El impacto presente de la economía de las aplicaciones

La irrupción de plataformas como Uber, pone en debate el futuro del trabajo y la producción, e impone un debate profundo sobre la legislación vigente.

Redacción

Por Redacción

Impacto presente. Las aplicaciones de servicios modifican progresivamente la forma de trabajar y producir.

La revolución industrial, es en términos económicos, el hito más importante de la historia reciente de la humanidad. El cambio tecnológico moderno reviste hasta el momento cuatro etapas. La primera a fines del Siglo XVIII, con la máquina a vapor. La segunda a fines del Siglo XIX, con el motor a explosión, la electricidad y la radio. La tercera a mediados del Siglo XX, con el desarrollo de los sintéticos y la irrupción de la informática. La cuarta, sucede hoy, con el impacto que genera la hiperconectividad, la información infinita y el desarrollo de tecnologías abiertas y colaborativas.
Hay un patrón común en estos últimos 250 años. En cada hito revolucionario, bajaron los costos, mejoró la calidad de vida, y se incrementó de forma exponencial la productividad del trabajo. Precisamente ese cambio radical en la forma de producir y trabajar, es el que genera tensiones dentro de la estructura productiva vigente hasta que el cambio se manifiesta. En concreto, hay oficios, empleos y empresas que desaparecen, y otras que emergen en el horizonte para satisfacer nuevas necesidades y crear puestos de trabajo que antes no existían. En todos los casos, es la demanda la que valida los cambios. Los nuevos bienes y servicios son recibidos, aceptados, consumidos, y luego progresivamente demandados en masa. Es esa nueva demanda la que confirma el cambio de época y da lugar a una nueva etapa.
La experiencia indica que son los que se atreven a adaptarse rápidamente y de forma flexible, los que sacan mayor y más rápido provecho de las innovaciones.
La cuarta revolución industrial que tiene lugar en estos días, tiene no obstante, una particularidad propia que la distingue de las anteriores. La posibilidad de contar con información instantánea e infinita y de estar conectados las 24 hs con cualquier lugar, sitio o base de datos del mundo a un bajísimo costo. Ello permite que las nuevas formas de producción hayan incorporado un ingrediente clave: el componente colaborativo. Así, los costos marginales de las nuevas formas de producción tiendan progresivamente a cero, y que el corazón del sistema económico global necesite replantearse.
Plataformas como wikipedia, donde los usuarios no solo consumen, sino que también producen el contenido, y colaboran en su actualización y corrección permanente, es un claro ejemplo. A nadie se le ocurriría en la actualidad, comprar una enciclopedia de 24 tomos, impresa en papel (lo que genera daño ambiental), con datos que quedan desactualizados durante el proceso de edición e impresión, y son obsoletos cuando llegan a las manos del lector. Significa que todo un sector, el editorial, debió reconvertirse recientemente a raíz del cambio tecnológico, e incluso muchos puestos de trabajo desaparecieron, por ejemplo los de los vendedores de enciclopedias.
En ese marco, el impacto de las aplicaciones son un ícono. Las mismas permiten hoy la compra venta, el delivery de comidas, el traslado de paquetería, alquilar una habitación, contratar un paquete turístico, o pedir un vehículo para un traslado.
La disrupción de una plataforma como Uber, es profunda y a la vez polémica. Las ventajas de la simbiosis entre conectividad y servicio en tiempo real son verdaderamente inocultables. El principal interrogante es entonces si hay que promover, acompañar y legalizar la irrupción de las plataformas, o si por el contrario hay que intentar impedir su aparición y su impacto sobre las formas tradicionales de producción y trabajo.
La plataforma Uber nació en el año 2009 en Estados Unidos. Sus creadores detectaron que millones de personas se trasladan al día viajando solos en su vehículo particular. Si los cuatro lugares ociosos que hay en cada vehículo fueran aprovechados por personas que recorren las mismas distancias y hacia el mismo lugar, la reducción del daño ambiental, la mejora en los tiempos y en el uso de los transportes públicos, serían notables. En términos económicos el mayor valor de la aplicación como innovación, es la eficiencia.
El crecimiento fue notable y explosivo. En solo diez años, la plataforma logró estar presente en 900 ciudades de 69 países, con 111 millones de usuarios registrados, 5 millones de conductores activos, y 21 millones de viajes diarios. La dinámica tras el arribo a la Argentina en 2016, es similar. La aplicación ya está activa en la Capital Federal y 50 municipios del Gran Buenos Aires, Mendoza y Mar del Plata, con 2 millones de usuarios, 75.000 conductores, y 3.500 nuevas personas cada semana, que manifiestan su interés en convertirse en conductores.

En pie de guerra. Los taxistas son los principales enemigos del arribo de las aplicaciones.


