El primer jurado popular de Río Negro la declaró no culpable por la muerte de su pareja
Así lo resolvieron por unanimidad los doce integrantes del jurado popular. La fiscalía no pudo probar que la acusada había sido la autora de la letal puñalada. Dolor y bronca entre los familiares de la víctima. El crimen quedó impune.
Antes de las 18, el presidente del jurado popular tomó el micrófono y anunció el veredicto al que habían arribado tras casi 6 horas de deliberación: el primer juicio por jurado en la provincia de Río Negro declaró por unanimidad «no culpable» a Marta Dina Valle.
La mujer estaba acusada del delito de homicidio agravado por el vínculo. Un delito que el Código Penal reprime con prisión perpetua.
Para los jurados, la fiscalía no pudo probar que la mujer había sido la culpable de la puñalada que causó la muerte de su pareja Fernando Huenuqueo, la madrugada del 23 de junio del año pasado, en un domicilio de la calle Namuncurá al 1300 del barrio San Cayetanito de esta ciudad.
Las pruebas aportadas por la fiscalía no fueron suficientes para derribar el estado de inocencia de la acusada. El crimen de Huenuqueo quedó impune.
Apenas se escuchó el veredicto, familiares de la víctima lloraron de bronca en la sala, mientras el fiscal jefe Martín Lozada, la fiscal Betiana Cendón, que hizo la investigación, y el adjunto Marcos Sosa Lukman, escuchaban desconcertados. En sus rostros se reflejaba desazón y sorpresa.
La fiscalía había aportado testigos y peritos. Todas las pruebas para demostrar su teoría del caso que incriminaba a la mujer. Del otro lado, la defensa no había presentado ni una sola prueba. Desplegó su estrategia de defensa solo en preguntar a los testigos ofrecidos por la fiscalía y en el relato que Valle dio ante el jurado, en el que negó haber apuñalado a su pareja.
Valle estaba de pie cuando le anunciaron que la declaraban no culpable. Se mantuvo serena, junto a su defensor particular Hugo Cancino. Después, el juez Marcos Burgos, que dirigió el juicio, destacó el trabajo hecho por los jurados populares y valoró la seriedad con la que desempeñaron la función.
Cuando Burgos le anunció a Valle que quedaba en libertad, algunos familiares del fallecido explotaron de furia. No hubo incidentes porque otros parientes lograron calmar a los más exaltados. También había policia en la sala de audiencias.
Los jurados populares se retiraron en silencio a la sala donde habían deliberado durante casi 6 horas. “No puede ser, tenían todas las pruebas”, exclamó una joven, indignada, cuando se retiraba llorando desconsolada. Otros familiares insultaban. A pocos metros, Lozada y Cendón observaban, desorientados.
“Ustedes (por los jurados) son los únicos jueces de los hechos”, les había manifestado el juez antes de que empezaran a deliberar. «Como jurados no tiene que dar las razones del veredicto».
Burgos les había recordado a los jurados, cuando les informó sobre las pautas generales para deliberar, que la presunción de inocencia es uno de los principios fundamentales de la Constitución nacional “y nos ampara a todos”. Y les había explicado que para “derribar ese principio de inocencia”, la fiscalía debe probar que la culpabilidad del imputado “más allá de toda duda razonable”.
También, les había aclarado que no es la acusada “la que debe probar su inocencia”. “Utilicen el mismo sentido común que usan a diario”, les recomendó a los jurados.
Desocupados, una ama de casa, estudiantes, un radiólogo, una médica y empleados de varios rubros participaron del primer juicio por jurados en la historia de la provincia. El juicio había empezado con la plana mayor de la Procuración en la primera fila. Por primera vez, ciudadanos y ciudadanas dieron un veredicto y no fueron jueces.
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