Los carnavales: fiestas donde todos eran iguales
Las fiestas populares de la ciudad de Neuquén se realizaban en el Bajo. Con disfraces y carruajes, desfilaban desde los crianceros hasta las familias del Alto.
Desde los inicios de las comunidades sociales, los encuentros populares fueron marcando la impronta de cada localidad. Eran eventos que permitían la convivencia pacífica y festiva de los distintos estratos de las sociedades.
Las clases acomodadas realizaban sus fiestas privadas en grandes casonas, donde el apellido de estirpe eran la entrada que los habilitada “a ser parte de”.
El padre de los bulevares de la gran avenida de Neuquén
Pero en las calles, las cosas eran diferentes. Para los bailes populares, los juegos de sortijas y los carnavales no se pedía carta de presentación ni condición social. “En la capital los corsos que se realizaban en la zona del Bajo marcaron un hito de la diversión popular. La alegría se veía reflejada en los disfraces, en las carrozas y en los actos de mímica. A ellos concurría gente de todos lados, del norte, del sur, del Alto, del Bajo”, recuerdan los encargados del museo Paraje Confluencia.
Eran fiestas que igualaban, que no excluían. Hoy y desde hace muchos años, ya no existen. Sos permanecen en la memoria de los vecinos.
Desde los inicios de las comunidades sociales, los encuentros populares fueron marcando la impronta de cada localidad. Eran eventos que permitían la convivencia pacífica y festiva de los distintos estratos de las sociedades.
Las clases acomodadas realizaban sus fiestas privadas en grandes casonas, donde el apellido de estirpe eran la entrada que los habilitada “a ser parte de”.
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