A quién le importa el presente y futuro urbanístico de la ciudad de Neuquén

Hace 23 años nacía el Plan Urbano Ambiental, pionero en el país. ¿Qué pasó después con ese gran proyecto? Este artículo del arquitecto Sergio Lardie interpela a la sociedad civil que no ha demandado con más fuerza y convicción su participación en el destino de la ciudad.

Por Sergio Lardies (*)

El 31 de octubre, Día Mundial de las Ciudades, de 1997, se terminó de elaborar el Plan Urbano Ambiental de la ciudad de Neuquén y el 19 de diciembre de 1997, mediante Ordenanza N° 8059/97, se lo aprueba por unanimidad.

Desde entonces pasó bastante agua bajo el puente y no siempre de modo positivo para la capital neuquina.

Si bien la normativa urbana, ambiental y de regulación del espacio público está vigente no se ha vuelto a debatir un proyecto de ciudad: cada 5 a 10 años como máximo debería debatirse y actualizarse. ¿Ahora estarán dadas las condiciones para hacerlo?


Los gráficos bien visualizan las directrices que regían el PUA. En ese entonces manejan conceptos que hoy, en tiempos de Covid 19, se retoman como las macromanzanas, la ciudad de los 15 minutos y las huertas urbanas, entre otras ideas vanguardistas para 1997.

En el 2012 se comenzó un proceso de revisión integral del PUA pero el CD sacó una ordenanza de excepción para autorizar 52 loteos. Se armó tanta polémica que la comisión que estaba trabajando, comandada por Gastón Contardi y Juan Presoli, se autodisolvió. Otra gran decepción en el plano urbanístico empezaba a vivirse en Neuquén capital.

Un poco de historia

En diciembre de 1995 se declara a la ciudad de Neuquén en emergencia urbanística y ambiental, después de tres décadas de crecimiento poblacional como ninguna otra ciudad del país. Se conforma una Comisión Técnico-Política entre el órgano Ejecutivo municipal y el Concejo Deliberante, para delinear la metodología de trabajo para la elaboración del Plan con participación comunitaria.

P- ¿Quiénes participaron en la elaboración del PUA?

R- Si bien fue una iniciativa del gobierno municipal, ejercido por aquel entonces por el intendente Luis “Chito” Jalil, del Movimiento Popular Neuquino, se sumaron todas las fuerzas políticas con representación en el Concejo Deliberante y pusieron a disposición sus técnicos para colaborar en la elaboración del PUA.

Los presidentes de bloque de los distintos partidos por aquel entonces eran Humberto Zambon por el Partido Socialista y su asesora la arquitecta Leticia Maidana; Aldo Duzdevich por el Partido Justicialista y su asesor el arquitecto Carlos Chaneton; Horacio “Pechi” Quiroga por la UCR y su asesora la arquitecta Marta Zenon; Pedro Leotta por el MPN y su asesora la arquitecta Edhit Signorelli. La presidencia del Concejo estaba a cargo de Zulma Reina.


Este artículo del arquitecto Sergio Lardies lleva a preguntarse qué pasó con toda aquella inteligencia que supo convocar la ciudad de Neuquén para pensar su desarrollo urbanístico y por qué la sociedad civil se retiró del debate sobre el destino de su desarrollo.

La coordinación técnico-política por el Ejecutivo estuvo a cargo del arquitecto Adolfo Albanesi. El secretario de Obras Públicas y Economía, Domínguez, era el responsable político.

El gobierno provincial, a cargo de Felipe Sapag, y la Universidad Nacional del Comahue, cuyo rector era Pablo Bohoslavsky, pusieron a disposición todos los organismos técnicos y unidades académicas, a través de la firma de un convenio interinstitucional.

Otra institución que fue trascendente en el acompañamiento y protagonismo del proceso fue le Colegio de Arquitectos de Neuquén, en ese entonces presidido por el arquitecto Mario Lucachini.

P-¿Cómo se constituyó el grupo de trabajo técnico?

R- El equipo permanente fue conformado por técnicos municipales de distintas áreas del Municipio. En la selección de los profesionales de distintas disciplinas había un denominador común: todos habían realizado la Maestría de Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano, de la UNCo, cuyo responsable y colaborador fundamental del PUA fue el arquitecto Alberto Jurgeit.


