La literatura de Carlos Busqued: entre el realismo sucio y el nonfiction

La repentina muerte del escritor, a los 50 años, dejó una obra breve -apenas dos novelas- pero sólida y disruptiva. Una voz necesaria que se apagó demasiado pronto.

Con solo dos novelas publicadas, «Bajo este sol tremendo» y «Magnetizado», el escritor Carlos Busqued supo convertirse en poco tiempo -su primer libro lo publicó en 2009- en uno de los autores más lúcidos de la literatura contemporánea con una impronta memorable, cercana al realismo sucio y que trasladó en un juego con la ficción al personaje de su cuenta @unmundodedolor, donde agudizaba la banalidad de las redes sociales con ese estado de letargo y delirio como el que construía en sus libros.

El escritor, que falleció el lunes a los 50 años como consecuencia de un accidente doméstico según confirmaron sus allegados, dejó un obra breve pero sólida y potente en las que exploró formas narrativas que hibridan elementos de la novela negra, el realismo sucio, la crónica, o el nonfiction. Incluso, uno de sus dos libros inspiró una película, «El otro hermano», dirigida por Adrián Caetano y disponible en Netflix.

Hasta el momento se sabe que el escritor falleció en su departamento de la calle San Juan al 3100, que había vuelto de llevar libros y que la noticia de la muerte se confirmó cuando una mujer llamó el lunes por la tarde al 911.

Aunque significativa, la historia de Busqued en la narrativa local es corta, pero disruptiva. Nacido en Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) en 1970, se licenció en Ingeniería Mecánica, con especialidad en Metalurgia, e hizo un intento de cursar durante un semestre la carrera de Letras en la Universidad de Córdoba pero fue recién después de terminar su formación técnica cuando se dedicó a escribir.

En 2008 su primera novela «Bajo este sol tremendo» suscitó toda una celebración: fue finalista del Premio Herralde y pocos meses más tarde, en 2009, publicada por el sello Anagrama. Allí, Busqued construía una parábola negra sobre la herencia de la dictadura, la decadencia y la anomia del interior derruido que contrasta el despliegue de violencia y sordidez con las intervenciones de un narrador austero, Cetarti, un hombre que en la primera página Busqued presenta así: «Certati estaba en el living, fumando porro y mirando Discovery Channel, un documental sobre la pesca nocturna de calamares Humboldt en el Golfo de México». Lo que seguirá a continuación será la vida de este hombre hundido en la desmotivación, en la nada misma.

La novela fue llevada al cine en 2016 por el realizador Adrián Caetano, con guión conjunto del escritor y del director de «Un oso rojo» y «Bolivia». La película, que fue filmada en la localidad chaqueña de Lapachito y cuenta con las actuaciones de Daniel Hendler y Leonardo Sbaraglia, sigue el viaje de un joven al Chaco, luego de enterarse del asesinato a escopetazos de su madre y su hermano.

En 2017, Busqued publicó «Magnetizado», su segunda novela que narra la historia de Ricardo Melogno, un asesino serial de taxistas cuyo caso tuvo mucha repercusión en la Argentina de los años ochenta. Inspirado por Truman Capote y cercano también a la narrativa policial de Ricardo Piglia, Busqued acudió al penal de Ezeiza para tomar de primera mano los datos con los que construiría su novela.

El relato que disecciona la mente de un asesino fue resultado de las noventa horas de conversación que el escritor mantuvo con Melogno, quien hoy sigue detenido por su «peligrosidad potencial», después de haber cumplido la condena y más de veinte años de encierro, en la Unidad 20 del Hospital Borda.

A propósito de esa novela, y en un trajín que ya lo tenía muy recomendado por su primer libro, el escritor sostuvo sobre las ventas de sus libros: «No sé si se venden tanto. Quiero decir, no puedo pretender vivir de vender libros. O podría pretender vivir de las ventas de mis libros sólo si no necesitara alimentarme o pudiera prescindir de un techo o agua potable. Si esto es el éxito, es alto embole. Éxito es ser hijo de padres ricos. El resto es cagarse de odio y ver cómo pelearla. Antes estaba más enojado, ahora no tanto. Pero sigue siendo el mundo de los otros, no el mío».

Busqued solía tener una mirada de enajenación con el mundo que lo rodeaba. Así lo confesaba en la charla con esta agencia: «…desde el momento en que empecé a integrarme socialmente, desde que me tocó interactuar con gente (…) siempre sentí que todo el mundo conocía algo que yo no conozco. Siempre es estar mirando a los otros y no entender bien qué mierda están haciendo, o para qué».

Activo usuario de la red social Twitter, el autor de «Magnetizado» disparaba desde su cuenta @unmundodedolor ironía, sarcasmo y elocuencia para cuestionar la coyuntura de manera punzante y provocadora.

En la presentación de ese espacio de escritura escribió: «fantasías para ejecutivos. masaje birmano, chasca, paseo de émulos. asesinato, taxidermia y uso de títeres» a modo de advertencia para quienes comenzaban a leer sus permanentes tuits. Porque Busqued tuiteaba de manera constante, sostenida y persistente.

Si esto es el éxito, es alto embole. Éxito es ser hijo de padres ricos. El resto es cagarse de odio y ver cómo pelearla. Antes estaba más enojado, ahora no tanto. Pero sigue siendo el mundo de los otros, no el mío».

Carlos Busqued.

Desde agosto de 2010, el escritor alimentaba ese personaje que se parecía bastante a Cetarti, el protagonista de «Bajo este sol tremendo», ese hombre a la deriva que se entregaba a ese estado de letargo y delirio desde el que se puede actuar para devolver una mirada absurda a lo establecido como normalidad.

Su tuit fijado, la leyenda que encabezaba sus miles de publicaciones diarias sobre los más variados temas era: «mis palabras sólo pueden ser entendidas desde lo espiritual y me disculpo si ofendí a alguien».


Para Busqued, Twitter era el salto al absurdo, la forma de reírse de las convenciones de los artistas hablando de sí mismos y donde no se dejaba impregnar por el tono de indignación imperante porque en ese mundo de dolor la realidad era una incógnita pero también injusta, desigual y cruel.


Desde el bloqueo al canal de Suez, las consecuencias de la pandemia o la actualidad de figuras como Adriana Aguirre o Zulma Faiad, el Busqued tuitero era seguido por 15 mil usuarios y fue allí donde escribió horas antes de su muerte: «ojalá lleguen a la punta del canal y se les hunda ahí y no lo puedan sacar en la reputísima vida».

Los aviones y los barcos eran protagonistas de ese mundo que armó para dar vida a un personaje que se reía de las convenciones de una red social en la que muchos de sus colegas publican sus opiniones sobre temas de actualidad o postean las notas de sus libros.

Para el autor de «Magnetizado», Twitter era el salto al absurdo, la forma de reírse de las convenciones de los artistas hablando de sí mismos y donde no se dejaba impregnar por el tono de indignación imperante porque en ese mundo de dolor la realidad era una incógnita pero también injusta, desigual y cruel. Por eso lanzaba interrogantes como «cuáles serán las conversaciones entre los que realmente saben qué está pasando».

A @unmundodedolor siguen llegando las preguntas y las puteadas ante la noticia de su fallecimiento, así como las propuestas de compilar y sistematizar esas intervenciones en las que hoy muchos van a ir a leer su muerte como una más de sus provocaciones.


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