El explosivo cruce que blanquea la pelea ideológica con Pfizer
Las expresiones de Máximo, respondidas con dureza por Alberto, exponen sin disimulo el corsé ideológico que impone el ala dura del oficialismo al presidente, tanto en el tema vacunas como el del FMI.
La frase más elocuente del presidente Alberto Fernández en el día de la Independencia – “si alguien espera que yo claudique ante acreedores o laboratorios se equivoca; no lo voy a hacer, antes me voy a mi casa”– ha sido una clara respuesta a Máximo Kirchner (y por elevación a Cristina), quien había dicho ante el jefe de Gabinete en Diputados: “Yo no quiero un país que sea juguete de las circunstancias o que tenga que ceder a los caprichos de laboratorios extranjeros”.
Pero ambas expresiones -la de Alberto y la de Máximo- ponen en evidencia las verdaderas y siempre negadas razones de la frustrada negociación de Pfizer con la Argentina para la llegada de vacunas.
Los dichos de Máximo, reclamándole al gobierno vía Cafiero “tener más autoestima como país” tanto en el tema vacunas como en la negociación con el FMI, blanquean la resistencia del ala dura kirchnerista a digerir por capricho ideológico un arreglo con la firma norteamericana Pfizer, y el disgusto de Cristina frente a su elegido en la presidencia por pretender avanzar en ese sentido, que luego “tackleó” con la famosa cláusula de la “negligencia”, colada en el debate de la ley.
Recordemos en pocas palabras cómo fue la secuencia:
• Alberto anuncia en agosto pasado un acuerdo con Pfizer y se avanza con la participación de 15.000 voluntarios argentinos en los ensayos clínicos de su vacuna, en el Hospital Militar.
• El Ejecutivo envía un proyecto de Ley al Congreso para refrendar el acuerdo, pero en el medio del tratamiento de comisiones se introdujo esa simple palabra que reducía la protección legal planteada por el laboratorio para el caso de eventuales demandas por mal funcionamiento de las dosis. Y, muy a pesar del Ejecutivo, se votaron garantías de inmunidad «salvo en casos de negligencia».
• Luego de las revelaciones del titular local de Pfizer que adjudicaba a esa maniobra legislativa la frustrada partida de 13 millones de dosis, y repudios y reclamos de explicaciones por parte de la oposición, el gobierno firma un decreto de necesidad y urgencia (DNU) con modificaciones a la ley de vacunas: entre otras cosas cambia “negligencia” por “dolo” y exime de inmunidad a las regalías que percibe el Estado Nacional para recibir a eventuales indemnizaciones. Así buscaba terminar de una vez con los cortocircuitos legales que impedían cerrar un acuerdo con ese y otros laboratorios norteamericanos.
• Apenas dos días después de la firma del DNU, Máximo vomita su malestar, anteponiendo una cuestión de “orgullo nacional”.
La pirotecnia verbal no solo expone un desacuerdo entras las ideas fijas de Cristina y las de un presidente que surfea entre el corsé ideológico del oficialismo para “buscar salvar la vida de los argentinos”, en sus propias palabras.
Revela que efectivamente hubo un objetivo (antes bien una exigencia del Frente de Todos) para evitar que Pfizer formara parte del universo de vacunas que –sin tanta cláusula– ostentan hoy con insuficiencia de stock la rusa y la china. Máximo ha sido el encargado de significarlo con sus fogonazos en el Congreso ante Cafiero.
Un objetivo que Fernández buscó zanjar con un DNU que llega en los albores de los 100 mil muertos por coronavirus en la Argentina, y un proceso de desgaste que podía haberse evitado hace unos cuantos meses.
¿Está dispuesto el ala de Cristina a arriar su batalla ideológica frente a un DNU consumado, una desafiante frase del presidente y -sobre todo- las acciones por venir en el tema de la deuda? Final abierto.
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