Casas de barro en la región: entre el compromiso con la ecología y la salida a la crisis

Unos son emprendedores de la bioconstrucción inspirados en los principios de la permacultura que buscan una manera más sostenible de habitar el planeta. Otras son familias acosadas por los precios de los alquileres que tratan con desesperación de tener un techo que les pertenezca por completo.

Cristian Álvarez es un amante de la permacultura, un sistema sostenible que integra armónicamente una vivienda con el paisaje. Y en ese plan, construyó su primera casa con materiales reciclables.
Se enorgullece de poder decir que el 80% de la casa es de lo que le dio la naturaleza y el resto de los artefactos e instalaciones son de materiales reciclables.

Álvarez, un fanático de la bioconstrucción, las huertas orgánicas y las energías renovables, ya dictó varios talleres para difundir la experiencia y este año saldrá a recorrer las rutas del país, con la idea de dar a conocer las técnicas para levantar un hogar amigable con el medioambiente.

Apodado “El Viento” (por el calendario maya), Álvarez resalta las virtudes de vivir bajo un techo totalmente orgánico que conserva la aislación térmica y que hace la casa más fresca en verano y tibia en invierno.

(Foto Jorge Tanos)

Cuando me dije quiero tener mi primera casa, iba a ser de barro, y así fue, y acá estoy viviendo en ella”.

Cristian Alvarez, vecino de Río Colorado.

Manteniendo las paredes al natural, sin revestimientos modernos, las superficies respiran regulando la humedad ambiente e impidiendo que el salitre se apodere del edificio.

Otro punto significativo es que su valor puede llegar a solo un 30% de una vivienda de las mismas características y dimensiones levantada con los materiales tradicionales.

Las construcciones soportan perfectamente las instalaciones de cañerías de luz, gas y agua para utilizar los electrodomésticos habituales de un hogar.

Escaso mantenimiento

En cuanto al mantenimiento posterior, si se respetan cada uno de los pasos de la bioconstrucción, el reacondicionamiento de las paredes se puede hacer cada 4 o 7 años según la zona donde esté asentada la vivienda.

La época ideal para comenzar a levantar este tipo de casas es en los meses de fines de primavera y los de verano.

Resalta Alvarez que al momento de comenzar con las tareas se debe hacer a conciencia sabiendo que toda la familia vivirá en ella. “Cuando me dije quiero tener mi primera casa, iba a ser de barro y así fue y acá estoy viviendo en ella”.

Aprobación municipal

Cristian explica que además se encargó de que la edificación sea aprobada por ordenanza del Concejo Deliberante para que se permita la habilitación dentro del código del planeamiento urbano.

Sin hoja de ruta ni tiempo prefijado, la próxima meta de Cristian este año es comenzar a recorrer el territorio argentino difundiendo con charlas, capacitaciones y actividades, la calidad y los beneficios de la permacultura.


Existen varias técnicas para la construcción de una casa de barro. La utilizada por Cristian, fue “la quincha (del quechua qincha, “pared, muro, cerramiento”) es un sistema constructivo tradicional en Sudamérica que consiste en un entramado de cañas, bambú y pallets, recubierto todo con barro.

La estructura base, hecha de postes y cantonera entrecruzada. (Foto gentileza)



• La opción en Río Colorado fue la utilización de las cantoneras que desechan los aserraderos (uno de los recursos gratuitos al alcance de la mano).

• Con el dibujo de la estructura en mano, Cristian construyó el rectángulo poniendo postes cada 1,5 a 2 metros de distancia y en la parte superior los unió con postes similares para crear el encadenado donde al final se apoyara el techo.

• Para clavarlas entre si usó barras de hierro de 8mm, a las que les sacó punta para suplantar a los grandes clavos.

• Los cimientos – capa aisladora: con bolsas de arpillera de plástico (en las que tradicionalmente se comercializan papas), cargadas hasta ¾ con piedras de canto rodado.

• El secreto: la piedra no absorbe agua del suelo, impidiendo que esa humedad llegue a las paredes provocando el afloramiento del salitre, un habitual dolor de cabeza para los propietarios de casas tradicionales.

• Con la estructura hecha, colocó las cantoneras diagonalmente, formando el enrejado listo para rellenar con el material sólido.

• Luego armó un “picadero” donde colocó la tierra (traída de las orillas de los canales de riego, que es algo arcillosa) que se iba mezclando con paja (buscando rollos o fardos secos desechados por los productores como alimento a los animales).

