Crece el malestar policial por los bajos salarios

Las protestas son continuas. Esposas de policías pidieron entrevistarse con el gobernador. En voz baja, sus maridos relataron los problemas que tienen para

NEUQUEN (AN)- El creciente malestar que provocan los bajos sueldos en las filas policiales es el primer desafío serio que tiene que afrontar la flamante ministra de Seguridad, Susana Arévalo. Las reuniones para hablar del tema se multiplican entre oficiales y suboficiales, y además se quejan por la falta de provisión de elementos de trabajo y de ropa. Las voces suben de tono cuando comparan este cuadro con los millonarios gastos en el anunciado plan de seguridad.

Este diario ya informó, el mes pasado, sobre la existencia del malestar. En las últimas semanas se acrecentó, y varias fuentes revelaron ayer un detalle significativo: por lo menos 40 esposas de policías pidieron audiencias directamente con el gobernador Jorge Sobisch para plantearle los problemas que afrontan para llegar a fin de mes. Hasta ahora no pasaron de la secretaría privada, pero las presentaciones continúan.

«Río Negro» consultó a varios comisarios en actividad sobre este tema. Algunos negaron la existencia de problemas, otros lo relativizaron, y muchos admitieron su gravedad. «Es muy común que se compare lo que gana un oficial en actividad con un jefe de seguridad de una agencia privada. Eso genera bronca», admitió una fuente.

Explicó que «las responsabilidades no son las mismas. Un comisario tiene detenidos a su cargo, realiza operativos, de su actuación depende el esclarecimiento o no de un caso, y si se equivoca le puede costar el puesto». Según la antigüedad (en todos los casos, más de 20 años) y las cargas familiares, un comisario gana aproximadamente 2.500 pesos de bolsillo. «Cuando se lo compara con el sueldo de la seguridad privada, que es bastante parecido pero con menos responsabilidades, dan ganas de irse», admitió.

La situación de los suboficiales es más crítica. Según las averiguaciones de este diario, un agente que recién ingresa no llega a 700 pesos, mientras que un sargento ayudante (casi en el tope del escalafón) con más de 20 años en la institución, se lleva al bolsillo unos 1.500 pesos.

Para redondear un ingreso que les permita sostener las necesidades de su núcleo familiar (muchos relataron con amargura que les cuesta solventar los estudios de sus hijos), los policías recurren a «los adicionales». Se trata de tareas de custodia que realizan fuera del horario de servicio común. Aunque las cobran a 60 días o más de prestadas, esas horas extras alimentan los bolsillos. «La contra es que te pasás 18 horas fuera de tu casa, sin descanso, y volvés al servicio cansado. También trae problemas familiares, porque estás más irritable», admitió un suboficial.

La contracara son los llamados «privilegios» que reciben algunos altos oficiales, y que de acuerdo con las consultas realizadas, provocan tanto malestar como los bajos salarios. «Los jefes no representan a la tropa. Les dan el auto y la nafta aunque lo usen para pasear con la familia, en algunos casos les pagan el alquiler, el teléfono celular, y hasta viajes al exterior. Están lejos de nuestra realidad, por eso no nos defienden como corresponden», indicaron varias de las fuentes.

Esta brecha entre oficiales con ciertos privilegios y el resto de los uniformados se está agrandando a medida que pasa el tiempo y de aumento ni se habla.


NEUQUEN (AN)- El creciente malestar que provocan los bajos sueldos en las filas policiales es el primer desafío serio que tiene que afrontar la flamante ministra de Seguridad, Susana Arévalo. Las reuniones para hablar del tema se multiplican entre oficiales y suboficiales, y además se quejan por la falta de provisión de elementos de trabajo y de ropa. Las voces suben de tono cuando comparan este cuadro con los millonarios gastos en el anunciado plan de seguridad.

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