El ala política de la Corte recibió con los brazos abiertos a Iribarne

Consideran que con el nuevo ministro de Justicia puede haber mayor diálogo, ya que Rosatti privilegiaba el seguimiento de los juicios contra la Argentina en el exterior. Arslanian, Kemelmajer y Pichetto son postulantes para llenar casilleros en el máximo Tribunal.

BUENOS AIRES (ABA).- En la Corte Suprema de Justicia cayó muy bien la reciente designación de Alberto Iribarne al frente del ministerio del área. Sobre todo entre los jueces con mayor antigüedad en el máximo Tribunal –Enrique Petracchi, Juan Carlos Maqueda, Carlos Fayt-, siempre más proclives al diálogo con el Ejecutivo que sus colegas más «nuevos», como Carmen Argibay o Ricardo Lorenzetti.

El «ala política» del máximo tribunal se sintió aliviada cuando se enteraron que Iribarne pasaba al ministerio de Justicia. Aunque jamás lo admitirán en público, no se sentían ni muy cómodos ni muy contentos con el desempeño del ex ministro Horacio Rosatti, a quien respetaban como jurista.

Un juez de la Corte se sinceró ante «Río Negro» pidiendo reserva de su nombre: «La Justicia clamaba por tener diálogo con el Poder Ejecutivo. Rosatti estaba demasiado metido con el seguimiento de los juicios contra la Argentina en el exterior, con el reordenamiento del Servicio Penitenciario. Pero nosotros necesitábamos a alguien con mayor cintura política. Desde el presupuesto del Poder Judicial hasta el nombramiento de un juez en un lugar de frontera, tenemos que charlar todo con el Gobierno. La designación de Iribarne es muy acertada. Es un político, un dialoguista, que además se mantiene el bajo perfil y no es pendenciero».

Uno de los jueces que más conoce a Iribarne es Maqueda, ya que ambos provienen de la militancia peronista.

Iribarne conoce de memoria los pasillos y secretos de Tribunales. Aprendió el oficio de sus épocas de viceministro del Interior de Carlos Ruckauf, primero, y sobre todo como vice de Carlos Corach, a quien conoció en la Facultad de Derecho de la UBA, donde ambos se recibieron de abogados.

Iribarne no sólo deberá mejorar el diálogo con la Corte Suprema, sino que también deberá trabajar en la incorporación de dos nuevos jueces al máximo Tribunal.

El 1 de septiembre deja su cargo Augusto Belluscio, quien se retira por haber cumplido los 75 años de edad. Y para más adelante se espera también la partida de Antonio Boggiano, sometido al juicio político por el Senado.

El presidente Kirchner ya sondeó a Carlos Arslanian, ministro bonaerense de Seguridad y ex camarista del juicio a las Juntas, para saber si estaría dispuesto a ocupar el sillón que dejará vacante Belluscio.

Según pudo saber este diario, de confirmarse su incorporación, Arslanian sería bienvenido en la Corte.

Primero por los jueces del «ala política», que saben que Arslanian es un hombre de experiencia tanto en la política como en Tribunales, y segundo porque es un jurista que muchos de ellos admiran, sobre todo por su desempeño como camarista en el juicio a los jefes militares del Proceso.

Arslanian tiene una excelente relación con Argibay, por ejemplo. Son amigos y él hasta participó de su acto de asunción en la Corte.

Una de las dos juezas que integran la Corte le dijo a este diario que hay otra «favorita» para reemplazar al retirado Belluscio: la jueza mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci, integrante de la Suprema Corte de Mendonza: «Es una jueza excelente.

Es una jurista muy reconocida y además es mujer. Es cierto que este Gobierno fue el primero en incluir a mujeres en la Corte, pero aún dos mujeres es poco. Deberíamos ser más».

Otro juez agregó: «Kemelmajer es una excelente jurista. Tiene mucho manejo de la Corte porque hace 10 años que se desempeña en el máximo Tribunal de su provincia».

Además de esos nombres, según dijeron en la Corte a este diario, también trascendió que el presidente Kirchner había pensado en el rionegrino Miguel Pichetto, jefe del bloque de senadores del PJ, como hipotético candidato a ocupar un lugar en la Corte.

Pero su cercanía a la Primera Dama, Cristina Kirchner, no lo favorecería si el Ejecutivo quiere seguir dando señales de independencia en el máximo Tribunal.

Nicolás Wiñazki


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