Nación sigue de cerca los conflictos docentes en el país y pone un ojo en Neuquén
El retraso en el inicio del ciclo lectivo complica el objetivo de la vuelta presencial que buscó el gobierno nacional tras las críticas de la oposición. El gremio ATEN mantiene el acampe en la Gobernación. Para el Ejecutivo el diálogo está abierto.
La marcha del conflicto docente en Neuquén comenzó a hacer sonar el alerta en el radar del gobierno nacional. No es la única provincia que atraviesa un reclamo salarial irresuelto, hay al menos otras cinco que están en situaciones similares, sin embargo, en el territorio neuquino no se observan señales de acercamiento entre el gremio ATEN y el gabinete provincial.
Los docentes ratificaron esta semana otros cinco días de paro y un acampe, que comenzó el miércoles, frente a la Casa de Gobierno. El secretario general, Marcelo Guagliardo, confirmó que mantendrán la medida a la espera de una nueva propuesta salarial.
Desde el gobierno aseguran que el diálogo “está abierto” pero no hay ninguna referencia a una nueva oferta. Incluso remarcan, como lo hizo hace días el gobernador Omar Gutiérrez, que se presentaron tres ofrecimientos y todos fueron rechazados.
Lo que por ahora parece una batalla semántica no expone esfuerzos concretos de un acercamiento por flexibilización de las posturas.
A contramano de lo que se pensaba, tras un año sin clases presenciales, no se escuchan aún pedidos de la comunidad educativa para el inicio del ciclo lectivo. En la previa se imaginaba que la presión correría por los docentes y la necesidad del regreso de los estudiantes a las aulas, pero eso no tuvo eco más de una semana de la fecha formal de inicio.
¿Por qué Nación sigue de cerca el tema? El gobierno nacional tuvo que reaccionar cuando la oposición instaló el debate del regreso presencial a las aulas. Desde el Ejecutivo nacional terminaron confirmando la presencialidad, en sus distintas modalidades, para descomprimir el apuro político.
El objetivo del regreso, que podría balancearse como un logro político en pandemia, incluyó a los docentes con prioridad en el plan de vacunación. Los tiempos, en una pandemia, suelen ser tiranos porque como ya se vio en otros países sin inmunización las clases debieron ser suspendidas al ritmo del aumento de los casos. El país se enfrenta a un difícil escenario con el invierno cerca y con la crisis mundial del acceso a las vacunas.
Desde el gremio docente admitieron que desde la cartera que dirige Nicolás Trotta hubo interés en conocer el avance de las negociaciones y las posibles soluciones.
¿Una cláusula tapón?
Los gremios estatales ATE y UPCN, que firmaron sus acuerdos salariales el 26 de febrero, aceptaron incorporar una cláusula que compromete al gobierno a ofrecerles cualquier acuerdo posterior que sea superior al que rubricaron.
Si bien tiene cierta ambigüedad en su redacción, es un salvavidas para las conducciones gremiales firmantes y un lastre para ATEN y otras organizaciones. Los ajustes que piden los docentes implicarían una erogación de $1.500 millones que, de aplicarse la cláusula, treparía a $4.500 millones para compensar a todo el arco estatal.
Descontento salarial, una fisura para la paz social
por Federico Aringoli
El optimismo de una prematura recuperación económica en el país, que puso a revisar todas las planillas de Excel que se llenaron en la primera ola del corovanirus en Argentina, no alcanza para tapar la ebullición de un malestar que amenaza con hacer saltar la tapa de la paz social. Los reclamos salariales en Neuquén son una muestra de ese descontento.
El delgado equilibrio al que obliga la pandemia, entre expectativa y realidad, no es fácil de ecualizar en un contexto de inflación sostenida y de salarios congelados, por motivos obvios pero no por eso aceptados por los trabajadores. Incluso los acuerdos firmados por los gremios estatales ATE y UPCN quedaron tan atados a la realidad que debieron incluir una suerte de cláusula “gatillo” para igualar cualquier mejor acuerdo que alcance otra organización.
La aceptación de las partes a ese artículo, solapado en las actas firmadas, admite al menos dos situaciones: por un lado reconoce que hay posibilidades fácticas de lograr un mejor acuerdo del que firmaron y, por otro, se anticipa a un malestar que pueda escalar y le otorga un blindaje a las conducciones gremiales ante una revisión que pueda hacer el Estado para afrontar la demanda salarial.
La lectura de un escenario conflictivo surge de las mismas actas que firmaron los estatales. Lo que no estaba contemplado allí es la ruptura de un sector, el de Salud, que se vio reflejado en el reordenamiento de las prioridades que hizo ATEN: acuerdo por sobre la urgencia. No es que no exista una urgencia, tras un año sin actualización salarial, lo que amenaza con suceder es un agotamiento de la razón.
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