Crimen en Plottier: la fiscalía busca probar la hipótesis de la tortura y el robo

Cuáles son las pruebas reunidas hasta ahora y cuáles las dudas. Por qué es nula la confesión. La única imputada está con prisión domiciliaria.

Hasta ahora la fiscalía de Homicidios dio por probado que el homicidio de Roque Mora, ocurrido el pasado viernes 10 en su vivienda en Plottier, fue con ensañamiento. Es decir, que parte de las 60 heridas que la autopsia encontró en su cuerpo fueron provocadas con el único objetivo de hacerlo sufrir. Pero la investigación daría un giro en las próximas horas y tratará de demostrar que al hombre de 73 años lo torturaron para que dijera dónde ocultaba el dinero, que finalmente le robaron.

La única acusada y detenida con prisión domiciliaria por dos meses es una mujer de 45 años que fue empleada de Mora. Su confesión delante de una fiscal fue declarada nula por vulnerar garantías constitucionales.

La defensa pública, que la asiste, no niega que fue la autora del crimen pero tiene otra teoría del caso. Afirma que la mujer, con una historia de abusos sexuales desde los 8 años, se defendió de una agresión sexual de Mora.


La autopsia


Una hija de la víctima fue la que encontró el cuerpo el sábado 11 a la mañana. Acudió al llamado de un vecino, que había intentado en vano comunicarse con su padre. El domicilio está a 70 metros de la comisaría Séptima de Plottier.

La vivienda se veía en orden, salvo el dormitorio. El cuerpo estaba sobre la cama, vestido. La causa del fallecimiento fueron dos puñaldas. Pero la gran cantidad de heridas no mortales, cortantes y punzantes, que presentaba en la cabeza, el torso y los brazos, los dos dedos quebrados y el diente arrancado, habilitaron al equipo fiscal a pensar en torturas.

Roque Mora vivía solo desde la muerte de su esposa, dos meses antes, tras una larga enfermedad. Él también tenía la salud debilitada por diabetes y problemas en el corazón, entre otras patologías.

La hija denunció la falta del dinero que guardaba en un patio interno contiguo al dormitorio. Se comprobó que en toda la casa no había un peso.

Durante la primera semana de investigación se interrogó a varias mujeres que trabajaron para Mora cuidando a su esposa enferma. La mayoría dijeron que habían renunciado tras recibir insinuaciones que las molestaron, algunas de tipo sexual.


La confesión nula


Una de esas mujeres fue interrogada en la comisaría Séptima por la fiscal Titanti en persona. Al término de la entrevista, dijo «yo no lo quería matar». También mencionó que Mora le ofreció 400 pesos a cambio de sexo.

La fiscal le pidió que dejara de hablar y le informó que tenía derecho a un abogado. Según denunció la defensa, recién le aportaron uno nueve horas después.

La confesión fue declarada nula porque nadie está obligado a declarar contra sí mismo. Y además, una confesión no alcanza para una condena.

De todos modos, hay otras pruebas que según la fiscalía la apuntan como autora del homicidio, y hasta la defensa las acepta.


«¿Para qué va a volver?»


Por ejemplo, una testigo que fue a llevarle un tupper a Mora la vio conversando con él en la casa poco antes del crimen. «Vino a pedirme trabajo, dijo que va a volver dentro de un rato, no sé para qué», le contó el hombre.

La defensa lo admite. «Necesitaba trabajo, tenía que pagar el alquiler, fue a ver a Mora que antes había sido su empleador para pedirle ayuda. Volvió más tarde, él la hizo pasar al dormitorio y se produjo el intento de abuso que la hizo estallar«, es la teoría de Ivana Dal Bianco y Belén Rodríguez Méndez.

Los jueces y juezas que intervinieron hasta ahora la descartaron, pero le dijeron que tiene los cuatro meses de investigación para probarla.


Las cámaras de vigilancia


Otras pruebas podrían ser discutidas en un eventual juicio.

Por ejemplo, las cámaras de seguridad. Una figura femenina con barbijo que pasa delante de cuatro cámaras fue señalada como la imputada, aunque solo una testigo la reconoció y por la ropa.

Esa ropa no fue encontrada aún. La misma Titanti dijo que cuando estuvo sentada frente a la acusada, en ese interrogatorio en la comisaría Séptima, no la reconoció como la mujer que pasa frente a las cámaras.

En una botella de vidrio hallada en el dormitorio de la víctima encontraron una huella dactilar de la acusada. Esa huella se obtuvo después de su confesión, declarada nula.

El teléfono celular fue captado por la antena ubicada en el radio de la vivienda donde ocurrió el crimen. El teléfono lo aportó en ese interrogatorio anulado.

En dos meses se revisará la prisión domiciliaria de la acusada. Quizá antes aparezcan nuevas pruebas y la causa tenga el giro que busca la fiscalía. Mientras tanto, la imputada inició un tratamiento para sus problemas psicológicos y psiquiátricos.

En teoría, no saldrá nunca más de prisión. Pero la formulación de cargos (ella ya tuvo, prácticamente, dos) no es el juicio.


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