Finalmente, se decidieron a hacer política

Redacción

Por Redacción

Del ridículo no se vuelve.

Mucho menos en política.

Una realidad que sin embargo recién en las últimas horas computaron los dos máximos timoneles del radicalismo rionegrino: Pablo Verani y Bautista Mendioroz.

Ahora, con la decisión de no posponer las elecciones internas en Viedma, ambos quedaron en falsa escuadra ante el contenido duro del discurso y acciones con que planeaban frenar las expectativas política de Horacio Massaccesi.

Entonces, para explicar la pirueta que le imprimieron a ese proyecto, veranistas y mendioristas operan para amortiguar los costos que conlleva el desandar.

Y lo más grave: creen que las explicaciones son creíbles.

Dicen que nada nuevo hay bajo el sol.

O sea, que la decisión adoptada no implica ninguna contradicción con la línea de pensamiento que ambos sectores tenían para manejar el tema.

En otros términos: que jamás se les había cruzado posponer los comicios de Viedma. Por lo tanto, que no es cierto que pensaran tirar las urnas a una fecha de un tiempo no precisado. Y así dejar correr las lunas con la esperanza de que la Justicia Federal termine avalando la expulsión de Massaccesi de la UCR.

Pero ese plan existió.

Y estaba tan bien instalado en el seno de ambos andariveles del partido que ayer a la mañana, momentos antes de la reunión del Comité Central, varios de sus integrantes daban por terminada la historia de Massaccesi en el radicalismo.

Uno de esos convencidos era Luis Falcó, futuro presidente de la UCR.

A tal punto había disposición a posponer la elección de Viedma que de no haber sido así cabe una pegunta: ¿para qué se convocó al Comité Central, que además fue el único tema que trató?

¿Pero qué pasó para que Verani y Mendioroz decidieran volver atrás?

Ambos hablaron largo ayer, antes de la reunión del Comité Central.

Y recién ahí concluyeron que hacer política especulando con el eventual contenido de una futura decisión judicial es, como mínimo, la antipolítica.

O una bicicleta peligrosa.

Un método que además en este caso consolidaba una convicción: que el veranismo y el mendiorismo no se animan a confrontar electoralmente en Viedma con Massaccesi.

Miedo, que le llaman.

Entonces, decidieron hacer política: urna mediante, mirarse a la cara con su ex socio.

Contarse las costillas, suele decirse.

Pero ya era muy tarde para evitar el ridículo.

Carlos Torrengo


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