El orden de Alberto Fernández
PANORAMA NACIONAL
No hubo compromisos sobre precios y salarios. Pero el presidente Fernández obtuvo el viernes una primera foto con empresarios y sindicalistas en dirección a un pacto social que contribuiría, en la hipótesis de mínima, a controlar las expectativas de inflación en el corto plazo. La “inercia inflacionaria” de la que habló el ministro Martín Guzmán en el brindis por el fin de año con la prensa en el Palacio de Hacienda. Gente acostumbrada a rigores, los acreditados recibieron bien la decisión de Guzmán de trasladarse a la sala de periodistas. No es lo habitual. Tampoco que el ministro brindara con una copa de agua.
Alberto Fernández consiguió además un aval de empresas y gremios (y organizaciones sociales) a sus gestiones con el Fondo Monetario y los privados para una renegociación socialmente “sustentable” de la deuda. La sustentabilidad es también una prioridad de los acreedores: a nadie le interesa más que a ellos que la Argentina pueda cumplir con lo que firme. Aunque ese precepto pareciera haber sido subestimado en su momento por Christine Lagarde y Nicolás Dujovne. No fueron los únicos.
El Fondo y los acreedores privados parecen entusiasmados por los primeros pasos de Fernández, si se consideran los trascendidos que llegan desde Washington y la reacción en bonos, riesgo país y acciones a las medidas de emergencia aprobadas por el Congreso Nacional en la llamada ley de Solidaridad social y reactivación productiva.
El Fondo no debería imponer demasiadas condiciones para una revisión del programa acordado y corregido con Mauricio Macri. A menos que las condiciones ya hayan sido cumplidas, resultado de negociaciones silenciosas de las que habló el presidente, antes de asumir. ¿Quién habría imaginado que su primer proyecto iba a contemplar suspender la ley de movilidad jubilatoria?
A favor de Fernández juega ahora que no le haya escapado a las palabras con eufemismos. “Si ajuste es poner orden en las cuentas públicas, estamos haciendo un ajuste”, reconoció en una entrevista con un canal de cable.
¿Qué hubiera dicho Kirchner? Recordemos: el expresidente no debió pasar por esa prueba porque la tarea ya había sido hecha por Eduardo Duhalde. Pero cuando le tocó en Santa Cruz, Kirchner declaró la emergencia económica y suspendió el pago de los salarios y el medio aguinaldo de funcionarios y empleados estatales de la provincia con un decreto firmado el mismo día de su asunción, el 10 de diciembre de 1991. El gobernador admitió entonces dijo que la alternativa era despedirlos.
A su manera Fernández ha hundido el cuchillo sin mostrar temeridad. Deberá probar aún si los estímulos al consumo de los sectores más postergados alcanzarán para detener la caída en la actividad, tanto como que la presión sobre los sectores de mayor capacidad contributiva no terminará por acentuarla. Axel Kicillof por ahora no podrá responder a estas dudas en la provincia de Buenos Aires: la oposición lo dejó en el Senado sin reforma impositiva, una iniciativa que incluía subas de hasta el 75% en el impuesto inmobiliario urbano y rural en las categorías más altas.
El presidente deberá probar aún si los estímulos al consumo alcanzarán para detener la caída, tanto como que la presión fiscal no terminará por acentuarla.
Fue su primer desafío importante en la gestión, con el que buscaba fortalecer la caja, o “poner en orden las cuentas”. No pudo sortearlo. Es verdad que la división de Juntos por el cambio en la provincia –la exgobernadora Vidal salió públicamente de escena con un viaje privado a París– le impidió progresar con el proyecto. Pero el contraste con los resultados que obtuvo el ajuste de Fernández muestra que Kicillof tiene todavía un largo camino por recorrer en la provincia en términos de gobernabilidad y de liderazgo. Cristina Kirchner debe haber tomado nota del silencio de los intendentes del peronismo bonaerense. Solo unos pocos despertaron ayer del letargo.
El Fondo ni siquiera deberá imponer demasiadas condiciones para una revisión del programa acordado con Macri. A menos que las condiciones ya hayan sido cumplidas.
La vicepresidenta viajaba ayer a Cuba para recibir el año junto a su hija, sobre la que se extiende el misterio. Florencia Kirchner cumplirá pronto diez meses de tratamiento médico en la isla.
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