La propuesta tuvo su registro documental. Hoy es una parte importante de la historia del desarrollo urbanístico de la ciudad de Neuquén.

El trabajo de un equipo de profesionales de lujo

P- ¿Quiénes eran esos técnicos que catalizaron todos los aportes de los distintos actores sociales e institucionales que participaron del proceso de elaboración del plan?

R- La coordinación política estuvo en manos del contador Máximo Domínguez (OEM) y el arquitecto Luis Scaramella, por el CD; la coordinación técnico-política a cargo del ingeniero Atilio Sguazzini Mazuel y la coordinación técnica fue responsabilidad de quien escribe este artículo.

Los aspectos ambientales, a cargo de los ingenieros Agrónomo e Industrial, Omar Barta y Luis Ferrari; los aspectos económico productivos a cargo de Nora Díaz; los aspectos de Movilidad Urbana, a cargo de la arquitecta Marisa Boscovik; los aspectos de infraestructura urbana, arquitecto Daniel Fernández; las cuestiones de usos y ocupación del suelo, la arquitecta Gabriela Álvarez; espacios públicos a cargo del arquitecto José Bacigalup y los servicios públicos a cargo Laura Aramayo. También trabajó el agrimensor Rubén Pueyo.

Este equipo técnico trabajaba 10 horas diarias, en oficinas armadas en el Museo Gregorio Álvarez, lugar donde se realizaron muchos talleres de participación comunitaria. El otro espacio físico de participación fueron distintos ámbitos de la UNCo.

El equipo tenía la asistencia técnica externa del director de la carrera de posgrado de la FADU-UBA, en Planificación Ambiental Urbana, el arquitecto David Kullock; en Sociología, Mario Robirosa de Flacso, y de los arquitectos Alberto Jurgeit y Héctor Echechuri, de la Maestría de la UNCo.

P- ¿Cuáles fueron los primeros resultados que surgieron de los procesos de participación comunitaria en talleres multiactorales y en unidades de gestión por temáticas?

R- Se identificaron los problemas urbano-ambientales de la ciudad y se priorizaron 10, en un taller multiactoral, donde hubo más de 200 participantes:

• Déficit de los espacios verdes y recreativos, 40 votos.

• Ineficiente sistema de movilidad urbana, 38 votos.

• Inadecuado sistema de infraestructura de servicios, 31 votos.

• Inadecuado tratamiento de los residuos, 29 votos.

• Contaminación ambiental, 22 votos.

• Urbanizaciones en zonas de riesgo, 19 votos.

• Asentamientos de origen ilegal, 25 votos.

• Urbanizaciones sobre áreas productivas, 19 votos.

• Déficit en la funcionalidad urbana, 8 votos.

• Vacíos urbanos, 6 votos.

El logo que identificaba el gran movimiento urbanístico de 1997.

P- ¿Qué pasó a partir de identificar y priorizar los problemas de la ciudad?

R- Se conformaron Unidades de Gestión por cada uno de los problemas identificados, con la participación de los actores institucionales y sociales involucrados con esas problemáticas. Los problemas se transformaron en objetivos y de ahí surgieron las directrices generales del plan.

P- ¿Cuáles fueron esas directrices generales?

1- Las que definen las áreas funcionales del ejido.

2- Las que definen los componentes nodales de la estructura urbana del ejido.

3- Las que definen los componentes lineales de la estructura urbana del ejido.

4- Las que definen la estructura espacios abiertos y verdes del ejido.

Conceptos vanguardistas para la época

La definición de las áreas funcionales del ejido daba cuenta de proponer una ciudad con una oferta de espacios que posibilitaran una base económica diversificada. Por ello se definieron espacios para la agricultura urbana y periurbana, con el fin ya no de la fruticultura sino como el inicio del camino hacia la soberanía alimentaria.

Espacios para el desarrollo industrial, no solo en áreas aptas para usos industriales y de servicios para la industria hidrocarburífera sino también fortaleciendo los polígonos industriales.

