La peña: El año de los aprendizajes y de los permisos de todo tipo

Raro, rarísimo este año que se termina. Aprendizaje impensado, fortalezas desconocidas y dolores inesperados. Eso nos tocó vivir en un año, donde aprendimos a convivir con riesgos latentes, con permisos de todo tipo. Aprendimos que quedarse en casa era la mejor opción.

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Y seguramente las mesas de fin de año en cada casa no serán como fueron siempre. Habrá ausencias notables, habrá tristezas, pero también buenos deseos de que al día siguiente renovemos esperanzas.

No fue un buen año para nadie, el susto fue y es grande por la pandemia, pero también fue el tiempo de las preguntas sobre lo que viene, sobre lo que nos depara el 2021 que promete nuevos desafíos y más coronavirus.

Tampoco fue un buen año para la cultura, hay músicos y grupos musicales que quedaron en la ruina porque no pudieron sostener sus ingresos. Otros apenas sobrevivieron y se adaptaron a otros formatos que dejaron ingresos, pero no como los que estaban acostumbrados a tener.

Por que cada día es tan valioso, porque la vida tiene peso superlativo, es que nos esperan más angustias, pero al mismo tiempo más desafíos posibles.

Que el 2021 vuelva a tener la música a pleno, las tradiciones renovadas y sobre todo que los espectáculos públicos sean para disfrutar de ese acontecimiento único.

Porque la cultura es una gran caja de expresión de miles de emociones y estados de ánimo, es la vía para que desde cualquier rincón uno pueda conocer cómo es, cómo vive, qué costumbres tiene la gente de determinada región.

Eso lo fuimos viendo y aprendiendo con los festivales y seguramente volveremos a sentirlo apenas las cosas se calmen en materia de salud.

Que este final de año nos encuentre mirando el futuro a pesar de todo, que podamos brindar por los que siguen en pie y por los que no están.

Que sea el fin de muchas cosas desagradables que nos ocurrieron, y a la par que sea el brindis para renovar sueños y deseos.