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Paraguay, a unas toneladas de ser el principal destino de las exportaciones de manzana

Hace dos décadas el norte de Europa lideraba las compras de pomáceas de la región. Hoy ese escenario cambio drásticamente y tres países de Latinoamérica concentran cerca del 50% de las ventas externas.

La falta de nuevas variedades en el Valle frena la colocación de manzanas en los mercados de alto poder adquisitivo.

El comercio internacional de frutas refleja claras tendencias a la hora de analizar su evolución en el tiempo.

En los últimos años se observa que la oferta crece a una tasa superior al 3% anual y, en esa misma línea, lo hace la demanda. Las claves para sostener este tipo de esquema se basan en lograr niveles de productividad adecuados en las chacras y, por otro parte, llegar a los destinos cuyos consumidores pueden pagar un diferencial de precios que permita lograr la rentabilidad deseada.

Esto es lo que se habla hoy en los distintos mercados y entre los empresarios de países líderes en la exportación sobre este tipo de productos. La consigna de máxima es: vender más y buscar donde los precios son altos. Es la lógica dentro del mundo capitalista: si tengo una mazana y hay un mercado internacional que la demanda; ¿dónde la vendo? En el lugar donde más paguen por el producto.

Pero la Argentina, fundamentalmente por sus restricciones, distorsiones y controles sobre las políticas comerciales, desde hace ya décadas que no se inserta en este tipo de lógica global. El comercio de la manzana es uno de los tantos casos que ejemplifica este retroceso.

Hace 20 años el país exportaba cerca de 170.000 toneladas de manzanas y mucha de esta oferta era destinada a mercados de alto poder adquisitivo. Hoy ese volumen no alcanza las 90.000 toneladas y Paraguay -sin que nadie se sienta ofendido- está a punto de ser el principal mercado para este tipo de pomácea.

Si tomamos el volumen y los destinos hacia donde se dirigía la oferta exportable de principios del 2000, los valores de exportación se ubicarían hoy en poco más de 160 millones de dólares. Las proyecciones para este año señalan que las ventas externas de manzanas en la presente temporada representarán 50% del número mencionado, generando un ingreso de divisas por debajo de los 70 millones de dólares.

¿Por qué se perdieron cerca de 100 millones de dólares en estas dos décadas? Las estadísticas señalan que, en primer término, esto se da por el menor volumen exportado. La demanda global cambió sus exigencias hacia variedades selectas -y de calidad- que progresivamente fue desplazando a la oferta local. Pero igual de importante que este último punto, ha sido el desvío de comercio que registraron las exportaciones argentinas en todo este tiempo.

Tal como se refleja en el gráfico adjunto, durante la primera parte de la temporada 2002 los cuatro destinos más importantes para la manzana del Valle eran: Rusia con una participación en el total de las exportaciones del 24.2%, seguido por Holanda con el 17.5%, Bélgica 15.4% y Brasil 12.3%. Veinte años después, dos de esos destinos se mantienen en este podio (Rusia y Brasil), pero otros dos salen para dejar su lugar a Bolivia y Paraguay.


Este cambio es realmente sensible para la actividad. A principios del 2000 los dos mercados del norte de Europa mencionados absorbían poco más de 46.000 toneladas de manzana, un volumen que representa hoy el 50% del total de las exportaciones argentinas. Los valores promedio de las últimas cinco temporadas (FOB) para estos destinos se ubicaron en los 1.30 dólares por kilo. Como contraparte, Bolivia y Paraguay importaron durante el 2020 cerca de 34.000 toneladas de manzana y el precio promedio (FOB) estuvo en torno a los 0.30 dólares por kilo.


Una simple cuenta nos muestra que solo por este cambio de destinos (Norte de Europa por Paraguay y Bolivia) la actividad cedió más de 45 millones de dólares. Un número no menor para un país que necesita divisas que le permitan reactivar su economía y para una actividad que carece de inversiones para poder mejorar su competitividad sistémica.


Cuando se hace este mismo análisis con la pera se puede detectar que los volúmenes exportados se mantuvieron estables en estas últimas décadas y que si bien los destino se modificaron, los cambios no fueron tan drásticos como los observados en la manzana.   


Algunos argumentos


Muchos de los operadores regionales dan cuenta del terreno que perdió en todo este tiempo la manzana argentina en el mercado internacional. Argumentan que la salida de los países del norte de Europa de la agenda local se debe en parte a que son mercados maduros que tienen muy poco recorrido para un potencial crecimiento.

