El drama que vive un pizzero de Bariloche tras el secuestro de su auto

Alejandro García fue detenido una noche de marzo pasado por incumplir la cuarentena. Había salido a buscar un medicamento para su esposa. Desde ese momento, comenzaron los problemas, que la emergencia económica agudizó. Su causa en el juzgado federal hace casi tres meses que no se resuelve.

El emprendimiento había comenzado a finales del año pasado con el pie derecho. La pizzería funcionaba muy bien y Alejandro García proyectaba un primer semestre de 2020 muy bueno para su familia. Todo cambió dramáticamente una noche de marzo pasado.

Alejandro relata que salió a buscar un medicamento (reliverán) para su esposa a la casa de un amigo, que se lo ofreció porque él no tenía en ese momento dinero para comprarlo. Era la segunda jornada de la cuarentena obligatoria impuesta por el gobierno nacional, para tratar de frenar el brote de coronavirus en el país. Una situación inédita.

Cuenta que cuando regresaba a su domicilio lo interceptaron gendarmes que estaban en John O´Connor y Brown. Pensó que se trataba de un control de rutina. Estaba tranquilo. Dio las explicaciones por las que se encontraba en la calle y accedió sin problema a que tres gendarmes subieran a su Renault Clio y lo acompañaran hasta su casa para entregarle el medicamento a su esposa, que estaba con los hijos de la pareja.

Después, subió a su auto, con los gendarmes a bordo, y manejó hasta las dependencias del Escuadrón 34 Bariloche de Gendarmería. Allí, le informaron que quedaba «demorado» por incumplir la cuarentena el vehículo secuestrado. Dice que no lo podía creer. Se molestó mucho. Recuerda que discutió fuerte con algunos gendarmes, que le hicieron sentir el peso de la autoridad.

Alejandro García solo pide que el juez federal subrogante resuelva y le restituya su auto para poder trabajar. (Foto Alfredo Leiva)

Cuando recuperó la libertad a la mañana siguiente, imaginó que el procedimiento en el Juzgado Federal de Bariloche demandaría pocos días. Creyó que en poco tiempo podría recuperar su vehículo. La cuarentena lo obligó a cerrar durante varias semanas su local y los problemas económicos comenzaron a pasarle la cuenta.

A casi tres meses, el auto sigue secuestrado, Alejandro dice que apenas vende unas 7 u 8 pizzas por noche y que está endeudado hasta el cuello.

Relata que el 22 de mayo hizo una presentación por intermedio de una abogada para tratar de recuperar su vehículo. No tuvo eco. Manifiesta que se se presentó varias veces en el juzgado para reclamar. No logró superar el acceso del edificio.

Como respuesta, desde el juzgado federal lo notificaron esta semana que la audiencia judicial por su caso y proceder posiblemente a la indagatoria por violar la cuarentena se fijó para el 27 de julio próximo. “Para esa fecha voy a estar arruinado. Ya no tenemos nada”, repite, agobiado.

“Estamos con mi familia en una situación límite”, afirma, desesperado. La depresión lo amenaza desde hace tiempo.

Cuenta que con las pocas pizzas que puede vender puede pagarle al muchacho que trabaja en la cocina y al repartidor que tuvo que contratar. El resto del poco dinero que entra es para comprar un poco de mercadería y evitar el cierre del comercio. Para la familia no queda casi nada.

“No andaba robando, no soy un violador, no maté a nadie; salí esa noche a conseguir un medicamento. No andaba boludeando”, repite como para desahogarse. Solo pide que el juez federal subrogante Gustavo Zapata lo llame a indagatoria, que la fiscal interina Sylvia Little apure el procedimiento para poder pedir que le devuelvan su auto.

Hasta el momento en el juzgado federal de Bariloche solo hubo inferencia. Alejandro no entiende por qué el juez y la fiscal demoran tanto en resolver las causas de aquellas personas que hoy se encuentran en una situación tan difícil por la emergencia económica causada por la cuarentena. Pero los tiempos de la justicia federal son diferentes al del resto de los ciudadanos de a pie.

Alejandro explica que recuperar su vehículo sería una salvación. “Me permitiría poder hacer el reparto de las pizzas y ahorrar algo de lo poco que entra para pagar mis cuentas”, sostiene.

Alejandro García asegura que la situación que vive con su familia está al límite por la emergencia económica. (Foto Alfredo Leiva)

Ruega a los funcionarios judiciales y al juez federal que se pongan en la situación de las personas que están sobreviviendo como pueden en la cuarentena.

Aclara que el único sustento de su familia es la pizzería, ubicada en avenida de los Pioneros al 19, porque no tiene ninguna ayuda estatal. Tampoco la pide. Su esposa tiene una discapacidad y requiere de un tratamiento médico.

Dice que cansado de tantas idas y vueltas, se presentó el lunes de la semana pasada frente al juzgado federal de Bariloche, que está situado en la avenida San Martín al 400. Fue solo. Llevó una olla de aluminio y un cucharón para manifestarse. Descargó su bronca “caceroleando” por un largo rato. Tenía la expectativa de que el juez o la fiscal le dieran una solución.

Asegura que solo salió el secretario del juzgado federal que le advirtió que podía terminar con otra causa penal y detenido. Su bronca quedó reflejada en el fondo de la olla hundido que muestra con cierta vergüenza. Lamenta haber salido esa noche de marzo, pero no puede volver el tiempo atrás. Dice que nunca imaginó todo lo que iba a suceder después. Abre su heladera. Está casi vacía. “Solo quiero laburar”, asegura.


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