Efecto pandemia: Los oficios que todavía esperan la recuperación en Bariloche
Trabajadores del teatro y músicos tuvieron un magro 2020. Las salas abrieron aunque hay aforo limitado. Los instructores de esquí tuvieron poco movimiento por la apertura del cerro Catedral solo para locales. Esperan que mejore el escenario.
La progresiva apertura económica y la reactivación del turismo que avanzó desde mediados del año pasado luego de la cuarentena estricta benefició a muchos sectores, pero hay oficios y actividades que todavía esperan por la recuperación, o bien les llega en cuentagotas.
Los trabajadores de la cultura estuvieron entre los más golpeados durante la pandemia, especialmente los que se desempeñan en forma independiente, que son amplia mayoría. Sólo gozaron de un ingreso estable los pocos que tienen cargos docentes en el sistema provincial o en la carrera de arte dramático que dicta la UNRN.
El presidente de la asociación Teatrantes, Adrián Beato, dijo que empezaron a moverse muy acotadamente con espectáculos presenciales desde los últimos meses de 2020, pero con límites insalvables, como el protocolo estricto que permite sólo el 30% de los espectadores. Las salas en Bariloche son muy chicas (entre 50 y 120 butacas) y los números no cierran.
“Estamos saliendo poco a poco, pero la pandemia para nosotros fue catastrófica -dijo Beato-. Las tres líneas de trabajo que tenemos habitualmente estaban cerradas: los talleres, las funciones en sala y las giras que apoya el Instituto Nacional de Teatro”.
Beato dijo que la mayoría de los teatristas son independientes y hay “una franja mínima asalariada”. Refirió que la ayuda que recibieron del Estado fue muy limitada, pero varios trabajadores de la cultura aprovecharon los bolsones de alimentos que les destinó el municipio. Dijo que la programación en salas “a protocolo” no alcanza a ser solución sin un subsidio complementario del Estado, que recién ahora se comenzó a implementar.
Aseguró que igual “el empuje y las ganas de la gente es muy grande” y permitió concretar, por ejemplo, la Primavera Teatral, un festival con más de 30 espectáculos, aunque la mayoría se difundió por streaming y sólo dos fueron presenciales, “con mucho cuidado”.
Para Beato, los espectáculos filmados fueron durante la cuarentena estricta un recurso válido, “pero que no contiene la esencia del teatro, que es el convivio. Y también lo eventual, es decir que sucede solo una vez, porque ninguna función es igual a otra”.
“La pasión no se pierde, pero la única sala con continuidad ahora es La Llave, que funciona al 30%. Así es muy difícil, el terreno se ha achicado para todos”, señaló Julio Benítez, quien con 74 años decidió “guardarse” por razones sanitarias.
Músicos en crisis
A los músicos les pasó algo similar. Mariano Barrientos es un guitarrista con más de 25 años de trayectoria y dijo que si bien se abrieron las salas y también la música en vivo en bares y pubs, el trabajo es poco y en general está mal pago.
Para Marcelo Saccomano el problema central es previo a la pandemia y el motivo es que no se los reconoce como trabajadores, con el agravante de que la música es considerada un pasatiempo y no un “bien cultural”. Señaló que las salas fueron lo último que se abrió y con aforos que limitan mucho, además en Bariloche no hay recintos que califiquen para recibir apoyo del Instituto Nacional de la Música, que permitiría darles viabilidad económica.
La opción más a mano para trabajar sigue siendo los bares y pubs, aunque hoy contratan música en vivo no más de cinco o seis establecimientos, la mitad que antes de la pandemia. Además, los propietarios se escudan en el recorte de mesas permitidas para pagar menos. “Hoy abonan lo mismo que hace un año y medio, unos 6.000 ó 7.000 pesos. Por eso hay varios proyectos de dúos o tríos. Para una banda no da”, refirió Barrientos.
Aun con este escenario Barrientos y Saccomano admiten que tocar en lugares gastronómicos no es lo ideal.
Más crítica fue la mirada de Germán Lema, pianista y compositor de los más inquietos del medio local, quien aseguró que “está todo paradísimo”, no solo por la falta de lugares para tocar sino “porque no hay un mango circulando, las clases bajaron mucho y los shows están difíciles”. En su caso decidió retomar los ciclos de jazz que promovió hasta que se desató la pandemia, pero “va la mitad de la gente que solía ir”.
Dijo que si el panorama no cambia es también “por la desidia de siempre del gobierno municipal y el provincial, y los protocolos super estrictos, que se los imponen a una sala, pero no se ven en las cervecerías o en los colectivos”.
Admitió que para muchos músicos no hay otra que buscar una ocupación paralela. “El que vive de tocar en vivo está muy complicado -comentó-. Yo me manejo porque tengo además una pata en la producción y otra en lo académico. Pero tocar en vivo para mí era antes la mitad del ingreso y hoy despareció casi totalmente. Te diría que volvió un 15%. Es muy difícil encontrar espacios que paguen un caché. Hay un montón de gente desesperada que sale a tocar gratis o a la gorra. Así no hay manera de vivir de la profesión”.
Panorama difícil para los instructores
Los instructores de esquí pasaron un 2020 de pesadilla y por ahora no encuentran vías de recuperación, a pesar de que la rueda del turismo volvió a girar y muchos oficios vinculados ya trabajan a buen ritmo.
El presidente de la Asociación de instructores de Esquí y Snowboard, Martín Bacer, dijo que el invierno pasado en Catedral el trabajo fue nulo porque sólo estaba permitido el público local. Y en el invierno del norte, que suele convocar a cientos de instructores barilochenses, los centros de esquí funcionaron a medias o directamente se mantuvieron cerrados.
“Estamos preocupados por este tema. El panorama es difícil y nos queda la esperanza de que este invierno 2021 sea mejor”, afirmó. Saben ya que no vendrán brasileños, que es un público clásico, con alta demanda de clases de esquí, y deberán enfocarse en captar clientes argentinos.
Bacer dijo que si bien el año pasado el cerro abrió en plena pandemia, el público local “no mueve la aguja”, en lo que hace a la actividad de los instructores habilitados, que son cerca de un millar. Solo tuvieron trabajo los pocos que están vinculados a los clubes.
El trabajo de contra temporada tampoco fue alternativa, porque “los centros en Estados Unidos no abrieron, y en Europa solo algunos, pero con muchas restricciones”.
El dirigente señaló que la ayuda estatal para los instructores desocupados resultó una solución muy parcial. “Fue poca, pero algo hubo”, señaló.
El programa de Auxilio a Prestadores Turísticos, con un aporte no reintegrable de 40.000 pesos por única vez, llegó sólo a un puñado de instructores, porque la mayor parte no estaba al día con el monotributo, que fue condición excluyente. El resto se “recicló” como instructores de pesca o se dedicaron a otras actividades como la jardinería o la construcción.
Néstor López Dávalos, titular de la escuela de esquí Xtreme, confirmó el año pasado fue de terror para los instructores y frente al invierno que se avecina son “optimistas pero con reservas”, ya que no dejan de preocupar las señales sobre un agravamiento del Covid.
Dijo que Europa esta vez no brindó un paliativo al sector porque “no viajó casi nadie”. En relación con la próxima temporada en Catedral López Dávalos señaló que “no va a haber brasileños, pero sí argentinos de los que suelen viajar afuera y que ahora no pueden. Son gente en condiciones de demandar clases de esquí. El obstáculo que aparece es la poca conectividad aérea”.
Sobre la ayuda pública para los instructores desocupados dijo también que es escasa, “porque para el Estado es difícil de entender cómo funciona un trabajo estacional”.
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