La paz, un objetivo imposible del plan de Trump para Israel y los palestinos
Por Francesco Fontemaggi
Un plan de paz que no tiene posibilidades de alcanzar la paz: esta es la paradoja del proyecto de acuerdo israelí-palestino que debe presentar el martes el presidente Donald Trump, después de hacer que Estados Unidos perdiera su estatuto de mediador por favorecer repetidamente a Israel.
Ese plan que, según el presidente estadounidense, permitirá el “acuerdo final” entre israelíes y palestinos que ninguno de sus predecesores logró obtener, ha sido elaborado con la mayor discreción desde 2017 bajo el liderazgo de su yerno Jared Kushner.
Su presentación ha sido pospuesta varias veces, en medio de las repetidas elecciones israelíes para lograr formar gobierno.
Entonces, ¿por qué ahora, un mes antes de una nueva elección en Israel?
Porque “no tiene nada que ver con la paz”, dice Dennis Ross, exnegociador de Estados Unidos para Medio Oriente.
“Esta es la primera iniciativa de paz cuyo objetivo no tiene nada que ver con los israelíes y los palestinos, nada que ver con el proceso de paz, nada que ver con la apertura de negociaciones”, agrega Aaron David Miller, quien tuvo una tarea similar.
La puesta en escena también es sorprendente.
En lugar de reunir a los líderes de los dos campos en conflicto para presentar su plan, Trump invitó a la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, … y a su rival político en las elecciones del 2 de marzo, Benny Gantz.
De hecho, la Autoridad Palestina rompió con Trump cuando éste reconoció a Jerusalén como capital de Israel, a fines de 2017. Una decisión impactante seguida por otras explícitamente a favor del Estado hebreo y contra los palestinos, que desde entonces consideran que Washington ya no puede reclamar el papel de “mediador imparcial”.
Estímulo
Hay otras razones para explicar el momento de este anuncio.
Primero, dice Miller, ahora miembro de un grupo de expertos en el instituto Carnegie Endowment for International Peace, el equipo de Kushner quiere “demostrar que realmente tiene un plan” al aproximarse las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre.
En el corto plazo, agrega Ross, “cualquier cosa que pueda ser utilizada como una distracción” también es “bienvenida” para Trump y Netanyahu, quienes enfrentan -respectivamente- un juicio político de destitución y un proceso por corrupción.
El estadounidense, que puede esperar consolidarse así ante los votantes evangélicos cristianos muy apegados a la causa israelí, probablemente también quiera dar un impulso a “Bibi”, su “amigo” cuya supervivencia política está en juego.
“Netanyahu probablemente piensa que lo colocará en una posición sólida para seguir siendo primer ministro en un gobierno de unidad nacional”, agregó Ross, integrante del Washington Institute for Near East Policy.
A largo plazo, Kushner y el embajador de Estados Unidos en Jerusalén, David Friedman, con fama de ser muy pro-Israel, quieren dejar una huella modificando permanentemente la posición estadounidense, según los dos especialistas.
Esto es lo que han comenzado a hacer: Washington reconoció la soberanía israelí sobre los Altos del Golán sirios, dejó de hablar de Cisjordania como territorio “ocupado” y ya no considera los asentamientos israelíes como “contrarios al derecho derecho internacional”.
Estos son muchos golpes al consenso internacional forjado por décadas de diplomacia, pero criticado por la administración Trump como “ineficaz”.
Si bien se sabe poco sobre el contenido del plan, muchos observadores, como Ross y Miller, esperan que se confirme esta tendencia.
Por lo tanto, el plan podría dar luz verde a la anexión de parte de Cisjordania por Israel y convertir el Valle del Jordán en la frontera oriental del Estado hebreo. Si bien algunas áreas de Jerusalén Este podrían colocarse bajo el control palestino, el estatuto de esa parte de la ciudad como capital de un futuro Estado de Palestina sigue siendo más que incierto.
¿Habrá también un Estado palestino en la propuesta estadounidense? Trump y Kushner se han negado hasta ahora a usar el término, rompiendo con la posición tradicional de la comunidad internacional a favor de una solución de “dos Estados”.
Los palestinos aspiran recuperar todos los territorios anexados en 1967.
Los partidarios del enfoque de la Casa Blanca han confiado durante mucho tiempo en las relaciones tejidas por Kushner con los monarcas del Golfo, así como en los contactos informales entre ciertos países árabes e Israel.
Su esperanza: que Arabia Saudita inste a la Autoridad Palestina a aceptar el plan de paz, y aproveche su componente económico presentado en junio, con 50.000 millones de dólares en inversiones internacionales en diez años.
Pero Miller “duda” de tal escenario. “En el mejor de los casos, dirán ‘tal vez’ para no contrariar a Trump”.
Por Francesco Fontemaggi
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