Pandemia, desigualdades de género y el impacto relevante sobre las mujeres
Por César Domínguez (*)
Las medidas adoptadas desde el Gobierno Nacional (ASPO) durante el 2020 y parte del 2021, que priorizaron la salud y la vida de la población como el derecho humano más importante de las personas, trajeron consigo una crisis que tuvo un fuerte impacto socioeconómico sobre los hogares.
Ese escenario puso de manifiesto las profundas desigualdades que existen en nuestro país, siendo las mujeres el género más afectado. Y dentro de este colectivo, las mujeres de hogares monoparentales, las de la economía informal, las mujeres del servicio doméstico, las mujeres trabajadoras de la salud, cuidadoras en hogares de adultos mayores, en merenderos, etcétera
Los cuidados esenciales para abordar la pandemia recayeron sobre las mujeres, que tuvieron mayor carga en las tareas domésticas, en especial con el cierre de los colegios y el cuidado de menores.
La pandemia no es sólo una cuestión sanitaria: es una cuestión económica, social, cultural, que produjo alteraciones en la cotidianeidad de nuestras vidas y produjo impactos específicos sobre las mujeres y profundizó las desigualdades de género existentes tanto dentro de los hogares como fuera de ellos.
Las medidas de confinamiento buscaron proteger la salud pública y evitar el colapso de los servicios sanitarios. Sin embargo, su aplicación no es neutra desde el punto de vista de género.
Los hogares se convirtieron en lugares donde se realizó la educación y el cuidado de los niños, niñas y adolescentes y como consecuencia de ello, se incrementó la carga de trabajo para las mujeres, situación que se debería haber redistribuido equitativamente entre hombre y mujer, lo cual no sucedió. Recayó todo sobre la mujer, no estando valorada social ni económicamente dicha labor.
Fuera de los hogares las mujeres también constituyen un pilar fundamental del sostenimiento de nuestra sociedad, que muy pocas veces es valorado y se encuentran en el sector sanidad, en centros especializados de menores y adultos mayores, cuidados de personas con discapacidad, trabajos que conllevan impactos sobre la salud de las mujeres y las expone a un mayor riesgo de contagio.
Las mujeres fueron las más afectadas por el trabajo de cuidados no remunerados, que siempre existió pero que en pandemia se acrecentó.
Las mujeres han subrayado la dependencia que la sociedad tiene de las mismas, pero también se han puesto de manifiesto las desigualdades estructurales en todos los ámbitos, ya sea económico, sanitario y de la protección social.
En momentos de crisis cuando los recursos escasean y la capacidad institucional se ve limitada, las mujeres se enfrentan a consecuencias que agravan aún más las desigualdades, retrocediendo sobre los avances logrados en materia de derechos, responder a la pandemia no solo requiere rectificar estas desigualdades históricas sino también construir un mundo más justo, más equitativo.
El impacto producto de la pandemia no fue igual en todas las provincias.
Así surgieron acciones específicas y apuntadas a la realidad de cada región, cobrando relevancia el rol de los gobiernos provinciales, con apoyo del Gobierno Nacional, con planes estratégicos, integrales y de reactivación económica desde una perspectiva de género, apuntando a que la elaboración y ejecución de políticas públicas apunten a disminuir las brechas de género.
Es una obligación de los estados garantizar la igualdad de trato, de no discriminación y de igual oportunidades en la población. Esto implica adoptar políticas públicas desde una mirada de género e identificar vacíos de políticas que requieran nuevas intervenciones.
Para incorporar políticas públicas con perspectiva de género se tiene que avanzar en la recolección de datos, para elaborar un diagnóstico y avanzar en una estrategia de abordaje con un enfoque de interseccionalidad.
Las violencias contra las mujeres aumentaron en el contexto de emergencia, fundamentalmente en violencia doméstica. Asegurar la dimensión de género requiere destinar recursos suficientes para responder a las necesidades de las mujeres.
Se deben elaborar programas de protección social y paquetes de estímulo económico para las mujeres, generar políticas públicas con perspectiva de género, reducir y mitigar la violencia de género, prevenir y hacer tomar conciencia, impulsar medidas que permitan reconocer, reducir y distribuir la sobrecarga de trabajo no remunerado que se produce en el interior de los hogares, por cuidados de salud, cuidado de niños, personas mayores, con discapacidad que es absorbida por las mujeres.
Debemos dar respuesta rápida a la violencia de género, apoyar a redes que luchan por la defensa e igualdad de los derechos de las mujeres, generar datos, arribar a un diagnostico veraz de la situación.
No podemos desarrollar políticas públicas sin un diagnóstico.
Hay que reforzar los programas de sensibilización y de la violencia contra las mujeres, como es la ley Micaela -programa de capacitación obligatoria para todos los empleados estatales-
Esta pandemia puso en jaque los derechos y libertades de todos, pero la mujer fue la más afectada, que fue mucho más allá de la violencia sobre ellas, sino que también tuvo la impronta de afectar la economía de las mismas y de sus hogares.
La pandemia no es solo un problema sanitario sino también económico, social, cultural y político, por lo cual debemos redoblar nuestro compromiso para trabajar en pos de la igualdad y dignidad humana.
Construir comunidades y sociedades más equitativas es nuestro desafío, trabajar desde todos los ámbitos sean privados, públicos, asociaciones civiles, organizaciones no gubernamentales, para que las desigualdades de género que hoy existen sean un reclamo del pasado y que todos tengamos los mismos derechos en todos los ámbitos de la vida.
(*) Defensor del Pueblo Adjunto de la Provincia de Río Negro
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