María volvió al aula por la que, hace décadas, viajó miles de kilómetros

Es docente en Aguada de Guerra, uno de los pueblos de Río Negro donde este miércoles volvieron las clases presenciales.

“Acá estoy muy bien…. feliz… Encontré mi lugar” afirma María Ester Acosta González, quien hace casi tres décadas, decidió emigrar de su Embarcación natal y viajar a Río Negro en busca de nuevas oportunidades. No fue fácil, dejar a sus seres queridos, amigos y parte de su historia personal vivida en aquel pueblo salteño, pero la necesidad de poder conseguir una estabilidad laboral fue más fuerte y la llevó a tomar una decisión que hoy considera que “fue acertada” porque le cambio la vida.

Históricamente Río Negro y, en particular la Región Sur rionegrina, fue -y es- receptora de docentes y médicos, entre otros, que llegan para sumarse a los lugareños y desempeñar sus profesiones en una zona donde el recurso humano con formación no abunda y donde siempre son bienvenidos.

María es una de “las tantas docentes” que llegaron desde distintas provincias a trabajar en escuelas rurales y urbanas y, con el pasar del tiempo formaron sus familias, se arraigaron y se convirtieron en hijas e hijos adoptivos de la Patagonia.

Hace 27 años llegué a Río Negro. Allá, en Embarcación, no tenía trabajo y una amiga que se había venido un tiempo antes, me sugirió que yo también lo hiciera. Y acá estoy…” admite con una sonrisa.

Desde su llegada a la Región Sur, se desempeñó en las escuelas hogares rural de Pilquiniyeu del Limay, Clemente Onelli, Atraico y durante los últimos 20 años en la 151 “Ejército Argentino” de Aguada de Guerra. “Acá titularicé y me quedé” agrega.

También, en este pequeño poblado ubicado entre Los Menucos y Maquinchao, atravesado por la ruta nacional 23, en el que viven unas 150 personas, María crio a sus hijos y hoy manifiesta con orgullo que “mi hija, que es la mayor, está haciendo la tesis de licenciada en Administración de Empresas y mi hijo pasó a quinto año. Estudia en Los Menucos”.

Durante algunos años trabajó en el albergue escolar, y luego paso al aula, espacio en el que mejor se siente y más le gusta. “Era lo que yo quería, estar frente a los chicos en el aula. Sobre todo, ahora, después de este año que pasamos. Es muy reconfortante poder dar clases” agrega.

Desde septiembre de 2019 hasta el pasado miércoles, María fue designada temporalmente como directora del establecimiento, cargo para el que rindió con muy buenas calificaciones. Pero ante la reincorporación de la actual directora, Adriana Peña, volvió al aula y se reencontró con sus alumnos.

“Si bien fue un trabajo muy lindo el que pudimos hacer en pandemia por el acompañamiento de las familias y el compromiso de los docentes, teníamos mucha ansiedad por volver a la presencialidad». Los chicos querían y necesitaban regresar a la presencialidad y yo de estar en el aula” sostiene.

Después de tantos años en la Región Sur rionegrina, María no duda en decir que “se siente una patagónica más”. El tiempo, el arraigo y la vida que desarrolla en la Región Sur, la llevó también a dejar de extrañar a su Embarcación natal. No así a sus seres queridos a quienes tiene a casi 2.500 kilómetros de distancia.

A mi pueblo no lo extraño, sí a mis padres, que por suerte todavía los tengo vivos y a mis hermanos. Me gusta la Patagonia. Mi vida acá me a llevado a comprometerme mucho con lo que hago y con la comunidad en la que vivo” sentencia.

María, sus estudiantes y compañeras, de nuevo en la escuela.

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