La definición de las áreas funcionales del ejido daba cuenta de proponer una ciudad con una oferta de espacios que posibilitaran una base económica diversificada. Por ello se definieron espacios para la agricultura urbana y periurbana, planteada como el inicio del camino hacia la soberanía alimentaria.

Sergio Lardies, arquitecto de Neuquén

Otra cuestión fundamental que se planteó es la integración de la ciudad informal (asentamientos irregulares) a la ciudad formal. Y en ese momento se desalentaba el desarrollo de barrios cerrados. El PUA no los permitía, no había áreas del ejido donde se pudieran desarrollar dicho tipo de emprendimientos.

Los componentes nodales hacen referencia a una ciudad policéntrica. Se promovía el desarrollo de nuevas centralidades, como el CE3 (Calles Leloir-Dr. Ramón), donde luego se localizaron la Legislatura, el Concejo Deliberante, la Ciudad Judicial… El CE1, donde se relocalizaría la nueva terminal de ómnibus; el CE2, como centralidad ribereña, como remate del eje institucional e histórico de las avenidas Argentina-Olascoaga en el río Limay. Además del Centro Principal (CP) se promovió el desarrollo de un centro secundario (CS) en la zona de las calles Godoy y Belgrano.

Y también se plantearon los centros barriales e interbarriales. Esto tenía que ver con llevar las oportunidades de trabajo, de recreación, de servicios a los barrios y desconcentrar el centro principal de la ciudad, además de fortalecer la identidad barrial.

Y los componentes lineales buscaban darle a la calle una función estructuradora del sistema urbano y donde pudieran convivir los distintos modos de transporte (vehículos, ómnibus, bicicletas, peatones), posibilitando cambiar el paradigma de la movilidad que, por aquel entonces, solo tenía soluciones para el automóvil.

Aprovechamiento del paisaje natural

Las directrices para desarrollar un sistema de espacios públicos de calidad planteaban el aprovechamiento del paisaje natural de las bardas, los ríos y arroyos; también buscaban la preservación de los componentes del oasis irrigado, protegiendo los canales de riego y las cortinas de álamos. También se planteaba para cada barrio un espacio público que nucleara actividades recreativas, educativas, de salud, seguridad, cultura y oficinas de servicios.

Ese sistema de centralidades barriales lo llamábamos Plan Identidad Barrial y se trabajaba en conjunto con los organismos provinciales y nacionales competentes, para que llegaran a cada uno de los barrios.

Por qué como sociedad civil no hemos reclamado participación en la definición de las políticas públicas que determinan el destino de la ciudad y por qué la gestión política no ha incorporado a la agenda pública la planificación del desarrollo urbano ambiental sostenible de la ciudad en estos últimos 23 años.

Sergio Lardie, arquitecto y urbanista

P- ¿Todo lo elaborado se transformó en ley?

R- En 1998 se aprobó el Código de Planeamiento y Gestión Urbano Ambiental, compuesto por cinco bloques temáticos:

BT1: regulación de los usos y ocupación del suelo

BT2: control ambiental de las actividades

BT3: movilidad urbana e interurbana sostenible

BT4: gestión y participación comunitaria (este bloque en 23 años no ha podido ser aprobado)

BT5: regulación de los usos del espacio público

Este tipo de código es único en el país. Está vigente, el único tema es que el PUA debía tener su primera revisión integral en el 2005, para realizar los ajustes normativos correspondientes y al día de la fecha han pasado 23 años y el PUA solo ha tenido modificaciones coyunturales, parciales y sin participación comunitaria.

Este nuevo aniversario debería ser un momento de reflexión para preguntarnos por qué como sociedad civil no hemos reclamado participación en la definición de las políticas públicas que determinan el destino de la ciudad y por qué la gestión política no ha incorporado a la agenda pública la planificación del desarrollo urbano ambiental sostenible de la ciudad en estos últimos 23 años…

¿La pospandemia nos dará una oportunidad para repensar el futuro de nuestra ciudad, con la participación de toda la ciudadanía?

(*) Arquitecto, urbanista y planificador territorial

Edición y producción: Horacio Lara, hlara@rionegro.com.ar


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