La seguridad para el usuario, es la característica esencial, que genera la validación de la demanda. La persona que accede al servicio conoce de ante mano el precio del viaje, los datos del conductor y del vehículo, puede ver en tiempo real donde se encuentra el vehículo que lo trasladará y cual será el recorrido a seguir, con la posibilidad de compartirle ese recorrido a un familiar.
La eficiencia también alcanza al trabajo. Un servicio de vehículos tradicional tipo remis o radiotaxi, realiza dos viajes con el vehículo vacío, cada vez que debe llevar a un pasajero: uno desde la base hasta donde el pasajero se encuentra, y otro desde el destino final hasta la base. La plataforma permite en cambio que todos los viajes se realicen con pasajeros, aprovechando la ubicación del vehículo y combinándola con las solicitudes de viaje en tiempo real.
Son justamente las implicancias referidas al trabajo, las que despiertan polémica, en tanto la regulación existente para la economía de las aplicaciones es todavía difusa y no alcanza para encuadrar todas las aristas que pone por delante la innovación. No es para menos: la legislación laboral argentina fue pensada para el escenario de la posguerra en la segunda mitad del Siglo XX. El mayor cuestionamiento radica en la posible precarización laboral, y en el impacto fiscal de regular la actividad (o el costo de oportunidad de no hacerlo). La flexibilidad es el elemento determinante en este aspecto, en tanto quienes se asocian como conductores, pueden elegir la cantidad de horas de trabajo al día, la cantidad de días a la semana, el horario de trabajo, y decidir si se dedican full time o utilizan la plataforma como un complemento de su tarea principal. Tal configuración impide encuadrar la relación laboral como “en dependencia”, y dificulta encontrar una legislación acorde.
Se estima que una persona que se desempeña como conductor en una plataforma y trabaja 8 horas al día, puede lograr ingresos por $3.750. Con dedicación exclusiva por 24 días al mes, implica un ingreso mensual de aproximadamente $90.000.
Un relevamiento realizado por la consultora Isonomía en argentina, en relación al impacto social de una aplicación como Uber, arroja resultados notables. Como se observa en el diagrama adjunto, el estudio indica que el 66% de los consultados considera que el estado debe regular las plataformas. No obstante, un 63% cree que se debe fomentar el arribo de las aplicaciones y otro 17% cree que deben existir con ciertas limitaciones. Significa que los usuarios valoran las ventajas de la aplicación, desean la ganancia de eficiencia y seguridad que aportan, pero creen que es necesario que exista una regulación específica que las controle.
La carga impositiva, no es un punto menor. No solo por sus efectos sobre el trabajo, sino por el principio de igualdad ante la ley. Los más críticos, señalan que existe desigualdad entre actividades similares, en tanto un servicio tradicional de taxi debe afrontar el pago de la licencia, y una serie de requisitos normativos para poder operar, mientras que las aplicaciones no deben soportar el mismo costo.


Al respecto, un caso muy particular es el de Mendoza. La provincia actualizó la vieja Ley de Transporte y la convirtió en la nueva Ley de Movilidad, abriendo la puerta a la llegada de las plataformas con un marco normativo ad hoc. El resultado presenta claroscuros. La legislación establece una larga lista de requisitos legales que debe cumplir tanto la plataforma como quien desee convertirse en conductor. De esa forma, el estado se hace presente para regular, pero al mismo tiempo se incrementa considerablemente el costo para poder trabajar. Como consecuencia, en la provincia de Mendoza, la mayoría de los conductores son de tiempo completo, ya que quienes quisieran manejar solo un par de horas, no logran cerrar la ecuación económica entre los ingresos y los costos impositivos.
El caso es paradigmático, en tanto queda en evidencia que mientras mayor es la legislación y la carga impositiva, menor es el grado de flexibilidad laboral, lo cual es una de las grandes ventajas que ofrece la plataforma. Los datos de Uber en Argentina, indica que el 66% de los conductores trabaja menos de 20 horas semanales y que el 58% de los conductores tiene otra fuente principal de ingresos.
Un segundo estudio elaborado por la consultora Abeceb, estima que de implementarse una regulación moderna, flexible y adecuada a nivel nacional, los ingresos fiscales que podría aportar la extensión de un servicio como Uber, ascenderían aproximadamente a $25.000 millones al año.

El segundo gráfico que acompaña la nota, muestra el detalle acerca de la forma en que tanto la plataforma como los conductores tributarían hasta alcanzar esa suma. El estudio de Abeceb, estima además el impacto económico que significaría la apertura completa a las plataformas. El cálculo establece que a nivel nacional podrían generarse 460.000 nuevos puestos de trabajo. De ese total, unos 160.000 conductores podrían desempeñarse a tiempo completo, y los restantes 300.000 a medio tiempo. La cifra no es nada despreciable, si se tiene en cuenta que 160.000 nuevos puestos equivale al 1,4% del total de ocupados que existen actualmente en el país.
Naturalmente, toda revolución genera incomodidad, impone un nuevo statu quo, y requiere que los soportes sociales y normativos actúen en consecuencia. Mientras el debate sigue abierto, el impacto tecnológico ya sucede y llega más temprano que tarde.

