Ramón Castro: el pueblo de Neuquén al que nunca llegó el coronavirus

Es una de las seis localidades de la provincia que tras el primer año de pandemia no tuvo diagnósticos positivos. El rol del agente sanitario y la espera de 32 personas para ser vacunadas.

En un cuaderno rayado, tamaño A4, están anotadas las 32 personas mayores de 60 años de Ramón Castro, que aguardan ser vacunadas contra el covid-19. La que encabeza la lista es Lila, de 89. Rubén Sánchez, el agente sanitario, lleva el registro. Él es el único de la localidad que ya recibió la primera dosis de Sinopharm. El virus que se coló por cada ranura del mundo durante un año no alcanzó a ningún habitante de este pueblo, ubicado a 150 kilómetros de Neuquén capital y a 30 de Zapala, nacido a la vera de un ferrocarril.

Los 36 municipios de la provincia han registrado casos a lo largo de la pandemia. Lo mismo sucedió en 15 de las 21 comisiones de fomento. Las seis que hasta el momento no han tenido diagnósticos positivos, además de Ramón Castro, son:  Guañacos, Los Chihuidos, Octavio Pico, Pilo Lil y Villa Curi Leuvú.

“Apenas empezó nosotros salimos por todas las casas a contarles que había un virus, que no había que asustarse. Es una gripe, más fuerte porque te mata, porque hacés un síndrome agudo respiratorio y te morís, te intuban y es un problemón, quedas muy secuelado si te tienen que intubar. Y hay que cuidarse mucho”, asegura Rubén que decía en cada visita.

Rubén Sánchez se comunica por el canal 3 directamente con el hospital Zapala. Foto Florencia Salto.

Hace 22 años que fue nombrado oficialmente. Calza alpargatas negras, gorra, tapabocas bordó, jogging y una campera tejida. Tiene 56 años y más cuadernos: en este lleva la cuenta de cada persona que ve en domicilio, con la fecha, si le entrega medicación y les pide que firmen. También consigna si hay perros en la casa: ninguno baja de 6 o 7. “Yo no tengo movilidad así que me ayuda la comisión, o voy en el auto de mi hermano”, agrega.

El coronavirus está aunque no haya casos: la cartelería sobre la pandemia es lo primero que aparece en la puerta de la posta sanitaria. Los últimos miércoles de cada mes atiende un médico generalista que viene de Zapala, cuyo hospital covid es el más importante del centro de la provincia. En la salita hace dos meses que tienen Internet.

El listado de mayores de 60 que aguarda su dosis. Foto Florencia Salto.

“Nuestra atención es a demanda, si se enferma uno un domingo a las 2 de la mañana yo tengo que atender. Después tenés viejitos que no se pueden mover, que viven muy lejos de acá, solitos, pero muy lejos y tenés que ir a verlos”, explica. Rubén afirma que lo suyo es promoción y prevención de la salud, y que en su trabajo le toca desde sacar puntos hasta poner sondas.

En la localidad viven 150 personas, pero con los parajes aledaños suman 350, e incluyen a comunidades como Wiñoy Folil. Para acceder hay que transitar un tramo de tierra, que depende el ingreso varía entre 6 y 8 kilómetros. La estación de tren, aún en desuso, sigue siendo protagonista: desde allí se puede mirar a todo el pueblo (ver aparte).

Abraham Antipan, el presidente de la comisión de fomento del MPN, que va por su segundo mandato, señala que la mayoría “se dedica a la crianza de chivos, vacas, ovejas, pequeño piño de 300 chivas, 200.” “En esta época del año de diciembre hasta abril tenemos la particularidad de que la gente está en la veranada. El 70% de los jefes de familia es empleado de la comisión, otros son porteros, porque acá tenemos dos escuelitas: la 8 en Ramón Castro y en Santo Domingo Centro la 288”. Para hacer la secundaria hay que ir hasta Zapala.

Menciona que quienes tenían el sueldo del Estado no les afectó tanto la pandemia como a los crianceros. “En marzo la gente estaba bajando toda de la cordillera. Ellos que hacen: llegan de ahí, venden el animal engordado con la pastura buena que hay arriba y ahí se mueven hasta el invierno, se proveen de lo que es alimento, forraje, cosa que el año pasado no pudieron hacerlo por las restricciones y eso vio afectada su economía”, relata. Algunas personas cobraron el IFE: “tenemos el flagelo de mucha desocupación en cuanto a los jóvenes, acá no tenemos otra salida sino es la comuna, el joven tiene que migrar”.

