El infierno, el cielo y lo que viene para el Rojo neuquino

Para Independiente de Neuquén cerrar el año con una alegría era algo impensado hace algunos meses. Los dos descensos, en el Federal A y en Lifune, lo ubican como uno de los años más fatídicos de su historia. Pero la obtención de la Copa Neuquén, que rompió la racha de catorce años sin títulos locales, cambió considerablemente el balance.

El clima negativo y pesimista pudo ver la luz al final del túnel más rápido de lo esperado. El título no tapa todo lo que se hizo mal pero sí demuestra que hay material para salir del pozo.

El 2019 comenzó con la llegada de Luis Murúa como entrenador en reemplazo de Diego Trotta. A esa altura, el objetivo de salvar la categoría era casi una misión imposible. Había terminado la primera fase último con solo 10 de los 48 puntos en juego. Arrancó la reválida a seis de Ferro y de Roca y a nueve de Cipolletti.

En ese tramo ganó un partido, empató otro y perdió seis. A tres fechas del final se decretó su descenso al caer 1 a 0 con el Deportivo Madryn en La Chacra. No hubo milagro y Murúa se quedó hasta finalizar el certamen.

La última jornada ante Deportivo Roca terminó con un escándalo pocas veces visto. Independiente jugó el mejor partido de la temporada y goleó 4 a 1 al Naranja, que esa tarde también perdió la categoría. Sin embargo, la mala inclusión de Joan Artaza, expulsado en el encuentro anterior, hizo que el tribunal de disciplina decrete la derrota de ambos. 

Aunque la decisión del consejo federal nunca presentó pruebas contundentes, el insólito error, voluntario o no, sumó una mancha más a una campaña para el olvido. 

En el medio se dio el retiro de un gran ídolo del club como Orlando Porra, que se había despedido con un gran triunfo en la cancha. La zurda prodigiosa dijo adiós a la actividad oficial. 

En medio de la polémica, Murúa dejó el cargo y Rubén Bucarey dirigió lo que quedaba del Oficial de Lifune.

Aunque la campaña de la Primera en la Liga fue muy buena el sistema de tabla general, que incluye al resto de las divisiones, hizo que pelee por la salvación durante todo el campeonato. Centenario y San Lorenzo, sus rivales directos, sumaron una buena cantidad de puntos en la recta final, algo que el Rojo no pudo hacer. 

Cinco meses después de descender en el Federal, por primera vez en su historia quedó condenado a jugar en Lifune B, donde estará en 2020.

Ante ese  panorama asumió un nuevo cuerpo técnico, encabezado por Guillermo Doglioli, que venía de dirigir a Unión Vecinal. El flamante DT y sus colaboradores mantuvieron la base del Federal A y lograron un equipo equilibrado. 

Con referentes que continuaron como Joan Artaza y Mauricio Villa; el rodaje de jóvenes como Julián Sánchez, Daniel Rodríguez y Eber Ramírez; más el regreso de experimentados como Emiliano Doglioli y Nahuel González, el Rojo fue invencible en la Copa Neuquén.

Después de catorce años sin conquistas en el plano local, festejó su 14° título de Lifune y alcanzó al líder histórico Alianza, al que venció en la final por penales. Logró el campeonato de manera invicta con doce victorias y dos empates.

La consolidación de este plantel y el paso de la tristeza a la alegría hicieron que el futuro cercano de Independiente sea mucho más alentador. Después de haber tocado fondo solo queda mejorar. El camino hacía el resurgimiento  parece haber comenzado, pero solo se concretará con una continuidad en la línea de trabajo.

El Regional que se viene pinta complicado porque hay rivales de jerarquía. Pero el Rojo tiene plantel para dar pelea. Lo que no puede permitirse es volver a cometer errores del pasado. 

Finalmente, la pretemporada comenzará el lunes seis de enero. La fecha inicial era el jueves 2 pero como el torneo empieza recién en febrero se postergó. 

El club ya tiene arreglada varias incorporaciones que irá dando a conocer. Una de ellas es el joven defensor central de Cipolletti Julio Sánchez que llega a préstamo para este certamen.