Un barrio de puño y letra de Pablo Neruda existe en Neuquén
Los vecinos de Salud Pública rompieron con las convenciones para designar sus calles. Dejaron de lado nombres de personajes ilustres y apostaron a la pluma chilena. Un poema en la barda.
Las calles de Neuquén tienen sus particularidades. La avenida principal del centro se llamaba Eva Perón hasta el derrocamiento del General Juan Domingo en 1955 cuando pasó a llamarse Argentina. Vaya paradoja: la Julio Argentino Roca se cruza con la Cacique Catriel y en esta sintonía una calle del oeste lleva el nombre del coronel Rufino Ortega, expedicionario de la campaña del desierto, mendocino, que nunca pisó tierras de la Patagonia norte. Hubo otra que se fue denominada Spinetta (sin el Luis Alberto) y todos piensan que es en honor al músico argentino, pero no. Con este nombre las historias se difurcan y confunden. Otras, muchas, llevan el nombre de pioneros e ilustres neuquinos.
Una pileta a la que llamaron Walt Disney
Pero por allá, en la barda, el barrio Salud Pública decidió romper con la tradición clásica para la asignación de nombres. Por ruta 7 se accede a una de las puertas del barrio que se llama Cabellera del Frío y luego de girar en una rotonda, se ingresa a un clásico de la poesía latinoamericana. Es literal y ahora lo verán.
La circunvalación lleva a Ramos de Sal, Estrella Construida, Vendaval Sostenido, Volcán de Manos o Cuerda del Cielo.
El porqué de estos nombres de calles tiene su origen en los 80, luego de la recuperación de la democracia, cuando los pobladores, todos trabajadores de la Salud, resolvieron darle otra identidad a las calles que hasta ese momento llevaban letras y números. En un principio se pensó utilizar nombres de aves como gorriones, choique o bandurria. Pero hubo alguien que dijo. ¿Y si…..?
Fundación
- 1970
- fue el año en que se conformó el barrrio Salud Pública, entre barda, alpatacos y trabajo cooperativo.
Y como en muchos otros rincones de la ciudad, apareció para dejar su impronta, la arquitecta y férrea defensora del patrimonio histórico neuquino, Liliana Montes Lefort. Propuso que las calles de Salud Pública llevaran por nombre frases tomadas de una de las doce partes que componen el poema “Alturas de Machu Pichu”, incluido en el libro Canto General del poeta chileno Pablo Neruda, publicado en 1950.
Según consta en los archivos históricos del museo Paraje Confluencia, Liliana admiraba profundamente al autor de “20 poemas de amor y una canción desesperada”. Pero presentó su propuesta porque vio una gran “similitud entre la construcción apiñada en la parte alta de la ciudad de Neuquén con las de Machu Pichu”. Calles estrechas, cortadas y recovecos rodeados de arbolado y la barda agreste e imponente con sus pendientes, fueron las imágenes que también vieron los vecinos en esa comparación. Y no se discutió más.
Así es que cuando se le pregunta a algún vecino del barrio ¿Dónde vivís? Responde: en la calle Los Sueños Perdidos, o en Catarata Turqueza, en Luna de Cuarzo o Ramos de Espejos o en Árbol de Catedrales. El barrio es un poema.
Las calles de Neuquén tienen sus particularidades. La avenida principal del centro se llamaba Eva Perón hasta el derrocamiento del General Juan Domingo en 1955 cuando pasó a llamarse Argentina. Vaya paradoja: la Julio Argentino Roca se cruza con la Cacique Catriel y en esta sintonía una calle del oeste lleva el nombre del coronel Rufino Ortega, expedicionario de la campaña del desierto, mendocino, que nunca pisó tierras de la Patagonia norte. Hubo otra que se fue denominada Spinetta (sin el Luis Alberto) y todos piensan que es en honor al músico argentino, pero no. Con este nombre las historias se difurcan y confunden. Otras, muchas, llevan el nombre de pioneros e ilustres neuquinos.
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