Conductas, foto y traumas

Bariloche

En sí es una simple pero a la vez dramática historia sobre una persecución, que nada tiene de extraordinario.

Lo tremendo es que en la policía sea visto como algo natural el trato indigno de personas detenidas, que yo sepa solamente reservado para personas humildes, porque nunca vi la foto de un comerciante, un funcionario, un escribano, esposado, tirado en el piso con la cara sobre el cemento (en este caso herido y sobre el pasto). Tampoco de un policía que haya cometido un crimen. ¿Cómo se justifica la diferencia? ¿Es porque los “otros”, los ricos, instruidos o socialmente conocidos, no se darían a la fuga? ¿Qué diferencia habría si este muchacho estuviera sentado, asegurado para que no escape, a la sombra de un árbol o dentro de un vehículo policial, esperando que se terminen los trámites? Esta distorsionada imagen de “autoridad” es resultado de un retrasado esquema “penal” (infligir y justificar la pena, el dolor físico al cautivo seleccionado).

Exponer a cualquier persona como trofeo de caza -ver foto- no tiene ningún resultado disuasivo o pedagógico, solo discriminatorio y de marcación de terreno para afirmarse donde no están seguros los policías provinciales y otros, que es en su “autoridad”. Hay mucho escrito sobre el tema y mucha experiencia ganada en instituciones judiciales y policiales en varios países -que solemos considerar modelos- como para dejar pasar esta manera torpe, primitiva, desactualizada, autoritaria y para nada profesional de tratar a cualquier persona.

Que haya sido agarrado in fraganti no es excusa.

Esto respecto a la policía, que merece ser monitoreada por los medios como cualquier institución del Estado. La cuestión es que tampoco el diario debería agregar leña al fuego publicando imágenes como esa o, si lo hace, señalar claramente el carácter de ninguna manera profesional y violento de ese procedimiento.

Un fuerte abrazo.

Andrés Dimitriu