• Una vez conseguida la masa o mezcla, fue el momento de comenzar, usando únicamente las manos, con los rellenos de unos 25 cm que es el ancho final de las paredes.

• Luego de unos días, cuando todo estuvo oreado y seco, se comenzó con el revoque grueso. Se consigue mezclando tierra (preferentemente arcillosa) con arena fina.

• Para el revoque fino interior, a la misma masa anterior se le agrega, “bosta” de caballo o engrudo hecho con agua y harina. Eso le da consistencia especial para una terminación perfecta.

• Para el fino del exterior que debe soportar los distintos avatares del clima: a la mezcla de tierra y arena, el agua puede contener engrudo y un poco de aceite –usado– de lino, de cocina o de auto para darle impermeabilidad.

• Una opción para darle más claridad a la vivienda: además de las ventanas seleccionadas se pueden utilizar botellas, damajuanas o parabrisas de autos, incrustados en las paredes. Eso permitirá darle efectos especiales aprovechando la mayor cantidad de luz del día.

El techo que funciona como una maceta

La cobertura o techo “vivo” funciona como una maceta. Primero, un entablonado está asentado sobre los postes de la estructura. Luego es cubierto con cartón y sobre ello dos capas de nailon grueso, lo que hará de aislación. Arriba, una capa de 20 cm de tierra de espesor que luego se puede cubrir con alguna especie preferida del propietario o se utiliza la maleza o plantas silvestres propias del lugar.

La preparación del techo: entablonado y nailon encima. (Foto gentileza)


Esta cobertura debe contar con un riego por goteo para mantener húmeda la tierra.
Todo el trabajo debe tener la precaución adecuada de cubrir los bordes y evitar que el agua se apodere del techo causando daños al interior. El aislamiento lo da el colchón de vegetación denso, que absorbe el polvo y crea un microclima.


Villa Regina
Corresponsalía

Hace unos meses, Alejandra Matus, obtuvo la tenencia de un lote social. Esta empleada del municipio reginense enfrentaba el serio problema de no contar con los recursos económicos para levantar su casa a la manera tradicional.

Una vez completado el entramado comienza a rellenarse con la mezcla de barro. (Foto Néstor Salas)

Escuchó sobre proyectos de bioconstrucción con el aprovechamiento de materiales reciclables y la consideró una salida válida. Se capacitó sobre el tema y en los primeros días de febrero comenzó a levantar su casa con maderas, barro, botellas, plásticos y neumáticos. En los próximos días terminará la primera etapa para comenzar a vivir en la unidad junto a tres hijas de 4, 15 y 20 años.

La casa, que terminada tendrá unos 60 metros cuadrados cubiertos, se encuentra en barrio ARA San Juan, sobre la calle Antártida.

“A fines de febrero se vence el contrato de alquiler y no tengo posibilidades de renovar por el costo. Así que me decidí a encarar el proyecto y levantar mi casa con este sistema en el que se aprovechan todos los materiales reciclables. En marzo ya voy a estar instalada aunque no esté terminada”, señaló Alejandra Matus. En noviembre, en el mismo sector donde está levantando su casa, con la participación de Hugo Torres del grupo Ecoquén que impulsa construcciones ecológicas, se realizó una capacitación intensiva de dos días en la que participaron unas 70 personas.

(Foto Néstor Salas)

Todavía restan trabajos, pero pude concretar el proyecto de construir mi casa con muy pocos recursos económicos”.

Alejandra Matus, vecina reginense.

En enero se dieron los primeros pasos con la recolección de retazos de cantoneras que los aserraderos desechan o queman, botellas en desuso, neumáticos de automóviles, viejos postes de luz, cartones, pallets, bolsas plásticas desechadas de los bins para el transporte de jugos y pastos que crecen en torno al predio de la construcción.

En febrero, de manera intensiva, comenzó el trabajo con la colaboración de entre 7 y 10 personas que en su tiempo libre aportan su mano de obra.

“El costo es muy bajo, tuve gastos en algunos materiales, la colaboración del municipio con un plano social de la casa, que tiene tres dormitorios, un baño y una cocina comedor”, agrega Alejandra, mientras en un balde carga la tierra que posteriormente mezclará con agua y pastos para las paredes de la vivienda.

Precisamente el costo de construcción, sumado a algunas ventajas como el uso de materiales reciclables, barro y la facilidad de levantar la vivienda por cuenta propia en pocas semanas, fueron los principales motivos que la decidieron a encarar el proyecto.


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