A partir de la manzana, crea un plástico biodegradable

–¿Vas a revolucionar todo?
–Ojalá, responde entre risas Candela, una joven roquense que con 19 años, incursionó en el mundo de los plásticos biodegradables y creó bolsas de nailon con almidón de manzana que empiezan a desintegrarse en apenas cuatro días.

Candela Ibarra es la joven emprendedora que creó “Bioapple” y que obtuvo en la Fiesta Nacional de la Manzana 2020 el tercer lugar en el concurso de microemprendimientos con sus vasos y platos biodegradables.

Candela nació en Roca y se crió en el barrio Alto Verde, cerca del Progreso. Trabaja en un kiosco y empieza a cursar Administración de Empresas, con la ilusión de cumplir su sueño y realizarse personal y profesionalmente.

La idea nació de un proyecto escolar el año pasado junto a su profesora y actual socia Marcia Fassanella, en el CET 3 de Roca. La consigna era armar un proyecto que favorezca a la zona y que sea con un producto regional.

“Primero quisimos hacer algo con las colillas de cigarrillo. Pero tras un viaje a Las Grutas, vi mucha contaminación con plásticos y bolsas. Por eso quisimos buscar una solución. Se nos ocurrió hacer plástico biodegradable con almidón de manzana”, comentó la joven.

La misión de Bioapple es “concientizar para las personas dejen de utilizar plástico convencional y empiecen a usar plástico biodegradable”, puntualizó la joven.

El proceso comienza con la extracción del almidón presente en la cáscara de manzana. Éste, sumado a otros componentes y tras un proceso de secado natural, hace que surja el plástico. Así probaron hacer platos y vasos que no contaminan, y que en cuatro meses se degradan por el trabajo de los microorganismos.

Ahora están incursionando en bolsas de nailon biodegradable. Apenas mostraron los primeros avances, ya tenían pedidos de hasta 800 bolsas de un mercado que puso el ojo en la sustentabilidad y el cuidado del medioambiente.

Para hacer un pedacito de nailon de 15 por 15 centímetros, solo necesitan una manzana. “Hacer esto, entre todos los ingredientes, me llevó 25 pesos y una media hora de trabajo”, comentó la muchacha. Además, por ahora, que trabajan a pequeña escala, pueden producir desde su casa. “El proceso es muy sencillo, no hay químicos”, confió. Lo difícil es llevar a la práctica, las fórmulas aprendidas en la escuela. Ese fue para ella el gran desafío.

“Mi sueño en este proyecto es, más allá de concientizar a todas las personas, es poder llegar a todos lados y armarme un grupo de trabajo importante para poder hacer muchos más productos. Quiero que sea algo grande y que se empiece a expandir”, dijo Candela.

Ahora, Candela y Marcia trabajan en el patentamiento del producto con ayuda de la Agencia Crear en ese trámite.

Aprovechar toda la manzana

Para hacer el plástico solo se utiliza la cáscara de manzana y por eso ahora están pensando cómo aprovechar la pulpa, para no desperdiciarla. “Buscamos que todo el circuito productivo cierre”. Uno de los proyectos es hacer dulce.

Además, buscan trabajar en red con las sidreras que terminan tirando la cáscara de manzana, de esa forma se da valor a ese desperdicio y se abaratan aún más costos de producción.

Cinco jóvenes de Roca en el concurso Joven Emprendedor RN

El 2020 arrancó con buenas propuestas para los emprendedores rionegrinos y sobre todo los jóvenes. La Cámara de Agricultura Industria y Comercio de Roca (CAIC) participó del concurso en Viedma con cinco jóvenes emprendedores roquenses quienes mostraron sus productos, entre ellos Candela Ibarra. Los otros cuatro emprendedores que participaron son:

Paula García. 29 años. Es diseñadora industrial e impusa la marca “Cansas” hace seis años, de diseño de accesorios para mujer en cuero.

Lucila Hurtado. 25 años. Es diseñadora de indumentaria y se dedica al diseño y fabricación de trajes de baño y lencería en talles reales.

Lucas (21) y Santiago (23) impulsan “Festive”, una plataforma web para solicitar presupuestos para la organización de eventos sociales, empresariales y fiestas.

Rocio Veloso (30 años) creó “Huellas”, un emprendimiento de calzado básico con telas recicladas que surgió de un proyecto de Cáritas hace tres años.