La castración sola no basta para sacar a los perros de las calles
Una veterinaria de Bariloche advierte que las cirugías de esterilización son útiles pero no alcanzan. La tenencia responsable de perros y gatos, la aplicación de las leyes, el uso de microchips y medidas de higiene y contención domiciliaria urbana son lo que se necesita.
La presencia de perros en la calle obedece a diversas causas, de las cuales la reproducción descontrolada es solo una. Fracasamos socialmente cada vez que apostamos a la castración como medida única de combate frente a la sobrepoblación de fauna urbana. “Por cada animal que se castra y prolijamente se devuelve a la calle, se profundiza aún más el verdadero origen de la permanencia de los perros en la calle”, que es la conducta de las personas, afirma contundente la médica veterinaria de Bariloche, Paulina Oña (MP 684).
No hay duda de que la castración es indispensable como herramienta de control de la sobrepoblación. Sin embargo, “un animal castrado” sigue siendo un problema social por todos los años que le queden de vida, reflexiona.
“Nos hemos acostumbrado a enfocar al problema del animal en la calle con una linterna de punto, ‘iluminándonos’ sobre su reproducción. Y nos hemos quedado ciegos frente a las enormes, complejas y devastadoras consecuencias de la presencia del animal en la calle”, enfatiza Oña, y agrega que igualmente, castrado o no, corre riesgo de ser víctima de maltrato, sufre y provoca accidentes, se contagia y transmite enfermedades, muerde, contamina y peligra su vida constantemente.
Para la profesional “si aceptamos pensar que la esterilización es la única solución a este problema y gritamos a viva voz que solo necesitamos castrar”, estaríamos negando que la sociedad tiene la capacidad de entender, aprender y cambiar.
P- Entonces, ¿se debe castrar?
R- Sí, por supuesto, pero acompañado de un servicio público periódico sistemático en lugar de una campaña masiva de vez en cuando. ¿Cuánto hay que castrar? ¿El tan renombrado 10% de la población? No es suficiente. Los mismos estudios concluyen que ante la falta de compromiso y responsabilidad, ninguna herramienta por sí sola es suficiente. La verdad de los hechos es que se desconoce el punto de partida porque no hay estadísticas. Es indispensable realizar un censo o estudio de población porque, si no sabemos con certeza cuántos animales hay en la vía pública, cómo están distribuidos en la ciudad, difícilmente podremos gestionar una campaña de castración realista y con mucha menos autoridad moral calificarla luego de “exitosa”.
Responsabilidad de adultos
¿Hay que educar? Sin duda. Sin embargo, tan grave como depositar todas las expectativas en la castración es hacerlo en las nuevas generaciones. De alguna manera nos convierte en irresponsables.
Los niños necesitan ejemplos, y estos ejemplos se los damos los adultos. Los adultos somos los únicos que tenemos la capacidad y el compromiso de modificar esta situación para lograr el control sobre el número de animales que están en la calle. Hoy. No en un futuro muy, muy lejano.
Según Oña, la base del control poblacional canino es el cuidado adecuado y control que deben tener las personas sobre los animales: la famosa tenencia responsable.
“Los Municipios deben invertir en esto. Es el momento de poner en funcionamiento las ordenanzas que descansan en algún escritorio, o comenzar a reglamentarlas. O bien escribirlas. Promocionarlas. Divulgarlas y hacerlas cumplir”. Además de esterilizar y educar, las acciones y estrategias para desarrollar la tenencia responsable en la sociedad requieren, principalmente, de “hacer cumplir la Legislación”.
Ya existe un marco legal que establece los deberes de tutores de animales y sanciones para la mala tenencia. En nuestro país existen la ley 14346, que castiga el maltrato animal y es un delito penal, junto con las normas de Bienestar Animal, las que sí están reconocidas internacionalmente por la ONU (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de la Salud Animal (OIE). Cualquier ciudadano puede y debe denunciar estos hechos, no es necesario que sea abogado, médico veterinario o pertenecer a una ONG para realizarlo. Todos pueden denunciar en la comisaría del lugar del hecho, en las fiscalías o en el juzgado penal de turno, y ellos “tienen la obligación de tomar la denuncia”.
Igualmente, castrado o no, sufre y causa accidentes, se contagia y transmite enfermedades, muerde, contamina y peligra su vida”.
Paulina Oña, veterinaria de Bariloche
Las sanciones hoy son de 15 días a 1 año de prisión, “que son discutiblemente insuficientes pero más importante que su modificación es que en la práctica se apliquen. Y para que se apliquen debemos denunciar”, acota la profesional.
Medidas ambientales y sanitarias adecuadas en las ciudades (ver recuadro) y la adopción consciente tienen como objetivo final la construcción de una “responsabilidad social ciudadana colectiva” que no es una mera obligación de la norma, sino que es el desarrollo y el compromiso como ciudadanos que debemos asumir con nuestra comunidad.
“Las castraciones constituyen una herramienta de mucho valor para el control de las poblaciones de perros, pero no los sacan de las calles. Las personas sí”, concluye Oña.
Divulgar las leyes de tenencia responsable y maltrato animal:
la información sistemática a la comunidad de que existen penalizaciones por maltrato e incumplimiento a la tenencia responsable tienen mayores efectos que las penas mismas, promoviendo responsabilidad y compromiso de los ciudadanos.
Gestionar correctamente los residuos domiciliarios:
disminuir las fuentes de alimentos (basura suelta) tiene impacto en la salud y en la capacidad de carga del ambiente (menos alimento disponible, menos animales), aumentando la tendencia a que los perros permanezcan cerca de sus hogares (menos alimento disponible, menos merodeo), promoviendo disminución en las tasas de fertilidad de la población (menos alimento, menor fertilidad). Esta responsabilidad también se extiende a evitar poner alimento en veredas, negocios y plazas.
Asegurar el cerramiento de los patios y fondos de las casas:
un patio mal cerrado es un perro que se escapa y permanece en la calle. Entonces el Municipio deberá evaluar si la persona puede pero no quiere reparar, o quiere pero no puede reparar (o no tiene cerco) e incentivar en estos a través de préstamos a tasa 0% o con baja de impuestos para que reparen y puedan cerrar sus patios. Incluso, considerar los cercos como indispensables para los planes de viviendas.
El microchip es el DNI del perro y lo vincula con su tutor
Un sistema de identificación inequívoco que transfiera responsabilidad legal a los tutores sería indispensable para Paulina Oña. El 80% de los perros en la calle tienen un tutor según revelan los estudios. Pero de nada sirve saberlo si no es posible aplicar la normativa. Si no se puede demostrar de manera fehaciente la relación entre animal y tutor, no hay legislación que valga.
¿Cuál es el método en la actualidad sugerido? Microchip. Ese, el que erróneamente se dice que produce cáncer. El que se utiliza en los países que no tienen perros en las calles y el mismo que se emplea para monitorear y proteger a especies animales de vida silvestre vulnerables, como rinocerontes, tigres, orangutanes y tantas otras.
La tenencia de un animal debe atribuirse inequívocamente a un cuidador que asuma la responsabilidad de lo que ocurre con su animal o por culpa de él.
El collar y chapita son útiles pero no bastan (se pierden, se cambian, se desconocen). El microchip no se pierde, no se cambia, no miente. Es el DNI del perro.
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