El “modelo Bariloche” para un futuro global sostenible

Armando Fernández Guillermet *


Sociedades renovadas que cuiden de todos los seres, los materiales y los escenarios que sustentan el fluir de la vida y la creatividad en el planeta


En tiempos en que resurgen las preguntas sobre el futuro de la humanidad, me propongo analizar −como antecedente significativo y orientador−, una investigación realizada en la Patagonia, que generó hace 45 años una propuesta con impacto internacional, la cual suele recordarse como el “modelo Bariloche” del mundo.

Dicho estudio fue motivado por las implicancias del modelo matemático global “World3” desarrollado a partir de 1970 por Dennis L. Meadows y su equipo, en el Massachusetts Institute of Technology.

Las proyecciones computacionales del World3 indicaban que: (a) la acción conjunta del aumento poblacional y el consumo presionaría sobre los recursos naturales y el ecosistema hasta provocar una catastrófica detención; y (b) solo el control de la natalidad y la paralización del crecimiento económico podrían llevar a un estado de equilibrio.

Sin embargo, congelar el crecimiento, en un mundo de desigualdades sociales, implicaba destinar a gran parte de los humanos -especialmente en los países del Tercer Mundo- a permanecer en la miseria y el atraso. Estas proyecciones −presuntamente “objetivas”- del World3 y las objeciones planteadas a los supuestos implícitos del modelo alentaron la búsqueda de otros instrumentos para investigar la evolución de las interacciones entre población, crecimiento económico y ambiente.

En junio de 1971, los participantes latinoamericanos de un encuentro en Río de Janeiro encomendaron a la Fundación Bariloche (FB) la construcción de un nuevo modelo global. Los lineamientos del proyecto fueron elaborados por Amílcar Herrera, Carlos Mallmann, Enrique Oteiza, Jorge Sabato, Helio Jaguaribe, Osvaldo Sunkel, Víctor Urquidi y otros destacados intelectuales. En 1972 −el mismo año en que se publicaba el libro “Los límites al crecimiento”, con los resultados del World3 −, un equipo de unos 20 especialistas inició el trabajo en la FB.

En noviembre de 1975 el Dr. Herrera, director del proyecto, presentó el flamante Modelo Mundial Latinoamericano (MML) al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales reunido en Quito. El estudio completo se publicó en castellano en 1977 en el libro “¿Catástrofe o Nueva Sociedad?”.

En lugar de extrapolar -como el World3 – las tendencias observadas, el MML (“Modelo Bariloche”) incorpora dos innovaciones de importancia conceptual. En primer lugar, asume explícitamente una “meta ideal” a alcanzar, a saber, una sociedad donde: (1) se reconoce a cada persona el derecho inalienable a la satisfacción de las necesidades básicas (NB) -alimentación, vivienda, salud, educación-, a la participación en la cultura y en las decisiones sociales; (2) el sistema productivo tiene como objetivo prioritario la satisfacción de las NB; y (3) el consumo no es un valor per se: se producen los bienes que realmente se necesitan, cuidando el ambiente y sin malgastar recursos.

Si se adoptase la orientación socioeconómica propuesta, grandes sectores del Tercer Mundo podrían lograr, a comienzos del siglo XXI, niveles adecuados de bienestar, con tasas alcanzables de crecimiento económico.

En segundo lugar, el MML permite estudiar matemáticamente la factibilidad de alcanzar la “meta ideal”, utilizando un modelo económico que: (4) optimiza, en cada etapa, la asignación de recursos -a las NB, los bienes de capital, de consumo y servicios−, maximizando la esperanza de vida al nacer (EVN); y (5) predice el crecimiento poblacional mediante una función de las variables socioeconómicas relevantes, de la EVN, etc.

Sobre tales bases teóricas y metodológicas, el MML cuestionó las proyecciones catastróficas del World3.

Entre otros resultados, mostró entonces que, si se adoptase la orientación socioeconómica propuesta, grandes sectores del Tercer Mundo podrían lograr, a comienzos del siglo XXI, niveles adecuados de bienestar, con tasas alcanzables de crecimiento económico.

Como cierre de este breve análisis destacaría que: (I) el MML (“Modelo Bariloche”) es el producto de una original iniciativa interdisciplinaria, cuya extensa tarea estadística y computacional fue impulsada por una cosmovisión humanista; y (II) los datos generados en la FB apoyan la factibilidad material de alcanzar un futuro sostenible, a condición de que las sociedades humanas: (i) sean más igualitarias, participativas y no consumistas; (ii) aseguren la satisfacción de las necesidades que condicionan la calidad de la existencia; y (iii) eviten la depredación de los recursos naturales y el deterioro ambiental.

En síntesis: sociedades renovadas que cuiden de todos los seres, los materiales y los escenarios que sustentan el fluir de la vida y la creatividad en el planeta.

*Profesor del Instituto Balseiro e investigador del Conicet en el Centro Atómico Bariloche, investigador adscripto de la Fundación Bariloche.


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