Vaca Muerta discute el esquema laboral de los próximos años
YPF le propuso al gremio condiciones que van más allá de la pandemia y buscan definir un horizonte a mediano y largo plazo. Las negociaciones siguen abiertas, pero se avecinan cambios estructurales. No hay nuevas reuniones pactadas.
Nuevamente Vaca Muerta se encuentra en un punto de quiebre en su historia que a diferencia de otros hitos importantes esta vez no es para definir un salto productivo, sino más bien para reactivar un sector que hoy está prácticamente paralizado. La industria hoy discute cambios estructurales en materia laboral, lo que sería una adenda pospandemia, a mediano y largo plazo, que permita operar en un escenario de menor demanda y bajos precios de mercado
La negociación tiene como principales actores a YPF y el sindicato de Petroleros Privados que lidera Guillermo Pereyra, pero detrás de uno hay una nómina de más de 20 mil trabajadores. Mientras que del otro lado están el resto de operadoras de la formación que siguen de cerca los avances de una discusión de la que también se verán beneficiadas.
La primera propuesta que le hizo la petrolera al gremio sugirió la modificación de más de 30 puntos pactados por el convenio colectivo de trabajo, que no sería otra cosa que un cambio estructural donde se analizaba, por ejemplo, extender los diagramas. Incluso, según pudo averiguar Energía On, la oferta proponía condiciones por 3 años con posibilidad de extenderse por otro tiempo más. Un dato que muestra que lo que está sobre la mesa va más allá de la coyuntura.
Si bien toda esta información se desprendió de un borrador que fue desestimado por la entidad gremial, confirma lo que anticipó este medio: los cambios tendrán un fuerte impacto en el upstream y buscan allanar el camino para los años venideros.
En números
- 850.000
- barriles de petróleo se exportaron en junio por el bajo consumo interno.
“Es momento de tratar de no salir del diálogo, de estar permanentemente conversando, se nos está terminando el acuerdo firmado hasta el 31 de agosto. Hay que ver cómo vamos a seguir, que la gente salga a trabajar y que se produzca”, expresó el secretario general de Petroleros Privados de Río Negro, Neuquén y La Pampa, Guillermo Pereyra, ante la consulta de este diario.
Lo concreto entre tanto silencio organizado es que, así como están diseñados algunos puntos del convenio, la industria no puede, o no quiere, volver a operar de la misma manera que lo hacía hasta hace unos meses.
Tras un objetivo común
Por más que al inicio de las discusiones públicamente el gremio mostró los dientes y utilizó munición gruesa, la situación actual tiene a un gran porcentaje de la nómina, tanto de Privados como Jerárquicos, en sus casas a la espera de una reactivación.
“Los gremios de Neuquén son los que realmente marcan la cancha para el resto, una de las razones por la cual la empresa cerró con otros gremios antes de iniciar los diálogos en la región. Anticipándose a la polvareda que podían levantar las negociaciones”, le dijo una importante fuente del sector a este medio.
En este escenario, a pesar de pertenecer a sectores opuestos, en el fondo se coincide en que se trata de una situación inédita que requiere cambios estructurales y no parches mensuales que mantiene en pie una situación insostenible a largo plazo como los salarios recortados para los más de 17.000 suspendidos.
En ese marco, Pereyra señaló: “La idea nuestra es que vuelvan todos los trabajadores suspendidos a trabajar, pero para que vuelvan hay que sacar los equipos e YPF no tiene ninguno trabajando. Hay que empezar a producir, teniendo en cuenta cómo cayeron las reservas y la producción. Hay que recuperar todo esto, si no es inútil todo el trabajo que se ha estado haciendo”.
Lo que se viene
Durante esta semana que pasó continuaron los diálogos virtuales entre el gremio y la empresa, pero sin mucho avance concreto. Casi como de manual avanzan las discusiones, en primer lugar, ya quedaron marcadas las posiciones de ambos sectores, incluso en silencio, lo que resta ahora es identificar los objetivos comunes y en base a eso empezar a construir.
Las cámaras empresariales del sector también siguen los avances de las nuevas condiciones detalladamente, seguramente YPF traslade la oferta a ese ámbito una vez que encuentre mayores puntos en común con el gremio para agilizar los plazos.
Lo cierto es que para ver quién gana más o quién pierde menos habrá que esperar mucho más que la finalización de las conversaciones. Como pasó con la adenda en el 2017 en la que se flexibilizó el convenio para permitir que el desarrollo de los no convencionales se expanda, algo que sucedió a su debida manera, y que hoy es claramente insuficiente.
Otra vez Vaca Muerta busca reescribir su hoja de ruta para poder avanzar a la siguiente etapa de la formación con la promesa de que se sentarán las bases para reactivar el sector y, si el contexto macroeconómico acompaña, esta vez sí alcanzar los objetivos postergados.
Análisis:
El shale puede quedar fuera de juego
Por Matias del Pozzi
Ninguna de las operadoras de Vaca Muerta hoy está haciendo caja con la producción. Hacen cola en los puertos para exportar (regalar) petróleo ante la imperiosa necesidad de tener algún ingreso, pero no mucho más.
El sector sabe que si no mueve las fichas rápido puede quedar fuera de juego ante un mercado petrolero controlado por las grandes potencias y solo pensar en el autoabastecimiento, es decir, una restructuración del proyecto Vaca Muerta.
En el mercado del gas la realidad no es muy diferente y, al igual que con el crudo, el hidrocarburo sobra en todo el mundo. Lo único rescatable de este contexto es que Argentina pudo y puede importar Gas Natural Licuado (GNL) a precios muy económicos, pero para la industria local no son buenas noticias.
El sector está en la permanente espera de que el gobierno lance un nuevo plan de subsidios para incentivar la producción de gas. Hoy el sueño del país exportador neto de GNL se desvaneció y es que cuando era rentable producir gas la macro no lo permitió.
En Argentina, y en la industria, el problema no es solo la pandemia, la crisis económica condiciona posibilidades de crecimiento y obliga a rediseñar, o al menos a repensar, cualquier proyecto. En este escenario es que se pelea por no sacrificar a la gallina de los huevos de oro.
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