“En Ramón Castro, somos un poco la mayoría familia y eso es lo que costó, ¿el temor de nosotros cual es? Se contagia uno, nos contagiamos los cien”, cuenta Abraham. No llegaron a cerrar el pueblo, pero hubo casos de covid en lugares cercanos, como en Covunco Abajo.

La comisión de fomento, desde la estación de tren. Foto Florencia Salto.

“Tuvimos muchísima sintomatología compatible, pero nunca un positivo. Si escuchábamos que era todo tan lejano, que se morían algunos en China, que después se empezaron a morir los viejitos en Bérgamo, allá en la Italia vieja y el virus acá no existía. Después empezó a morir gente que conocíamos, y sabés que dolor, y ahí entró como una psicosis en que cualquier refrío era coronavirus, era terrible, duró dos meses, tres meses, estar al límite en la guardia, después comenzó a bajar de nuevo”, sostuvo Rubén.

Plantea que a la menor sospecha se aislaba y se hacía “un interrogatorio muy exhaustivo”: no solo si había tenido tos, dolor de garganta, pérdida de apetito o de olfato. Además se le consultaba si habían visto a alguien en Zapala y si anduvo tomando mate. “Les dabas las pautas de alarma: mirá loco si vos ves que te cuesta respirar, no esperes a nadie, vení rápido, no te asustes pero no esperes”, añade.

Abraham recuerda que todo 2020 fue muy cansador:  no dejaban de sonar las palmas en la puerta de su casa y el teléfono. ¿Por qué no tuvieron hasta ahora casos? Él dice que “la gente se concientizó”. Para Rubén también fue un poco de azar. “Este es mi salvación”, responde cuándo se le pregunta por la radio. Desde el canal 3 sale al hospital Zapala: “lo que necesite me mandan”.

Abraham Antipan, el presidente de la comisión de fomento. Foto Florencia Salto.

Ramón María Castro nació el 5 de abril de 1869 en Galicia. Llegó a la Argentina en 1887 y se instaló en la provincia de Buenos Aires, donde se dedicó al comercio vinculado al campo y a ramos generales. Murió en 1938. Según el relato de uno de sus nietos, fechado en 2003 y encuadrado en la comisión de fomento, su abuelo compró tierras en Neuquén y donó una parte al Ferrocarril del Sud que prolongó las vías hasta la localidad que lleva su nombre.

De acuerdo a un plano de 1927, el pueblo tenía una extensión de 1.500 metros por 1.500 metros, unas 40 hectáreas.

Por las fechas, Neuquén todavía no era provincia (fue territorio nacional hasta 1955) y Ramón María Castro probablemente haya adquirido las tierras luego del exterminio del Estado al pueblo mapuche que las habitaba.

El 21 de octubre de 1937 se inauguró la estación del ferrocarril y prestó servicio de pasajeros hasta 1993, en su ramal de Bahía Blanca y Zapala. El menemismo clausuró esta etapa y el único que eventualmente pasa es el del tren de carga.

El servicio de pasajeros funcionó hasta 1993. Foto Florencia Salto.

Desde la ventana del despacho de Abraham Antipan no se ven las vías, pero él las tiene presentes.

-¿El ferrocarril fue muy importante para la historia de Ramón Castro?
Y así se hizo el pueblo. En su momento lo que cuentan los pobladores antiguos que esto era punta de riel, luego se trasladó a Zapala. Hay expectativa de que en algún momento venga, uno no pierde la esperanza, hermoso recuerdo y eso le dio vida a esto.
-¿Usted se acuerda del tren?
-Siiii, viajé en tren hasta Neuquén viajé en una ocasión, recordás eso y te causa un poco de nostalgia. Lo último que estuvo andando fue el tren carguero.

La estación abandonada, pintada de verde agua con techo de chapas supo alojar a la comisión de fomento. Lo que no está oxidado se ha corroído. Hay algún que otro sobreviviente: en el recorrido por el pueblo un vagón estacionado detrás de una casa fue reconvertido y tiene  una puerta blanca. A sus pies, una pequeña pelopincho.

La estación de ferrocarril fue inaugurada en 1937. Foto Florencia Salto

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