Neuquén: familia emprendedora crea una línea de tés con sabores y aromas patagónicos

Adriana Harguindeguy comenta cuál es la filosofía a la hora de crear blends con productos de la región.

“El té siempre estuvo presente en nuestras vidas, en cada reunión familiar, las tazas de porcela Tsuji con filete de oro de mi mamá acompañadas de un Earl Grey inglés. Los tés puros y blends que mi hermana elije para mí de cada viaje por el mundo. El roiboos que conocí en África y después me trajo mi sobrina. Los incontables té verdes de jazmín que disfruté en China y las mezclas que preparé siempre para compartir con quiénes amamos”.

Quién así habla con Yo Como es la neuquina Adriana Harguindeguy, quien lanzó recientemente su emprendimiento al mercado, “TÉ & Compañía”, donde apuesta toda su energía, conocimientos y ahorros de muchos años.
TÉ & Compañía es un proyecto familiar inspirado en un viaje a China y Hong Kong y fortalecido en Villa La Angostura, “pero no nos animábamos a dar el salto para concretarlo. Tomamos el contexto extraordinario de la pandemia, como una oportunidad, en mi caso como periodista especializada en género investigué sobre el té y perfeccioné mi formación con una Master Tea Blender, instructorado de Té y Meditación, y Couch de Té y Bienestar”, comenta Adriana. Ignacio, su hijo mayor, está finalizando Ingeniería Industrial en Córdoba. Antonella, su hija menor, estudia como sommelier y Horacio, su marido, se ocupa de la parte operativa de la empresa. Todo queda en familia, felizmente, celebra esta emprendedora.
“Somos conscientes que para emprender en estos tiempos es fundamental contar con un buen equipo de trabajo, en TÉ & Compañía pudimos combinar habilidades, escucharnos y respetar las diferentes ideas.


Adriana junto a sus hijos Ignacio y Antonella, quienes también son parte del emprendimiento familiar.


Cómo se reparten los roles, consultamos. Ignacio aporta su pasión por emprender, su curiosidad y la metodología de trabajo: manejo de los recursos humanos, técnicos y financieros, optimización, ahorrar dinero y tiempo sin sacrificar calidad.
Antonella , por su parte, estudió recursos humanos y administración de empresas. “Su sentido estético permite combinar el latido del marketing y la estrategia en redes. Y como futura sommelier aporta su creatividad a nuestras cartas de blends propias o para empresas”, reafirma la madre.
Horacio es el responsable del packaging, transporte y es un bálsamo de serenidad ante el frenesí de armar cada colección y la puesta en marcha de la estrategia destinada a puntos de venta en todo el país.
“Mi función en esta combinación de edades y saberes es la parte creativa, comunicacional y autora de nuestros blends”, expresa Adriana.


“Nuestra marca surge de la fusión de dos pasiones, nuestro amor por el té y el mundo que lo acompaña, sus historias, los viajes, aromas, sabores, la felicidad del compartir con la energía de lugares que
amamos, como nuestra casa en Villa la Angostura con sus frutos rojos patagónicos, lavandas, rosas inglesas, tilos, frambuesas, cassis, mentas y caléndulas”, acota en la conversación, arte que tampoco es ajeno a Adriana.
La filosofía de este emprendimiento consiste en blends de hebras premium, con ingredientes naturales, bien aromáticos que “forman una sinergia de aromas y sabores, un lujo accesible con las mejores cosechas para disfrutarlos en esa pausa de 5 minutos que nos conecta con la felicidad y el bienestar. Si algo aprendimos en estos tiempos es que de eso trata la vida”, reflexiona Adriana, con total sentido común.


Adriana sirve el té para compartir. La naturaleza de Villa La Angostura tiene muchísimo que ver en el armado de los blends que ella crea.


La primera colección tienes 6 blends:

SENTÍ, té verde, jengibre, menta, cedrón, lemongrass, cáscaritas de limón, flores de manzanilla, y un toque de menta y limón.
VIVÍ, té verde, capullos de jazmín, pétalos de caléndula y rosas.
AMÁ, Earl Gre, Té negro, azahar, pétalos de rosa, clavo y un toque de bergamota
VIAJÁ, Chai, Té negro Ceylon, cardamomo, pimienta rosa, jengibre, canela, anís estrellado, clavo de olor y pimienta de cayena.
DISFRUTÁ, roiboos, arándanos, pétalos de rosas, cascaritas de naranja, rosa mosqueta, menta, y un toque de frutos rojos.
SOÑA, Infusión en hebras con manzanilla, pétalos de rosas, menta, boldo, un toque de menta y miel.


El criterio sibarita de la familia de Adriana Harguindeguy es la base creativa a la hora de pensar en los blends.



“También nos inspira la filosofía Hygge como forma de vida que relaciona la felicidad en los momentos simples, como quedarse en casa y disfrutar de un rico té en tu taza preferida, rituales cotidianos que nos conectan con el bienestar”, apunta.
Les decía, el arte de la conversación con Adriana siempre fluye. Es así que le escucho decir que “la felicidad vive dentro de cada ser humano, nos pertenece a todos; solo hay que dejar que fluya para que se nos refleje a flor de piel. Es cuestión de cambiar de actitud y asumir la vida con un propósito sano porque la felicidad no es inalcanzable si elegimos cambiar de actitud y animarnos. En TÉ & Compañía amanos este concepto y elegimos compartirlo por medio de nuestra marca pensada para que disfruten nuestros blends con accesorios que enamoran”.

Tomar una taza de té siempre es un lujo posible. Para hacerlo en casa Adriana recuerda tres tips para preparar un buen té. “Si van a usar una tetera, lo mejor es calentarla antes. El agua debe llegar solamente a su primer hervor, lo que no significa ebullición o agua hervida. Esto último le hace perder oxígeno al agua y perjudica la apreciación de los aromas del té. Para los tés oxidados, la temperatura ronda los 90ºC, para los no oxidados, los 70ºC y para los que están en el medio, los 80ºC”.
El mundo del blending es un universo de alquimistas, en cada taza con buenas hebras se produce la magia. A esto se dedica ahora esta neuquina que ama Villa La Angostura con toda su familia.

Instagram: @tecompania

Facebook: TÉ & Compañía

Adriana junto a su hijo Ignacio.

“El té siempre estuvo presente en nuestras vidas, en cada reunión familiar, las tazas de porcela Tsuji con filete de oro de mi mamá acompañadas de un Earl Grey inglés. Los tés puros y blends que mi hermana elije para mí de cada viaje por el mundo. El roiboos que conocí en África y después me trajo mi sobrina. Los incontables té verdes de jazmín que disfruté en China y las mezclas que preparé siempre para compartir con quiénes amamos”.

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