Este concepto lo tiene la mayor parte de los empresarios del hemisferio sur. Sin embargo, la respuesta a este dilema de ciertos países fue totalmente distinta a la consolidada por Argentina. Chile, por dar un ejemplo cualquiera, potenció sus exportaciones y redireccionó los destinos de su oferta exportable para poder sostener este crecimiento en sus ventas. Las estadísticas oficiales del país trasandino señalan que en 2020 las exportaciones de manzanas totalizaron poco más de 387.000 toneladas y cerca del 35% de este volumen se orientaban en Europa. El año pasado las colocaciones externas llegaron a las 660.000 toneladas (crecieron 70%) y menos del 20% se embarcó hacia los mercados del viejo continente, manteniendo igualmente este volumen positivos retornos para el sector. Sudamérica (sin Paraguay), Asia central y el sudeste asiático fueron los mercados que incursionaron cuando Europa y Estados Unidos encontraron su punto de saturación con la manzana chilena.


Este esquema les permitió sostener los incrementos de la de la producción (desarrollar la actividad) sin afectar sensiblemente los niveles de rentabilidad.

A diferencia de lo señalado en Chile, en el Valle de Río Negro y Neuquén -tal como lo señala la estadística oficial- la oferta exportable de manzana se desplomó en este mismo período cerca del 50% y ya asoma como nuestro principal destino externo de esta producción Paraguay, país vecino que hoy está pagando 0,20 dólares por kilo de fruta.

Claramente algo se hizo mal en estas últimas décadas en el país y en especial en el sistema frutícola regional para llegar a este nivel de degradación en todo el sistema.


Lógicas solo aplicables en la economía argentina


Muchas veces se ha mencionado como es que influyen las políticas públicas para incentivar o desincentivar el desarrollo de una actividad productiva.

En todos estos últimos años, la economía argentina tuvo una enorme volatilidad reflejada en sus variables macro totalmente desalineadas. Esto, en el tiempo, terminó por generar falta de previsibilidad sobre la actividad y procesos de desinversión en la región que llevaron a una mayor concentración en todo el sistema.  Ejemplos sobran. Varias fueron las empresas multinacionales -que son las que traen dólares a un país- que en todo este último tiempo iniciaron fuertes procesos de desinversión de la región: Expofrut, Dole, Salentein y San Miguel, entre otras secundarias. La retirada de estos capitales del Valle fue clave en el proceso de deterioro que sufrió el sistema. Las estadísticas dan respaldo a esta reflexión: la producción y las exportaciones se desplomaron en las últimas décadas. Y en esta misma sintonía, por la falta de inversiones, el sistema en su conjunto perdió productividad y calidad.

La caída de las exportaciones de manzanas golpea con dureza al puerto de San Antonio.

Este complejo escenario no se traslado al resto de los países productores de pomáceas del globo. Mientras las variables productivas y comerciales del Valle de Río Negro y Neuquén se desplomaban, la oferta y la demanda internacional de manzanas mantenía un desarrollo sostenido del orden del 4% anual. Esto quiere decir que los dólares que anualmente invertían Expofrut, Salentein, Dole y San Miguel en el Valle terminaron en sistemas productivos de otras regiones de Chile, Brasil, Sudáfrica o Europa.

El «síndrome Paraguay», que se observa en la fruticultura del Valle, es también parte de este complejo escenario. “Nosotros no podíamos competir con esquemas comerciales irregulares como los que existen en el país. Mucha de la fruta argentina va por circuitos marginales que generan una rentabilidad extraordinaria y deja fuera de competencia a aquellas empresas que no ingresan este tipo de lógica comercial”, confió un ex CEO de una de las firmas extranjeras que durante años trabajo en la región.

“Hay que imaginarse estar frente a una junta de accionista de una empresa europea explicándoles que el negocio en la Argentina está en exportar a un determinado país latinoamericano, declarar ventas por debajo de los valores reales, traer los miles de dólares físicos en un camión de regreso al país, para luego venderlos en un mercado no legal y así lograr una rentabilidad adecuada para mantener el negocio. Cuando lo recuerdo, todavía hoy me río pensando la cara que pondrían”, ironizo el ejecutivo.


Menos destinos para nuestra oferta exportable


La pérdida de mercados que refleja el sector exportador frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén en estas últimas décadas es otros de los síntomas del deterioro sufrido por el sistema.

Datos oficiales dan cuenta de que en el 2000 las manzanas argentinas llegaban a 32 destinos del globo. El año pasado la oferta exportable de esta misma especie fue recibida por 21 países. Es decir que los destino que importaron las manzanas del Valle de Río Negro y Neuquén disminuyeron un 35%. Esta misma tendencia se puede observar en las peras, aunque aquí hay que hacer la salvedad que tanto la producción como las exportaciones de esta especie no sufrió el recorte que si tuvo la manzana.


Cuando se desgrana la estadística oficial, se observa asimismo que los mercados de mayor desarrollo económico o los que en principio pueden pagar valores altos por este tipo de pomáceas, fueron los más afectados en este ajuste de destinos.

La manzana chilena -para tener un marco de referencia- a principios del 2000 llegaba a 55 destinos; hoy ingresa en 70 países.


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