En números

120.000
Los nuevos monotributistas que se incorporaron como conductores, tras el arribo de Uber a la Argentina en 2016.
90%
De las personas que utilizan las plataformas para trabajar destacan como virtud la flexibilidad para elegir cuantas horas trabajar.

Impacto presente. Las aplicaciones de servicios modifican progresivamente la forma de trabajar y producir.

La revolución industrial, es en términos económicos, el hito más importante de la historia reciente de la humanidad. El cambio tecnológico moderno reviste hasta el momento cuatro etapas. La primera a fines del Siglo XVIII, con la máquina a vapor. La segunda a fines del Siglo XIX, con el motor a explosión, la electricidad y la radio. La tercera a mediados del Siglo XX, con el desarrollo de los sintéticos y la irrupción de la informática. La cuarta, sucede hoy, con el impacto que genera la hiperconectividad, la información infinita y el desarrollo de tecnologías abiertas y colaborativas.
Hay un patrón común en estos últimos 250 años. En cada hito revolucionario, bajaron los costos, mejoró la calidad de vida, y se incrementó de forma exponencial la productividad del trabajo. Precisamente ese cambio radical en la forma de producir y trabajar, es el que genera tensiones dentro de la estructura productiva vigente hasta que el cambio se manifiesta. En concreto, hay oficios, empleos y empresas que desaparecen, y otras que emergen en el horizonte para satisfacer nuevas necesidades y crear puestos de trabajo que antes no existían. En todos los casos, es la demanda la que valida los cambios. Los nuevos bienes y servicios son recibidos, aceptados, consumidos, y luego progresivamente demandados en masa. Es esa nueva demanda la que confirma el cambio de época y da lugar a una nueva etapa.
La experiencia indica que son los que se atreven a adaptarse rápidamente y de forma flexible, los que sacan mayor y más rápido provecho de las innovaciones.
La cuarta revolución industrial que tiene lugar en estos días, tiene no obstante, una particularidad propia que la distingue de las anteriores. La posibilidad de contar con información instantánea e infinita y de estar conectados las 24 hs con cualquier lugar, sitio o base de datos del mundo a un bajísimo costo. Ello permite que las nuevas formas de producción hayan incorporado un ingrediente clave: el componente colaborativo. Así, los costos marginales de las nuevas formas de producción tiendan progresivamente a cero, y que el corazón del sistema económico global necesite replantearse.
Plataformas como wikipedia, donde los usuarios no solo consumen, sino que también producen el contenido, y colaboran en su actualización y corrección permanente, es un claro ejemplo. A nadie se le ocurriría en la actualidad, comprar una enciclopedia de 24 tomos, impresa en papel (lo que genera daño ambiental), con datos que quedan desactualizados durante el proceso de edición e impresión, y son obsoletos cuando llegan a las manos del lector. Significa que todo un sector, el editorial, debió reconvertirse recientemente a raíz del cambio tecnológico, e incluso muchos puestos de trabajo desaparecieron, por ejemplo los de los vendedores de enciclopedias.
En ese marco, el impacto de las aplicaciones son un ícono. Las mismas permiten hoy la compra venta, el delivery de comidas, el traslado de paquetería, alquilar una habitación, contratar un paquete turístico, o pedir un vehículo para un traslado.
La disrupción de una plataforma como Uber, es profunda y a la vez polémica. Las ventajas de la simbiosis entre conectividad y servicio en tiempo real son verdaderamente inocultables. El principal interrogante es entonces si hay que promover, acompañar y legalizar la irrupción de las plataformas, o si por el contrario hay que intentar impedir su aparición y su impacto sobre las formas tradicionales de producción y trabajo.
La plataforma Uber nació en el año 2009 en Estados Unidos. Sus creadores detectaron que millones de personas se trasladan al día viajando solos en su vehículo particular. Si los cuatro lugares ociosos que hay en cada vehículo fueran aprovechados por personas que recorren las mismas distancias y hacia el mismo lugar, la reducción del daño ambiental, la mejora en los tiempos y en el uso de los transportes públicos, serían notables. En términos económicos el mayor valor de la aplicación como innovación, es la eficiencia.
El crecimiento fue notable y explosivo. En solo diez años, la plataforma logró estar presente en 900 ciudades de 69 países, con 111 millones de usuarios registrados, 5 millones de conductores activos, y 21 millones de viajes diarios. La dinámica tras el arribo a la Argentina en 2016, es similar. La aplicación ya está activa en la Capital Federal y 50 municipios del Gran Buenos Aires, Mendoza y Mar del Plata, con 2 millones de usuarios, 75.000 conductores, y 3.500 nuevas personas cada semana, que manifiestan su interés en convertirse en conductores.

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