Bariloche usará el hospital modular como «posta sanitaria»

Su afectación a la internación de pacientes covid está descartada por la falta de una red de oxígeno.

El centro de salud construido por el gobierno nacional en la zona oeste de esta ciudad para dar respuesta a la eventual demanda extra de pacientes con Covid durante las temporadas turísticas empezará a operar el próximo invierno y con una finalidad no del todo vinculada con el propósito inicial.

Así se desprende de lo señalado por el director del hospital Ramón Carrillo, Leonardo Gil, quien brindó detalles sobre las prestaciones y “funcionalidad” que esperan obtener del llamado “hospital modular”.

Dijo que la idea es “potenciar” ese recurso, que permitirá no solo brindar atención relacionada con el coronavirus, sino también reforzar la cobertura sanitaria en toda la zona oeste de la ciudad, que hoy cuenta sólo con un centro de salud en Virgen Misionera y otro en el kilómetro 20.

El laboratorio es más grande que el que tiene el hospital Ramón Carrillo (Foto: Chino Leiva)
Uno de los ingresos del edificio que ya está terminado en la zona del secundario 123 (Foto: Chino Leiva)

Los usos en el principio (que incluían internación y cuidados intensivos) no se cumplirán del todo porque el nuevo hospital carece, por ejemplo, de una red interna para el suministro de oxígeno, lo cual le impide funcionar como centro de internación.

Ese dato no menor obliga incluso a replantear el nombre, porque ya no sería técnicamente un “hospital” sino un centro de servicios sanitarios con atención ambulatoria.

El cronograma de obra inicial también fue alterado y el verano pasó de largo sin la posibilidad de inaugurar el nuevo complejo.

El enorme edificio blanco de techo casi plano tiene 750 metros cuadrados y está ubicado junto a la escuela 321 y frente al secundario 123, en el cruce de Pioneros y ruta provincial 82.

El armado de los módulos quedó listo desde hace más de un mes, pero las salas siguen vacías. Gil dijo que la provisión del equipamiento depende del Estado nacional y que ya está licitado. Según las noticias que tiene, ese material está en viaje hacia Bariloche.

Incluye camas, mobiliario, “carro de paro”, equipo portátil de rayos X, grupo electrógeno y otros instrumentos indispensables. La dotación de personal es un compromiso de la provincia y también tendrá el volumen más acorde con un centro de salud y no tanto con un hospital, con guardia de 24 horas.

Aun con el cambio de planes y los interrogantes que todavía persisten, Gil dijo que es un aporte muy importante para el sistema de salud y permitirá fortalecer el servicio en toda la zona oeste, desde Villa Los Coihues hasta Casa de Piedra, Nueva Jamaica y los barrios ubicados hasta el kilómetro 20.

La provincia recibió la instalación para darle el uso que crea conveniente, aunque sin descuidar los destinos relacionados con la pandemia.

Gil dijo que ya tiene las llaves en su poder y lo único que le preocupa es que tiene garantía de un año, durante el cual no se podría practicar ninguna modificación sobre el edificio. Esa condición conspira, por ejemplo, contra el plan de instalar la provisión de oxígeno. Pero el director confía en destrabar ese punto.

Dijo que en principio las camas aportadas no funcionarán como unidades de internación sino como “camas de observación para el traslado de pacientes”.

Señaló que el plan es darle formato de “posta sanitaria”, como funcionan otros centros de salud barriales. Albergaría consultorios, servicios médicos básicos y un punto operativo del sistema de emergencias provincial, que está en formación. “Cuando se termine de armar posiblemente también pongamos allí una base de ambulancia para toda la zona oeste”, dijo Gil.

En relación con la pandemia de coronavirus, subrayó que el nuevo hospital modular es apto para montar allí “consultorios de rehabilitación post covid”, porque cada vez son mayores los casos de pacientes recuperados que quedan con secuelas respiratorias y necesitan seguimiento.

Dijo que el edificio tiene un gran espacio para laboratorio, incluso mayor que el del hospital zonal, pero que “al parecer tendría más las características para funcionar como laboratorio de análisis clínicos” y no la complejidad de un laboratorio de biología molecular, que es lo necesario para hacer hisopados y test PCR. Esa prestación seguiría concentrada en el hospital céntrico.

Gil insistió sin embargo en que “la idea es aprovechar esa gran estructura y potenciarla todo lo que se pueda”.

Dijo que el nuevo complejo será un punto de apoyo para rediseñar estrategias sanitarias y la puesta en uso “no está muy lejana”.

Refirió que la asignación de personal se va a resolver en parte con transferencias internas dentro del plantel del hospital, aunque tiene también vía libre para proponer nuevas contrataciones si hacen falta. Aclaró que esto último no será fácil “porque médicos generalistas, mucamas y enfermeros también hacen falta en el hospital, y no hay se consiguen”.

Sobre la demora en la llegada del equipamiento, dijo desconocer los detalles, pero la información que recibió de Obras Públicas de Nación fue que “hubo alguna licitación que quedó desierta”.

Historia intensa

El primer anuncio sobre la construcción en Bariloche de un “hospital modular” por iniciativa del gobierno nacional data del 29 de octubre pasado, cuando el turismo estaba cerrado por completo y la apertura de esa actividad para el verano generaba fuerte inquietud ante un posible desborde de casos de Covid.

El plan del ministerio de Obras Públicas, que conduce Gabriel Katopodis, incluyó la instalación de 18 centros similares en diez provincias, con un presupuesto total de 2.705 millones de pesos (a razón de 150 millones cada uno).

La condición que debía cumplir Río Negro era la construcción de una platea de hormigón donde asentar luego los paneles prearmados y garantizar el lecho drenante y la “acometida” de los servicios, incluida la energía trifásica.

Luego de elegir el lugar y de cerrar la contratación directa de la constructora Alusa SA, la provincia cumplió en entregar su parte a mediados de diciembre. El costo fue de 17 millones de pesos.

En principio la noticia que corrió fue que la estructura de construcción en seco llegaría el 17 de diciembre, pero se demoró más de un mes.

La presión del turismo

La sensación en aquellos días era que Bariloche necesitaba con urgencia la apertura del nuevo hospital.

En coincidencia con la afluencia de miles de turistas, los casos de covid activos y simultáneos en la ciudad superaban los 1.200 y se producían entre 15 y 20 decesos por semana.

El director del hospital Leonardo Gil dijo que tener el nuevo edificio en funciones para ese momento hubiera sido útil, pero igual subrayó que el pico de turismo -entre las fiestas de diciembre y el feriado largo de febrero- no llegó a desbordar el sistema, en especial la variable más temida, que son las camas de internación.

Aseguró que “haber tenido un back up de 8 camas con oxígeno hubiera venido bien, para estar un poco más tranquilos”. Pero el nuevo hospital de Nación no las tuvo ni tampoco las va a tener.

“Contra todos los pronósticos, el sistema no colapsó. El turismo sí provocó una sobrecarga en las guardias respiratorias, pero los casos de covid fueron muy pocos, no más de diez turistas internados tuvimos, entre el sistema público y privado, no es nada”, afirmó Gil.

Sostuvo que el plus de camas hubiera servido “pero no fue determinante. El sistema dio abasto, se trabajó bien y es motivo de orgullo”.


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