“La vacuna no impide el contagio, sino que se desarrolle la enfermedad”

Joan Pons Laplana, enfermero catalán voluntario de la vacuna de Oxford, dio positivo de Covid-19 en un examen hace diez días. “Que me haya infectado ayuda a la investigación para comprobar la eficacia. Es la única manera de probarlo”, dijo en una charla con “Río Negro”.

A Joan Pons Laplana no le bastó con estar día a día cara a cara con el coronavirus en el hospital de Sheffield, en Inglaterra, para entender y procesar qué es lo que se siente tenerlo en el cuerpo.
“Me llevé el susto de mi vida cuando uno de mis tests dio positivo”. El jueves 8 de octubre, a este voluntario de la vacuna experimental de Oxford le informaron que tenía Covid-19 y un nuevo capítulo se abrió en su cruzada personal contra la enfermedad que mantiene en vilo al mundo entero.


Joan que es un enfermero catalán que trabaja hace 20 años en Inglaterra y es uno de los miles voluntarios que se sometieron a la prueba de vacuna de la Universidad de Oxford que desarrolla el laboratorio británico AstraZeneca, quien ya ha firmado un convenio con Argentina para proveer las dosis necesarias cuando se de inicio a la comercialización.
A partir de que dio positivo, Pons Laplana fue sometido a innumerables pruebas para ver cómo va respondiendo su cuerpo ante la infección. La primera dosis de la vacuna le fue aplicada en junio y la segunda en septiembre.
“Antes del hisopado que termina dándome positivo, como es habitual a cada cambio que experimente mi salud, informé enseguida a la Universidad de Oxford. Sólo estaba un poco resfriado, pero no creí que fuera por Covid. Confirmada la infección me sometieron inmediatamente a todo tipo de pruebas en el hospital, aquí en Sheffield”, cuenta Joan quien debe permanecer aislado hasta hoy en una habitación de su casa. “Por suerte los otros integrantes de la familia han dado negativo”.

Dar positivo con la vacuna, ¿buena o mala señal?


“La única manera de saber si la vacuna es efectiva o no es si en los vacunados como yo, la enfermedad avanza o no en el cuerpo. Esto es clave para progresar en la fase 3”, asegura Joan quien en todo este proceso de 10 días de aislamiento no ha tenido síntomas.

“La vacuna hizo lo que tenía que hacer: no dejar que el virus desarrolle la enfermedad

Joan Pons Laplana

«A mí me pusieron dos dosis de la vacuna experimental y lo que se está buscando es que haya positivos entre los vacunados para saber de su eficacia. En la fase 1 y en la 2 se mide su seguridad y su respuesta inmunitaria. En la fase 3 se trata de comprobar si esos anticuerpos son suficientes para prevenir el Covid-19”, explica Joan que por su labor al frente del hospital donde trabaja, fue distinguido en el 2018 como el “Enfermero del año” por la British Nursing Journal.


Tras la primera batería de estudios una vez que dio positivo, a Joan le permitieron aislarse en su casa porque no tenía ningún tipo de síntomas. Desde Oxford lo llaman a diario para saber cómo sigue su estado de salud.
Joan ha elegido el camino del voluntariado y en el trayecto, por la vía experimental, ha ido engrosando el hilo que separa la vida y la muerte.

“Lo que se trata de demostrar en esta fase es que una persona vacunada al momento que ingresa el virus cuenta con un ejército que lo defiende de la enfermedad. Si no los tuviera, tendría que producirlos y eso tarda como dos semanas. Este lapso le alcanza al virus para meterse en su cuerpo y provocarte incluso la muerte. Por eso es fundamental que la gente se vacune, no sólo por uno sino por los demás. Es la diferencia entre vivir o morir”.

“Fue vacuna, no placebo”


A los voluntarios que pusieron el cuerpo en el ensayo, no se les reveló oportunamente si lo que le estaban inyectando era la potencial inmunidad contra el Covid o un simple placebo. Ante el diagnóstico positivo, Joan se hizo la pregunta obligada. La respuesta se los dieron los hechos.

Un alto en el trabajo en el hospital de Sheffield, donde la lucha con el Covid es cuerpo a cuerpo.


“En la manera que me hicieron romper la cuarentena, en todos los estudios que vinieron después y en el control diario que recae sobre mi estado de salud, he tenido la respuesta. Si hubiera sido un placebo sólo me habrían dicho que me quedara en casa. Sería absurdo que me sometieran a tantas pruebas si las aplicaciones no fueran de la potencial vacuna en estudio”.


Este catalán fan de Barcelona y de Lio Messi sostiene además que tener la vacuna reduce la carga viral porque no deja que el virus se multiplique por lo que las probabilidades de que salga del cuerpo vacunado e infecte a otras personas es casi nula. Y a modo de despedida deja un consejo para esta parte del mundo.


“El hemisferio sur no debe repetir lo que se ha hecho en Europa. Durante el verano, cuando la curva comienza a bajar, es ahí cuando la gente se relaja. Se dan más las reuniones sociales, hay grupos que comienzan a aglutinarse en los bares y eso traerá consecuencias como ha pasado en Europa con este rebrote. No hay que bajar la guardia, hay que seguir con el barbijo, la distancia social y evitar aglomeraciones. Esperemos la vacuna, que cuando llegue, festejaremos el doble”.


A Joan Pons Laplana no le bastó con estar día a día cara a cara con el coronavirus en el hospital de Sheffield, en Inglaterra, para entender y procesar qué es lo que se siente tenerlo en el cuerpo.
“Me llevé el susto de mi vida cuando uno de mis tests dio positivo”. El jueves 8 de octubre, a este voluntario de la vacuna experimental de Oxford le informaron que tenía Covid-19 y un nuevo capítulo se abrió en su cruzada personal contra la enfermedad que mantiene en vilo al mundo entero.

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