Un kinesiólogo de Neuquén asiste a refugiados de guerra en Jordania

Se trata de Ángel Pedemonte, que vivió hasta 2016 en Rincón de los Sauces. Tras unas vacaciones en Medio Oriente decidió quedarse a ayudar.

Ángel Pedemonte es un kinesiólogo que vivió hasta 2016 en Rincón de los Sauces y en el verano de 2017 se fue de vacaciones a Jordania. Un viaje que sin saberlo daría una vuelta rotunda a su vida. Se iba por unas dos semanas, pero allí vio la necesidad que había y sintió que la misión de su vida estaba ahí: ayudar a los refugiados de guerra. Desde entonces, brinda asistencia comunitaria gratuita, y aporta su tiempo y formación para mejorar la calidad de vida de cientos de familias que escapan de la guerra en la zona de Medio Oriente.

La tarea que hace desde hace cuatro años es con el apoyo de las Iglesias cristianas,y en un trabajo desinteresado para ayudar a los refugiados que llegan huyendo de la guerra y de los bombardeos, despojados de todo lo material. También se atiende a la población local.

Ese viaje de 2017 que tuvo una parada en Turquía y después en Jordania fue donde sintió lo que quería hacer: “Fui para allá y al ver la realidad de los refugiados yo sentí que me tenía que quedar. Eso era lo que quería, ayudar a la gente. Yo no tenía ningún respaldo económico de nadie pero me contacté con iglesias allá que son las que hacen esos tipos de trabajos de voluntariado con los refugiados y tenía a la vez también el respaldo de ellos ante el Gobierno. Y empecé a trabajar con todo el mundo (refugiados, locales, extranjeros). Allá no hay osteópata, entonces el trabajo era y es muchísimo”, expresó.

“Yo me quedé directamente en Jordania (no me volví). Nunca pensé que me iba a quedar cuatro años. Pero bueno empecé a aprender el idioma, la cultura, y me enamoré de aquello que estaba haciendo y siguió la rueda así. Pero feliz”, resumió sobre aquella decisión que cambió el rumbo de su vida.

Trabajaba antes en la Clínica Rincón. “Renuncié a mi trabajo. Avisé que no volvía, y que no sabía por cuánto tiempo”, apuntó.

Vive en Al Mafraq, que está a casi 20 kilómetros de la frontera con Siria. Dijo que su tarea la hace en esa localidad y en la capital (Amán). Mucha de su labor es recorriendo las casas de las personas.

Su presencia es muy importante porque hay muy poco personal médico que brinda atención gratuita.

“Entonces para ellos cualquiera que lo pueda ayudar es una luz de esperanza y ellos te brindan todo. Son súper hospitalarios, y cualquiera que pueda saludarles, darles un abrazo o mimarlos es para ellos un mundo nuevo”, contextualizó.

Explicó que hay hospitales para refugiados pero “son prácticamente de primeros auxilios, de emergencias”.

En su tarea diaria asiste a refugiados de todas partes del mundo. “Hay muchos sirios, muchos iraquíes, muchos palestinos, egipcios, sudaneses, muchos africanos, filipinos, lauseanos” enumeró Pedemonte, que se emociona al recordar cada historia que fue tejiendo con cada persona en más de cuatro años de voluntariado.
Sus atenciones son a un 80% de refugiados, otro 15% locales y un 5% extranjeros, precisó.

“Nosotros que estamos en la frontera con Siria, muchísimas veces escuchamos en la noche los bombardeos y las vibraciones, pero de este lado no pasa absolutamente nada”, relató.

Ángel está ahora momentáneamente en Rincón de los Sauces. Vino para resolver asuntos personales. Luego retornará a Jordania y seguirá con la labor humanitaria.

“No ganamos dinero pero no me hace falta nada”, indicó Ángel, que tiene familia en Neuquén y que nació en Corrientes.

Su labor es todos los días, salvo el viernes, “que es como el domingo de acá, ya que que allá es feriado total y ese es mi descanso”.



Su trabajo lo describió como algo que es “todo el tiempo gratificante” por cada persona que se recupera.

“Hay adultos que han sido abandonados de niños y han quedado lisiados o mutilados por no recibir ningún consejo de cómo se podían recuperar. Entonces que de pronto ellos puedan mejorar, volver a caminar o reintegrarse a la familia y tener una mejor vida es todo súper gratificante. Entonces todos los días uno encuentra cosas que estimulan el alma, el espíritu como para no parar”, expresó Pedemonte.

Mientras recordó lo que fue estar en Medio Oriente, colaborando como un profesional, también marcó que el lugar se caracteriza por tener un clima muy hostil. Pero eso no frenó nunca su deseo de continuar.
“Hay experiencias todos los días de cosas increíbles. Personas que te ofrecen todo porque de pronto un hijo puede caminar”, contó.

Los pacientes que llegan a Ángel tienen patologías muy variadas. “La mayoría son problemas post guerra. Porque, por ejemplo, en Siria los problemas continúan. Han sido destruidas sus casas, sus lugares de trabajo, entonces salen con lo que tienen y con los familiares que quedaron vivos. Y salen cómo sea y cuando antes a los lugares fronterizos” afirmó.

Se suman otros relacionados con el sedentarismo (por la escasa cultura del deporte) y por el alto índice de personas diabéticas.

“Al no haber gimnasia sufren muchos problemas del aparato locomotor. Después hay otras enfermedades neurológicas, en niños muchísimo porque ellos se casan entre parientes”, amplió.


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