Gutiérrez y el portazo legislativo
Esta semana el gobernador sufrió un duro revés cuando la Legislatura le cerró las puertas a un paquete de leyes de último momento.
Por qué una persona podría tropezar dos veces con la misma piedra. Hay muchas respuestas, pero una de ellas podría ser: por el apuro que provocan las urgencias. Otra, por terquedad. Al gobierno neuquino le está costando manejar la ansiedad de fin de año, pero puede justificarse diciendo que los motivos le sobran. El bálsamo conseguido en las últimas semanas comenzó a escurrirse como arena entre los dedos por los frentes gremiales que se abren y con un rebrote de coronavirus que parece que llegará antes de lo esperado.
Esta semana el gobernador Omar Gutiérrez sufrió un duro revés cuando la Legislatura le cerró las puertas a un paquete de leyes que lanzó, como un misil de último momento, cuando todas las bancas estaban “bajando la persiana”. Si el objetivo era conseguir la aprobación de las iniciativas, no se entendió la estrategia que puso en práctica.
Las cinco propuestas giradas casi sin aviso -la mayoría de los legisladores se enteraron por la publicación de este medio- fueron sospechadas de tener un Caballo de Troya. Desde la oposición (y parte del oficialismo) interpretaron que el paquete de leyes “necesarias” tenía un lado B. Para desactivarlo no dieron quórum en la Comisión A y, ante la amenaza de mayores daños para el tenue armado de consensos legislativos, el diputado oficialista Maximiliano Caparroz dio por fracasada la reunión sin pedir tiempo de descuento.
La prórroga anticipada de la Emergencia Sanitaria, que vence a fines de marzo, fue el detonante. Los legisladores entendieron que el Ejecutivo buscaba asegurarse la emisión de deuda que esa ley le permite. También cayó porque es una norma que habilita a modificar las partidas presupuestarias y hace apenas unas semanas, tras un armado casi artesanal, se aprobó el Presupuesto 2021.
Se preguntaron por qué necesitaría asegurarse, màs allá de marzo, esos superpoderes.
La repuesta parece sencilla. Hay hipótesis de conflictividad para la primera parte del año próximo. No es un escenario que parezca exclusivo de Neuquén porque el avance de la crisis, el rebrote anticipado de casos y las dudas sobre el inicio de las clases abrazan a todo el país.
Desde el gobierno le advirtieron a un puñado de los suyos sobre este panorama. Por eso consideraron “necesario” que el paquete se apruebe antes de fin de año, aun reconociendo las dificultades legislativas que tiene el MPN para imponerse en la Legislatura y anticipando que las condiciones para aprobar los proyectos serán peores en los primeros meses del 2021.
El paquete de leyes, que además incorporaba una condonación de deuda al Mercado Concentrador neuquino y la creación de un fondo de garantías para pymes, incluía la reforma de la ley de Compre Neuquino. La cámara de empresas petroleras, la CEPH que ahora dirige el CEO de YPF, Sergio Afrontti, le envió una nota al vicegobernador Marcos Koopmann advirtiendo de la falta de consensos con la que llegaba ese proyecto a la Legislatura.
Incluyó además el proyecto para modificar el Compre Neuquino, lo que despertó el reclamo de las petroleras al considerarlo falto de consenso.
La iniciativa, que busca aumentar el número de empresas certificadas, venía discutiéndose entre operadoras y el gobierno, incluso con algunos diputados, sin embargo, el gobierno cerró filas y armó su proyecto. La propuesta tiene como base las líneas generales reclamadas por la Fecene, la federación de cámaras pymes bendecida por el Ejecutivo y de buen diálogo con el secretario de Energía Darío Martínez. Sin embargo, en la industria expresaron su asombro porque aseguran que se trata de un tema importante pero no urgente.
El Ejecutivo le bajó el tono al portazo legislativo y eso habilitó las segundas reflexiones: ¿cuán importantes eran los proyectos si casi no hubo esfuerzos, apenas un acting del bloque oficialista para reclamar su tratamiento? ¿Fue un test para la interna?
Resulta complejo entender si es relativa o no existe tal urgencia, cuál es el resultado que espera el gobierno sin apelar a consensos. La situación hace recordar a la rebelión de los intendentes en pleno pico de la pandemia. Las decisiones unilaterales e inconsultas enfrentaron a Gutiérrez con propios y ajenos. Los desplantes de entonces lo obligaron a reconfigurar su GPS político que, ahora, parece necesitar un recalibrado.
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