Está detenido con domiciliaria y sigue amenazando a su ex pareja

La pena que cumple el agresor no es por violencia de género, sino por haber golpeado a otro hombre. El fiscal de Chos Malal aseguró que aún en su casa incumplió con las medidas impuestas y por eso evalúan volver a formularle cargos.

Hace más de tres años que vive con miedo por la violencia que ejerció su ex pareja contra ella. Se separó y lo denunció judicialmente, en Chos Malal, pero inclusive con una restricción de acercamiento de por medio, siguió amenazándola.

Su causa terminó con una «probation». El acusado recibió una condena, pero por el delito de lesiones ya que golpeó a otro hombre. Por ese caso, a mediados de marzo, le dictaron prisión efectiva, además de declararlo responsable por desobedecer una orden judicial. Debido a la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus nunca pisó la cárcel.

El fiscal del caso, Fernando Fuentes, aseguró que aunque se encuentra con prisión domiciliaria y tobillera electrónica, todavía sigue amedrentando a su ex pareja a través de su actual novia. Por ello, la fiscalía pretende formularle cargos a ella, en los próximos días, por amenazas y por romper la cuarentena obligatoria.

El funcionario judicial indicó que también prevé acusar al agresor y padre de los dos hijos de la víctima de violencia de género, ya que no podía recibir visitas e incumplió la medida que le impuso la Justicia. La novia del condenado entró a su casa por el patio y fue retirada por el policía que vigilaba la casa, según comentó el fiscal. Una vez más, se lo acusará por desobediencia a una orden judicial.

Laura, la víctima, contó que se separó en julio del 2017, luego de ser violentada física, económica y psicológicamente. Remarcó que radicó al menos 40 denuncias por diferentes episodios y agregó que aún tiene cuatro causas abiertas, tanto en el ámbito penal como civil: destrucción de bienes, violencia familiar, régimen de comunicación y cuota alimentaria.

Cansada de las amenazas de su ex pareja y su familia, entendió que la que debía irse era ella y se mudó a Neuquén. Volvió a Chos Malal por la causa de alimentos, y la encontró la cuarentena en la misma ciudad que su agresor.

Ahora, con el apoyo de la Colectiva Feminista Las Peludas, insiste para que el hombre, que fue condenado por lesionar a otro, cumpla la pena de prisión efectiva que le impuso la Justicia.

Fuentes explicó que debió ingresar a la cárcel a mediados de marzo, justo cuando se desató el contexto de pandemia por el coronavirus. El condenado presentó un certificado por una rinofaringitis y la jueza de Ejecución pidió que se prorrogue la domiciliaria, por la crisis sanitaria.

El fiscal sostuvo que ya se descartó que no tiene coronavirus y consideró que no hay argumentos para que permanezca en su casa, por lo que exigió que cumpla su condena en prisión.

Laura subrayó que la Justicia le ha concedido muchos privilegios, mientras ella y sus dos hijos siguen en peligro, pues fue amenazada por la novia actual de su ex pareja y agresor.

En julio se cumplen cuatro años de aquella noche. Tomó a su hija de 10 días y a su pequeño de un años y juntos se fueron a lo de su hermana, «con lo puesto». Laura contó a RÍO NEGRO que, desde entonces, va detrás de la Justicia, a quien le pide protección sin obtenerla, todavía.

La primera vez que lo denunció en la Oficina de Violencia, le dijeron que ella lo había generado y se fue sin respuestas. Agotada, después de insistir y pelear con un sistema judicial que le revictimizaba, quiso cerrar un ciclo y aceptó la «probation», por la causa de violencia de género, a mediados del año pasado.

Diez días más tarde, su ex pareja salió para el «Día del Amigo» y le rompió un vaso en el ojo a otro hombre durante una pelea. Perdió el globo ocular y su agresor, el mismo que violentó a Laura, fue condenado a tres años de prisión efectiva por lesiones.

A mediados de marzo debía ser trasladado a la unidad de detención, pero presentó un certificado médico por una rinofaringitis, justo el mismo día que se decretó la cuarentena obligatoria por el coronavirus. La Justicia decidió que siguiera con prisión domiciliaria.

Laura, cansada de vivir en la misma ciudad que su agresor, se mudó a la capital neuquina, donde trabaja como martillera pública.


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