Silencio, diagnóstico y timidez política
La ministra de Salud, Andrea Peve, volvió a encabezar la estrategia, pero esta vez no fue el “preparen los cementerios” de la primera ola.
El colapso sanitario obligó al gobernador Omar Gutiérrez a reaparecer públicamente. Los números, los datos crudos, no le dieron opción: 48 pacientes esperaban, el viernes por la tarde, una cama. La incidencia de casos y la ocupación de camas de terapia intensiva, dos variables que determinan el riesgo epidemiológico, ponen a Neuquén en la zona roja del semáforo sanitario. Pero hay otra cifra que no debería estar al margen: hasta ayer al mediodía la provincia acumulaba 1.353 muertes por coronavirus, es decir, un fallecido cada 8 horas.
El gobierno tomó 12 medidas que se aplicarán durante una semana. La fecha, más allá del maquillaje, coincide con el vencimiento del DNU del presidente Alberto Fernández que se espera sea reemplazado por una ley de Emergencia, que fije parámetros federales para la aplicación de restricciones ante la virulencia de la segunda ola de covid y la apatía de la sociedad, alenatada por un sector de la oposición, que no quiere acatarlas.
Las dos decisiones más significativas fueron la restricción para circular entre las 21 y las 06, una medida un tanto confusa porque se permite a la gastronomía atender hasta las 23 y; el cese de la presencialidad escolar con excepciones para la educación especial y las escuelas rurales.
Las clases presenciales se convirtieron en un botín político. Más allá de los justificativos, en muchos casos desde la honestidad intelectual, para oficialismo y oposición configura una arena donde pueden existir ventajas electorales. El tema nació torcido cuando la oposición al presidente Fernández encontró un punto de dolor para la opinión pública y arrastró al oficialismo a decisiones coyunturales que hoy no puede sostener.
Las clases presenciales se convirtieron en un botín político. Para oficialismo y oposición configuró una arena donde pueden existir ventajas electorales.
Esa puja derramó a las provincias y desde el viernes se cocina en Neuquén. Sin embargo, algunas las reinterpretaciones locales resultan llamativas. El diputado nacional Guillermo Carnaghi, del Frente de Todos, exigiendo en la provincia medidas que ni el presidente puede hacer pasar en algunos distritos. O los referentes de Cambiemos, como el diputado Francisco Sánchez, muy cerca del negacionismo, exagerando una suspensión semanal de la presencialidad como si se tratara de un cierre de escuelas.
Como la mayoría de los gobiernos en pandemia, el neuquino tiene problemas para imponer las medidas que realmente el colapso sanitario requiere. Sin embargo, particularmente el gobernador Gutiérrez arrastra un déficit de autoridad que quedó plasmado en la pelea con los intendentes durante la primera ola y en el extendido conflicto con los trabajadores de Salud.
La timidez política de sus colaboradores directos no le permite hacer pie, incluso, en aspectos donde hay consensos de logro: el plan de vacunación, con todos los inconvenientes del contexto internacional, marcha sin fisuras y por estas horas se acercaba, con una dosis, al 71% de la población objetivo.
La ministra de Salud, Andrea Peve, volvió a encabezar la estrategia, pero esta vez no fue el “preparen los cementerios” de la primera ola, sino que firmó un detallado diagnóstico del colapso sanitario. Lo que resulta difícil de comprender es que un ministerio haga una descripción de la situación, pero no incluya las acciones para solucionar el problema.
Gutiérrez aprovechó su reaparición para explicar su silencio en el conflicto de Salud, que duró casi 60 días y tuvo 22 jornadas de cortes en Vaca Muerta, con pérdidas millonarias y un efecto crítico sobre la extracción de gas para el invierno. Hizo una autocrítica y reconoció que “el gobierno cometió errores”. No es la primera vez, lo hizo en la apertura de sesiones legislativas, en marzo pasado.
Reconoció que el reclamo fue legítimo y que, si bien excedía lo salarial porque faltó escuchar al sector, durante 2020 no pudieron recomponer los sueldos porque la pandemia le quitó $24.000 millones a la provincia. Hoy los números de recaudación se guardan bajo siete llaves, seguramente, a la espera de la aprobación en la Legislatura del crédito de $12.800 millones.
“Al igual que la lucha contra el covid, se resuelve con acuerdos y con diálogo”, dijo criticando a quienes pidieron “violencia” para destrabar el conflicto y a la oposición por buscar un rédito “electoral”. La frase, que colisiona con los prolongados silencios del Ejecutivo, refleja una extendida demanda al gobernador y adolece del karma de la ministra que diagnostica pero no cura.
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