Volver a empezar
-23 de mayo de 2002, 22.30 hs. Patrulleros que van y vienen, sirenas, cuatro mujeres atacadas salvajemente en un laboratorio de análisis clínicos, desconcierto. Sólo hay una certeza: un sujeto joven, delgado, que se movilizaba en una bicicleta gris y vestía buzo oscuro con capucha, salió del lugar del hecho y se cayó a pocos metros con una botella que contenía ácido acético.
-23 de noviembre de 2004, 11.30 hs. El fallo de la Cámara Segunda absuelve a los dos imputados. Para la Justicia, Javier Orlando Sandoval no encubrió. David Sandoval no es el asesino. Sólo queda una certeza: un sujeto joven, delgado, que se movilizaba en una bicicleta gris y vestía buzo oscuro con capucha, salió del lugar del hecho y se cayó a pocos metros con una botella que contenía ácido acético.
La causa retrocedió el martes a los primeros minutos. No hay sospechosos, no hay detenidos, reina el desconcierto.
¿Cuántos fueron?, ¿quién o quiénes?, ¿cómo ocurrió?, ¿por qué? Las mismas preguntas iniciales resuenan ahora, mientras la Justicia rionegrina suma un fracaso más, otro hecho impune.
Pese a ello, en la sentencia absolutoria que se leyó esta semana, no se hicieron serios cuestionamientos a la instrucción, como se esperaba.
«Quienes tuvieron a su cargo la investigación, como cualquier funcionario público (lo que por supuesto nos incluye) son responsables por los actos que realizaron en el cumplimiento de sus funciones, pero, dicho esto sin que implique asumir ninguna defensa corporativa, considero que también ellos tienen el derecho de ser escuchados y de brindar eventualmente las explicaciones que se les requieran en las instancias correspondientes».
«Nuestra tarea de ahora es juzgar a los acusados, no a los investigadores, pues no ejercemos tales facultades de superintendencia», anticipó el presidente del Tribunal César López Meyer en su voto, que fue el primero.
López Meyer dejó asentadas sólo algunas escuetas consideraciones sobre aspectos que consideraba que debían haberse analizado en la etapa de instrucción, como una llamada a un 0800 que no se rastreó. Pero no habló -los otros dos camaristas tampoco lo hicieron- de aspectos medulares que ayudaron a sembrar la confusión en el debate.
-Nada se dijo sobre los reconocimientos de personas y de la bicicleta secuestrada que se tendrían que haber realizado para evitar pérdidas de tiempo.
-Tampoco se cuestionó no haber incorporado oportunamente a la causa la pericia papiloscópica de la Policía Federal que favorecía a David Sandoval.
-No se mencionó el reconocimiento fotográfico que había realizado una testigo (con una sola foto) de un sujeto que parecía sospechoso en el debate pero que para los investigadores ya no lo era.
-Apenas se hizo una referencia del testigo débil mental que se incorporó para relacionar a los dos imputados.
-No se evaluó cuántos testigos que declararon se podrían haber evitado. Y cuántos que tuvieron protagonismo, no se escucharon, como el polémico tapicero que dio el dato que permitió la detención de «El Clavo» Sandoval (en este caso López Meyer pretendía convocarlo, pero la mayoría se opuso).
-En el camino del análisis hasta quedó Kety Karabatic. Sólo dos párrafos le dedicaron a la sobreviviente, a la testigo privilegiada de la masacre del laboratorio. Nada dijeron respecto de su frustrada declaración, de lo importante que hubiese sido escucharla.
El fallo dejó una indignación generalizada en Cipolletti, no sólo porque los dos imputados quedaron en libertad, sino por la falta de autocrítica de la Justicia, por las investigaciones deficientes, por los errores que se siguen cometiendo ante casos aberrantes. Hubo manifestaciones de bronca, de hartazgo.
La reacción de los cipoleños motivó que la máxima autoridad del Poder Judicial le diera intervención al auditor general Oscar Massei para que investigue «todo lo actuado» en el caso, desde la instrucción hasta el juicio. Pero Massei buscará responsabilidades en funcionarios y magistrados. ¿Quién buscará al asesino?
El fallo no sólo renovó la bronca sino también la sensación de inseguridad, el temor de saber que el autor/es de la masacre están sueltos y que después de dos años y medio, en los que supuestamente el caso estaba parcialmente esclarecido, los investigadores deben volver a empezar.
Elizabeth Hoischen
betty@rionegro.com.ar
Nota asociada: MASACRE EN EL LABORATORIO: ¿Qué pasará ahora con las pericias en las otras causas?
Nota asociada: MASACRE EN EL LABORATORIO: ¿Qué pasará ahora con las pericias en las otras causas?
-23 de mayo de 2002, 22.30 hs. Patrulleros que van y vienen, sirenas, cuatro mujeres atacadas salvajemente en un laboratorio de análisis clínicos, desconcierto. Sólo hay una certeza: un sujeto joven, delgado, que se movilizaba en una bicicleta gris y vestía buzo oscuro con capucha, salió del lugar del hecho y se cayó a pocos metros con una botella que contenía ácido acético.
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