El vaivén del MPN, identidad y poder


En el partido provincial las agrupaciones internas están activas. A diferencia de lo que se dice, las travesuras y las culpas históricas no se olvidan.


El momento político definido como un recorte, sin trazabilidad, pareciera encontrar al Movimiento Popular Neuquino, otra vez, en pleno movimiento alternativo entre la identidad y el poder. El primer polo es como una especie de altar donde todos rinden tributo cuando deben someterse a las urnas. El segundo es más mezquino, el que gana se queda con todo, el que pierde no recibe ni un saludo y si hay alguien que rompa las reglas, al menos en público, lo miran con recelo, pero por un tiempo nomás.

Claro que el momento político tiene historia y al MPN le cabe la máxima de que cuando la olvida está condenado a repetirla.

“Todos esperan que haga un primer movimento alguno de los dirigentes para que de esa manera nos reacomodemos, todavía estamos como dispersos y hasta desorientados”. La descripción de uno de los dirigentes del partido provincial pintan de cuerpo entero el momento político.

Los cinco síntomas del clima interno son los siguientes.

Claudio Dominguez es un exdiputado provincial, creador de la agrupación Más por Neuquén que fue observada como un intento de tener una suerte de agrupación Cámpora dentro del MPN en la consolidación de la lista Azul, aprovechó para salir a medir su nombre en carteles. No era para concejal de Neuquén sino para diputado nacional. Se le reconoce una buena relación con Jorge Sapag y con Omar Gutiérrez al que, por una cuestión de liderazgo administrativo y decisorio, le hace alguna travesura que significan problemas.


Se impulsa la suspensión de Sobisch del MPN porque junta fuerza para ganarle al partido, por afuera, pero la decisión es del titular del partido.


Circuló un instructivo donde quienes estaban alcanzados por determinado programa asistencial debían “militar” en favor de Dominguez copiando y pegando consignas oficiales en las redes sociales y después mandar una captura de pantalla para asegurarse que estaban cumpliendo la consigna.

“Ha hecho campaña por otros siempre así que está bien que ahora haga la suya”, se interpretó dentro del partido a este candidato precoz (la justicia le impugnó la campaña porque dijo que todavía falta para comenzarla). En definitiva fue el primero que admite tácitamente “que tiene ganas” de ser candidato.

Guillermo Pereyra, titular del gremio petrolero, hizo un tiro por elevación (obviamente con intención) cuando indicó que a su intendente en Añelo Milton Morales “lo dejaron solo”. El presidente del partido, el gobernador Omar Gutiérrez y el presidente de la Convención, el intendente de Pehuenia Sandro Badilla no se dieron por enterados. Aunque el primero tuvo gestos de arrepentimiento cuando le tocó encabezar un acto oficial en el corazón de Vaca Muerta donde el MPN está sitiado en el orden de sucesión. La misma receta que usó en otros lugares, las colectoras, parece que estaba vencida cuando Morales compró el remedio.

Rolando Figueroa, exvicegobernador, está de campaña pero no para este año (dicen que el gobernador respiró aliviado cuando tuvo esa certeza, aunque admite que no todo está dicho) y se ha dedicado a uno de los polos del vaivén, la neuquinidad, la identidad que es la que le supo dar buenos resultados a Felipe Sapag cuando enfrentó al Frejuli. Se les decía “rosqueros desplazados del queso” a los peronistas y la forma de diferenciarse era la decisión de que el candidato a gobernador era elegido en Neuquén y no en Buenos Aires. Vaya paradoja de la historia, 48 años después.

En la interna del MPN también batalla un grupo, que por ahora está invisibilizado (porque ellos quieren) integrado por “los más viejos” que observan desde un balcón los movimientos políticos de “los más jóvenes”. No está resuelto todavía si elaborarán un documento planteando cuestiones doctrinarias que, no lo dirán por pudor, están bajo la alfombra de césped sintético.

No pasó desapercibida la convocatoria de Jorge Sobisch para ganarle al MPN juntando fuerzas desde afuera.

Hay quien impulsó su expulsión de la fuerza pero “la decisión quedó en manos de Omar”, se indicó.


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