Un vivero, una familia y una historia: “Esto es paciencia, amor y pasión”
Nahuel García quedó a cargo de un vivero en Roca. Se lo dejaron sus abuelos, de quienes aprendió siendo niño. Luego estudió en escuelas técnicas, pero lo suyo son las plantas, y cuenta los secretos del oficio.
“Si no te gusta cuidar una planta no hay forma de que sobreviva, ni aunque tengas un cactus. Esto es paciencia, estar todos los días… Amor y pasión”. Así define su trabajo Nahuel García. Lo aprendió de niño con sus abuelos, Aníbal y Rita.
Este año, ellos lo dejaron a cargo del vivero comercial que tienen en el barrio Stefenelli de Roca. Allí está parado ahora con sus 24 años, desafiando al frío. Lleva puesta una campera verde oliva, barbijo negro, pelo atacado y las manos cruzadas detrás de la espalda. Su voz suena muy pausada y es clara; para orientar a los clientes que suelen triplicarle la edad.
La pasión de Nahuel por las plantas surgió cuando tenía seis años. En el verano del 2002 subió a un colectivo en la terminal de Roca y se fue a visitar a sus abuelos en San Rafael, Mendoza. Allá tenían un vivero y le enseñaron todos los grandes secretos del mundo verde.
Más tarde, Nahuel estudió en escuelas técnicas, luego probó abogacía, pero no hubo caso. Lo suyo siempre fue la conexión con la tierra.
De su abuela Rita trae todo el conocimiento sobre el manejo de las plantas de interior y cactarios. Del abuelo Aníbal las tareas de poda, manejo de rosales, frutales y los ambientes apropiados para cada especie. El vivero mendocino se vino años más tarde para Roca.
Nahuel explica que se fue haciendo en forma autodidacta y sus sentidos se refinaron para entender “lo que nos dicen las plantas”. Enseguida pasa a dar ejemplos: “tenés que estar atento al color de las hojas, la forma que presenta el tallo. Si la planta está pasada o le falta agua, si tiene bacterias, hongos o le faltan nutrientes”.
Cuando se le pregunta si la actividad de los viveros está asociada con gente mayor, sostiene que todo está cambiando.
“Ahora se ven muchos emprendedores, en especial con el tema de los cactus”, explica Nahuel.
Al mismo tiempo, el joven encargado brinda su argumento: “los jóvenes están muy ocupados con las redes sociales, el estudio, trabajo si lo tienen. Por eso buscan una planta o algo verde para sentirse bien; y el cactus lleva poco mantenimiento. Viste el ambiente y da una flor maravillosa. Además, es fácil de proteger y te das cuenta rápido si sufre o está lastimado”.
Nahuel, que en sus momentos libres lee mucho sobre filosofía, aporta también sobre plantas y personalidades. “Si la persona es inquieta se va a llevar bien con el dólar y los bulbos, que son mañosos y exigen dedicación constante”, indicó .
Al describir a los clientes, hizo un repaso por una gran cantidad de variedades: dijo que están los amables y también aquellos que compran por obligación, para quedar bien con otros, pero que en realidad no entienden nada de plantas.
La actividad en el vivero arranca a las 8.30 con el desayuno. A las 9 se abre la puerta principal a los clientes y se hace un recorrido minucioso, planta por planta. Allí, junto a María Cayul, observan todo: si alguna se heló en la noche, si hay que reforzar los invernaderos, si falta regado. Luego chequean los mensajes de los clientes con los pedidos y se los preparan.
El efecto coronavirus, que trastocó la economía a nivel global, alcanzó también al vivero, claro está. La pandemia y las medidas de prevención adoptadas provocaron una caída del 50 por ciento en las ventas, pero Nahuel, más que preocuparse, ve el lado optimista que generó la pandemia. “Ahora mucha gente se suma a la jardinería porque les produce un gran bienestar y se olvidan del aislamiento, restricciones y protocolos que les imponen”, explica.
Su novia Miranda llegó hace poco de Ushuia y le pide precios porque los clientes preguntan. Nahuel cree que todo es posible, y que instalar un vivero en Tierra del Fuego no es un problema. “Si me dan tiempo averigüo, estudio que plantas se pueden adaptar y listo”, cierra con una sonrisa.
Nahuel y sus recomendaciones
Calefactores: “Hay que tener mucho cuidado con su calor en ambientes cerrados, quitan la humedad ambiente. No hay que poner las plantas muy alto, se deshidratan. Rociarlas, en especial los helechos, que van muy bien en los baños.
Cactus: “Tienen nombres muy complicados. Después la gente se encarga y se los cambia…”.
La mirada, protagonista de la nueva normalidad
Las adaptables: “Los arbustos de exteriores como retamas, andinas enanas, texanas, se dan bien en la ciudad o en medio de una chacra con frío”.
Rudas: “Macho y hembra van juntas para dar buena suerte”.
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