornos obsesivo-compulsivos.
“No queremos alarmar a los pacientes que tuvieron COVID-19. Solo queremos decirles que estén atentos porque en algunos casos puede haber secuelas. Cuando se las trate de manera más rápida, mejor será la respuesta. Por eso,pueden hacer consulta con su médico de cabecera o con personal de atención primaria de la salud que puede realizar una evaluación y recomendar una derivación a neumonología si lo considera pertinente. También algunos pacientes pueden necesitar una consulta con un profesional de la psicología para atender cuestiones sobre el impacto emocional de la enfermedad”, agregó. Se puede consultar qué tipo de actividad física conviene hacer.
Como prevención, hoy se aconseja aplicarse las dosis del esquema completo de las vacunas contra el COVID-19, y seguir con los cuidados como el uso del barbijo. “Recomendamos aceptar la combinación de vacunas que se están ofreciendo en el contexto de la emergencia de la variante Delta del coronavirus”, dijo Ciruzzi. También se sabe que los adultos que han recibido una doble vacunación tienen un menos de probabilidades de tener COVID-19 Prolongado si contraen la infección.
La vacunación también reduce el riesgo de tener COVID Prolongado
Las vacunas contra el COVID-19 se desarrollaron en un tiempo récord en diferentes países. Ya hay 8 vacunas autorizadas para uso de emergencias, como la de Sinopharm que se desarrolló en China, la Sputnik V del Instituto Gamaleya de Rusia, la de la Universidad de Oxford con la empresa AstraZeneca, y los inoculantes de ARN mensajero, que fueron desarrollados por las compañías Pfizer/BioNTech y Moderna, de Estados Unidos.
El desarrollo veloz de esas vacunas fue posible porque los científicos se basaron en diferentes plataformas que ya se habían usado en otras enfermedades.
Las vacunas se hicieron para reducir el riesgo de complicaciones y muerte. Si bien hoy se sabe que reducen el riesgo de adquirir la infección, algunas personas ya vacunadas pueden quedar expuestas al contagio si no usan barbijo adecuadamente o si están en lugares cerrados sin ventilación permanente, ya que todavía hay circulación comunitaria del coronavirus. Pero igualmente se remarca la necesidad de ir a aplicarse la vacuna porque hoy da una alta protección para evitar un cuadro grave.
Ahora, también se descubrió que estar completamente vacunado reduce el riesgo de que la infección se convierta en COVID Prolongado, según una investigación dirigida por el King’s College de Londres.
El estudio señaló que aquellas personas que contraen COVID-19 a pesar de tener dos dosis de vacunas —que en realidad son una minoría—, las probabilidades de desarrollar síntomas que duren más de cuatro semanas se reducen en un 50% en comparación con las personas que no están vacunadas.
“Descubrimos que las probabilidades de tener síntomas durante 28 días o más después de la infección que siguió a la vacunación se redujeron aproximadamente a la mitad con dos dosis de la vacuna”, escribieron los investigadores en el estudio publicado en la revista especializada The Lancet Infectious Diseases.
Claire Steves, una de las autoras, dijo que era una “buena noticia” que la investigación haya encontrado que tener dos dosis de vacuna reduce significativamente el riesgo de contraer el virus y, si lo hace, desarrollar síntomas del COVID Prolongado o de larga duración.
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