En el corazón del encuentro

La Fiesta Nacional del Teatro se inauguró el sábado simultáneamente en Cipolletti, Roca y Regina, donde fueron muy aplaudidas las primeras obras. Ayer por la tarde, el gran Lito Cruz fue homenajeado en la Fundación Cultural Patagonia, en Roca.

«Tenemos que estar locos…Esto es una locura, hacer una fiesta de estas características, en tres ciudades distintas, cruzando esa ruta (la 22) amenazante, sin luz, de noche…». Palabras sinceras y elocuentes, derramadas de los labios de uno de los organizadores, surgidos del temor y la emoción, de sensaciones primitivas. Síntesis exacta de lo que significa la vigésima edición de la Fiesta Nacional del Teatro para los que la hicieron posible.

Por lo que simboliza para el país un evento como éste, porque se abre el telón en un lugar difícil del hallar en la silueta argenta, austral, particular y personal. La apertura desnudó algo de lo que irá sucediendo en estos ocho días. Cosas extrañas. Cosas que alimentarán la hipótesis acerca de que el arte no es compatible con lo «normal», con la cotidianidad. Otras que no.

No es «normal» ver el rostro iluminado de Lito Cruz y Alejandro Doria disfrutando la desfachatez de un grupo teatral que recién comienza a «gatear» en este ambiente. «Embalados», jovenzuelos cipoleños, atrevidos purretes que el sábado por la tarde se pintaron el rostro para pincelar la plaza San Martín; el peso de la apertura fue para ellos una mochila de aire. Por eso Cruz y Doria, evidenciaron una admiración sincera, complaciente y sin pudor, parida de la modestia y el encanto.

Cientos de personas se congregaron en esta plaza medular de Cipolletti y sacaron pasaje a mundos literarios de dramaturgia clásica, montados en las alas ocurrentes de este grupo de adolescentes. Lo mismo sucedió en General Roca y en Regina, el mismo día, algunas horas más tarde. Con igual entusiasmo y mirada del mundo, con el optimismo de los enamorados.

El grupo «Marañas» de San Luis tuvo un viaje accidentado, un trance que casi termina en tragedia (ver aparte), se repuso, escaló el escenario del Centro Cultural cipoleño y ofreció una obra enigmática, farsa plena, absurdo total, inspirada en el pensamiento global de Samuel Beckett. Con dos actores obesos de energía, sumergidos en un no lugar, sin tiempo preciso, desentrañando la angustiante mirada del mundo del pensador, el sin sentido, el transitar del hombre con ese «no sentido», descarnado y humano a la vez. Una pieza de vanguardia que a algunos dejó sin aliento y a otros descolocó, abrumadora desde lo corporal, rozando lo circense. A sala llena.

Roca fue sinónimo de Luisa Calcumil y sus fragmentos de «Folil» y «Es bueno mirarse en su propia sombra», un baño de realidad y memoria para los espectadores. Más tarde, el ballet español de la Fundación Cultural Patagoni contó su «Amor brujo». La historia de dos amigos que quieren vivir mejor fue narrada desde el baile y la música. Y fue Tentempié y «Muerte prevista en un guión» el encargado de dar la señal de largada al festival en esa tierra.

Hacia el este, a unos 60 kilómetros, hubo un apartado al homenajear a Jorge Edelman, autor, actor y productor de numerosos radioteatros emitidos en la región. Y el también homenajeó al público, obsequiando tres fragmentos de «Mito y leyenda de un hombre llamado Juan (Bairoletto)», «Tijereta Vizcacha, el terror de las muchachas», y «El facón de Juan Moreira».

Luego, el turno de la novedosa «La Bella Durmiente del Bosque», de Javier Luquez Toledo, creación de la agrupación chaqueña La Máscara Teatro, que interpuso los recursos imaginativos a los económicos, y con pocos elementos armó una buena escenografía.

Actores de carne y hueso y de trapo. Alrededor de 600 personas la aplaudieron a rabiar.

Nota asociada: Homenaje al maestro  

Nota asociada: Homenaje al maestro  


"Tenemos que estar locos...Esto es una locura, hacer una fiesta de estas características, en tres ciudades distintas, cruzando esa ruta (la 22) amenazante, sin luz, de noche...". Palabras sinceras y elocuentes, derramadas de los labios de uno de los organizadores, surgidos del temor y la emoción, de sensaciones primitivas. Síntesis exacta de lo que significa la vigésima edición de la Fiesta Nacional del Teatro para los que la hicieron posible.

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